Dominio público

La era del petróleo caro

José Cervera

JOSÉ CERVERA

07-03.jpgSupongamos que el petróleo caro está aquí para quedarse; que el máximo de producción (peak oil) se ha sobrepasado, que Estados Unidos ataca a Irán, que los hallazgos en Brasil y otros lugares no compensan los descensos de producción en Rusia y Noruega, que las pizarras bituminosas de Canadá no compensan, que Arabia Saudí no consigue aumentar su producción, que los ataques en Nigeria e Irak pretenden multiplicar el precio del barril.

Supongamos, en suma, que entramos en una era del petróleo caro. ¿Cuáles pueden ser durante la próxima generación las consecuencias de un barril de petróleo por encima de los 200 dólares?

Todo sector económico o área geográfica que dependa del transporte más voraz (avión, camión, automóvil) sufrirá. Para saber quién, basta recordar la reciente huelga en España: pescadores, agricultores y camioneros dependen del petróleo. Pero de su trabajo dependen también otras industrias. Un ejemplo: los caladeros cercanos están agotados, así que la pesca industrial se lleva a cabo a grandes distancias y por tanto el pescado se encarecerá, como lo hará la agricultura al subir los abonos y el combustible. Para colmo, los cultivos para exportación sufrirán al subir el precio del transporte. Los grandes beneficios obtenidos en Europa con las fresas de Huelva, los tomates de Almería o las naranjas de Valencia serán historia, al tiempo que las redes de distribución de las cadenas de hipermercados aumentarán sus costes. En suma: se acabará la comida barata.

Las aerolíneas se están viendo ya afectadas; en Estados Unidos se están jubilando flotas de aviones antiguos, poco eficientes. Los países y regiones dependientes del turismo de masas sufrirán una drástica reducción de ingresos. Países como Maldivas o las islas del Caribe podrían encontrarse con problemas, como ocurrirá en Las Vegas, Florida o Hawaii en los Estados Unidos; París, Praga o Londres en Europa, o las Islas Canarias y Baleares en España. La mejor infraestructura turística no puede funcionar sin turistas. Debido a la combinación de estos dos factores, en España, la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería se verán particularmente perturbadas, ya que industrias clave como la agricultura industrial, el transporte por carretera y el turismo se verán afectadas a la vez. El impacto, sin embargo, puede verse amortiguado por el mayor precio del transporte que sufrirán competidores más alejados de los mercados europeos (Norte de África, Israel, Turquía).

Otros países ya están ganando: el Golfo Pérsico y la Península Arábiga, Texas o Noruega. También resurge Rusia, que puede permitirse recobrar su pujanza gracias a que es el segundo exportador mundial de crudo.

Venezuela, Nigeria o Irán podrán seguir retando a Estados Unidos y a la comunidad internacional. Y si los nuevos hallazgos brasileños se confirman, y el elevado precio del crudo permite su desarrollo, Brasil puede beneficiarse económica y políticamente. Los nuevos yacimientos brasileños, junto con los de Angola, Nigeria y Guinea, y las pizarras bituminosas canadienses, podrían combinarse para reducir el interés de Estados Unidos en Oriente Medio, debilitando la posición de Israel y reduciendo la estabilidad regional.

En otras regiones, el petróleo caro anuncia malos tiempos. China está entre los más perjudicados, ya que carece de yacimientos propios. El petróleo caro afectará a la industria manufacturera china al encarecer a la vez las materias primas y el transporte, lo que puede provocar una reindustrialización del Primer Mundo con el retorno de factorías a donde están los mercados compradores. El fin del made in China dañará severamente una economía en desarrollo y (lo más peligroso) podría crear millones de desempleados y desestabilizar el país, con funestas consecuencias. La India, que también carece de petróleo, sufriría menos al estar mejor comunicada con Oriente Medio. En el mercado global, la especialidad de la India son los servicios por vía telemática, que no necesitan transporte y podrían expandirse. Los países recién incorporados
a la Unión Europea también podrían beneficiarse relativamente, ya que conservan capacidades de producción industrial y agrícola cercanas a las terciarizadas economías del resto de Europa.

El petróleo caro provocará cambios en los patrones de urbanización. Los grandes centros comerciales de las afueras se verán estrangulados por el precio de la gasolina. Las urbanizaciones quedarán aisladas, y se revitalizarán los centros urbanos. El transporte público crecerá y bajará la emisión de gases de efecto invernadero. El encarecimiento de los viajes aéreos y del coche potenciarán el tren y el barco, sobre todo para mercancías. Pero no sólo la fisonomía de las ciudades cambiará: también la organización industrial. Los sistemas de fabricación just-in-time dependen del transporte, así que industrias como el automóvil o la electrónica deberán recuperar los almacenes. Sectores como el comercio electrónico verán peligrar su viabilidad por los sobrecostes. En el sector agrícola, áreas de cultivo hoy abandonadas cerca de las ciudades serán de nuevo rentables; el movimiento locavorista, que propone alimentarse de productos producidos a menos de 200 kilómetros de casa, recibirá un espaldarazo.

En suma, la era del petróleo caro dañaría algunas industrias y regiones españolas clave e inestabilizaría regiones completas del planeta, pero a cambio forzaría la adopción de medidas similares al downshifting y la slow life y reduciría el daño antropogénico al planeta.

José Cervera es periodista

Ilustración de Álvaro Valiño

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