Dominio público

La aventura intelectual de Eugenio Trías

Pepe Ribas

Escritor

Pepe Ribas
Escritor

La pasión de Eugenio Trías por la filosofía emergió de forma silenciosa en su adolescencia, cuando le asaltaron un sinfín de preguntas angustiosas hiladas desde una sensibilidad extrema, pero el futuro filósofo no quería perderse en la insensata temeridad, buscaba el punto medio, el equilibrio entre razón y sentimiento sin escamotear lo verdadero aunque no estuviera orientado hacia un desenlace hogareño. Tras estudiar Filosofía en Barcelona, Pamplona, Madrid, Bonn y Colonia, optó en la primera fase de su carrera por el ensayo como forma literaria.

La filosofía y su sombra inauguró en 1969 un nuevo estilo de ensayo filosófico que aunaba el pensamiento crítico de la cultura y de las ideologías con la modernidad, lo ético, lo poético y lo metafísico en una España anquilosada en el tomismo. Los tanques de Praga lo habían distanciado del paradigma marxista, le encandilaban las sombras de la razón y el joven filósofo revuelve en busca de respuestas en las corrientes que vienen de fuera: el estructuralismo de Levi-Strauss, el Foucault de La historia de la locura, Lacan y el psicoanálisis, las nuevas corrientes lingüísticas, el cine de Godard, de Bergman, de Antonioni. Y por supuesto, Nietzsche, Freud, Wittgenstein y Heidegger.

La escritura para Trías representa un acto de amor, y el amor es ese punto álgido, que se vive como una instantánea fugaz, en el cual carne y espíritu quedan absorbidos por un acto que los trasciende. La triple experiencia del primer matrimonio, muerte del padre y nacimiento del hijo le plantean nuevas preguntas sin más respuesta que las que le otorgará una obra, que va a ser tan dilatada y extensa como su sed de sabiduría,  y que adereza desde los inicios con un portentoso sentido del humor. La timidez y una tendencia a la melancolía le ayudan a construirse reductos fuera del mundo cuando la saturación de lo que se ha propuesto hacer: "Contemplar el mundo de las ideas y transmitirlo a quien quiera escuchar", le confunda y atosigue. Un corte brutal con la etapa anterior lo empuja a viajar a sus treinta años a la Amazonia en trasatlántico, un viaje iniciático que acaba en una larga estancia en Buenos Aires que aprovecha para conversar con discípulos de Freud y de Yung.

En España dejó una obra imaginativa y rompedora: Filosofía y carnaval, Drama e Identidad, El artista y la ciudad, Tratado de la pasión...  ensayos que surgieron tanto de la observación cotidiana de los hechos y de las sensaciones, como de la experiencia vivida en seminarios y pequeñas reuniones con matemáticos, antropólogos, psicoanalistas y científicos. La sed de conocimiento de Eugenio Trías fue inconmensurable, así como la pasión: fundamental en el sentido que fundamenta cualquier acción, cualquier acto: "Entre el amor pasión que da vida a mi inteligencia y la pasión por la filosofía he ido hilvanando mi existencia", me confesó hace escasos meses.

Trías nunca escamoteó las sombras y se propuso desvelar lo siniestro en la obra de arte. Y construyó Lo bello y lo siniestro, una obra que desvela lo siniestro como límite y condición de lo bello. El filósofo era consciente de que el marco de valores que ha generado nuestra cultura estaba agotado y ya no era capaz de generar felicidad y plenitud; tampoco un modelo de convivencia satisfactorio. El racionalismo moderno había destruido la sintonía entre razón y emoción y había olvidado que la autentica felicidad es vivir dentro de la medida; la ciencia y la técnica tampoco eran capaces de instituirse como factores que generaran otros valores que no tuviesen como objetivo el máximo beneficio. Trías sintió el punto medio de los griegos frente al racionalismo moderno y busca el término medio entre deseos y apetencias. "El deseo inmoderado es contrario a la aspiración ética", proclama el filósofo.

Es entonces cuando decide buscar un nuevo marco de acción filosófica en busca de un Sistema que vaya más allá del idealismo de Hegel, que ya había tratado en El lenguaje del perdón. Eugenio Trías se había convertido en un metafísico poderoso, era catedrático de Estética, había encontrado a la mujer que equilibró su vida y se sentía con capacidad para emprender una creación filosófica propia, tal como en su momento hicieron Hegel, Platón o Aristóteles. Trías pretendía aunar ética y religión en una epistemología y una ontología para la contemporaneidad. A tal fin, Trías definió al sujeto como un ser fronterizo y a lo siniestro como el límite. Así nació el corpus filosófico de Eugenio Trías. La filosofía del límite. Partiendo de la frase de Wittgenstein: "El sujeto es el límite del mundo" logra definir al hombre actual como un ser que habita en la frontera. Y la frontera no separa, sino que es el lugar de confluencia, donde se propicia el mestizaje entre religiones, lenguas y culturas. Otra de las investigaciones de Trías se ha centrado en lo Sagrado en busca de la religión del espíritu capaz de sintetizar un tapiz unitario más allá de los marcos confesionales. La edad del espíritu es para algunos a obra magna de su segunda parte de producción filosófica. "Lo poderes ideales son necesarios para que el impulso del individuo no se vea sometido a poderes inabarcables, sean de orden financiero, económico, mediático o político". Y frente a la España de las autonomías propone la España de las ciudades como sistema para integrarnos definitivamente en la modernidad. Sus últimos escritos hablaban de la música y de las composiciones musicales de los grandes maestros, en su fuero interno buscaba sustituir la cadencia de las palabras por notas musicales. Y a través de la pasión por el cine en imágenes en movimiento.

La aventura intelectual de Eugenio Trías, el viaje en favor de una filosofía que enuncie prescripciones y formule prohibiciones, y el cultivo de la belleza en su dimensión más profunda no le han abandonado en ningún instante. Su fortaleza y su saber enciclopédico siempre me han parecido un nido de virtud. Amaba la vida y ha sabido llenarla de contenido y de generosidad. Ahora y en adelante no queremos olvidar la obra de Eugenio Trías, más de treinta y cinco libros cargados de sabiduría.

Muchas gracias Eugenio.

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