Dominio público

¿A quién representa la Marca España?

Carmen Jaulín

Politóloga y socióloga de educación

Carmen Jaulín
Politóloga y socióloga de educación

Uno de los problemas más significativos de las democracias occidentales es el concepto de representación política, especialmente para el ciudadano. Si el sistema democrático es monárquico la cosa se complica porque el rey representa el valor simbólico del Estado, cuestión compleja de entender, y a veces imposible.

Uno de los textos más importantes y desconocidos de la ciencia política, El Concepto de Representación de Hanna Pitkin (1967), clásico todavía no superado, debería ser de riguroso análisis en primer grado universitario, pero la ciencia política en nuestro país anda perdida, en añicos, por universidades catatónicas.

En estas fechas decembrinas de recordatorios constitucionales, una observa desde la perplejidad más absoluta cómo ha ido degenerando la representación del diálogo social desde 1978 ¿Falta de esfuerzo? ¿Falta de sensibilidad? Tenemos un sistema político que permanentemente ha ido fagocitando los débiles principios que defiende la Constitución española actual hasta hacerla inservible, si ya la pobre con sus rigideces lo tenía poco complicado. Y qué casualidad que esa decadencia constitucional ha ido al ritmo que imponían las corporaciones multinacionales en busca de beneficios especulativos cortoplacistas. Véase la "Marca-España", hoy: ¿qué y a quién representa?

Es inaudito pensar que en plena quiebra social, económica y moral, nada menos que el ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación ofrezca cobertura institucional de Alto Comisionado para la Marca-España ¡A lo torero, si Sr.! Alguien debería avisar al Sr. García-Margallo que la gente ya no es idiota y que nadie compra marcas porque sí. Alguien debería recomendar al Sr García-Margallo lecciones mínimas de branding (a lo intangible se debe llegar por lo tangible) porque lo contrario es una mísera pantomima, en el mejor de los casos. ¿Qué hacemos con semejante quiebra social de más de un cuarto de población activa en paro paseando marcas? Espérese a tiempos mejores que tienen que venir, seguro. Peores, imposible para más de un treinta por cien de la población en pobreza relativa. ¿Por qué no empieza, Sr García-Margallo, por solucionar la miserable representación de las embajadas españolas en el exterior, sin necesidad de fuegos artificiales, sino con recursos materiales y humanos, eficientes?

Y el remate es percibir qué hacen los príncipes de Asturias paseando la dichosa marca por todos lares. Sin acritud y sin necesidad de hurgar en heridas que escuezan, la pérdida de naturalidad de la princesa Letizia, o los enlatados discursos del príncipe Felipe es lo de menos ¿Qué representan los príncipes hoy? ¿En qué hemos avanzado en el último siglo: en marcas?

No necesitamos marcas, necesitamos valor para enfrentar lo cotidiano. Valor para parar los desahucios. Valor para dar de comer a los nuestros. Valor para resisitir las miserables rebajas de sueldo como si fuéramos género outlet. Valor para soportar los gastos de electricidad, gas y comunicaciones más caros de Europa. Valor para aguantar la corrupción en la adjudicación de plazas universitarias. Valor para sobrellevar un orden público que castiga sistemáticamente al ciudadano; quita la mendicidad de las calles y la permite en shows televisivos.

Valor ha sido lo de Almodóvar en Berlín recogiendo el premio de la Academia de Cine Europeo. Como ciudadana de la sociedad sin representación, gracias, Pedro.

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