Dominio público

De los afluentes del Duero a la disolución de la profesión docente

Ángel I. Pérez Gómez

Angel I. Pérez Gómez
Universidad de Málaga

Los mismos que hace un año desprestigiaron al profesorado con los exámenes de oposiciones basados en la memorización, ahora lo humillan proclamando su esterilidad. Como pone de manifiesto la propuesta avanzada por el Presidente de la Comunidad de Madrid de habilitar a cualquier licenciado para ejercer la profesión docente, la consideración que la profesión docente merece al laboratorio neoliberal del partido conservador que tienen ahora su sede de la Comunidad de Madrid, es bien evidente. Lo más grave es que esta iniciativa se suma a las múltiples que ya han jalonado de deterioro el territorio de la educación como servicio público que garantiza uno de los derechos más básicos, imprescindibles, productivos y valorados de las sociedades contemporáneas.

A contracorriente de las políticas educativas que orientan los países reconocidos mundialmente por la calidad de su sistema educativo (Finlandia, Canadá, Japón, Singapur) el laboratorio ultraneoliberal del partido popular ha incrementado la ratio de alumnos por docente, eliminado los centros de formación permanente del profesorado y la figura del profesor de apoyo, reducido al ridículo la reposición de las bajas por jubilación (el 10%) y las sustituciones por enfermedad, incrementado las tasas y al mismo tiempo reducido las becas.  Y para colmo aprueba la ley más ideológica y menos consensuada de la democracia que establece la segregación prematura de los estudiantes, la recuperación de las reválidas como sistema externo de evaluación, implanta de hecho la doctrina católica como materia académica evaluable, convierte en insignificante la presencia de la filosofía, las humanidades y las artes, elimina en la práctica la participación de las familias y la vida democrática en los centros escolares, y ahora propone la disolución de la profesión docente, al proclamar que cualquiera puede ejercerla sin formación específica ni preparación singular acreditada.

No son, sin embargo, a mi entender propuestas y ocurrencias arbitrarias y carentes de intencionalidad.  Responden, por el contrario, a una lógica planificada en consonancia con el movimiento conservador mundial denominado (Global Reform Educational Movement, GERM) cuya finalidad es apoderarse de un nuevo nicho mercantil, convirtiendo la educación en un territorio de negocio privado.

Es una opción ideológica legitima en una sociedad democrática, pero debe exponerse de manera abierta ante la opinión pública sin engaños y tapujos, con honestidad y claridad desde sus fundamentos hasta sus consecuencias, de modo que la ciudadanía pueda realmente elegir con la información requerida.

En primer lugar, hay que plantear que la privatización del sistema educativo no garantiza en modo alguno la igualdad de oportunidades. La desaparición de un sistema público de educación abandona a los ciudadanos a la ley de la oferta y la demanda del mercado, que como ya hemos comprobado hasta la extenuación hace más ricos a los privilegiados y más pobres a los desfavorecidos. Los privilegiados tendrán muchas más oportunidades de formación que los desfavorecidos ¿Es esto lo que deseamos?

En segundo lugar, no garantiza la independencia del pensamiento de los ciudadanos en formación, sino la sumisión a las diferentes propuestas ideológicas que cada gueto privado se propone privilegiar. La libertad de enseñanza de los centros educativos no significará más que el poder incontestable del propietario para definir el modelo e imponerlo a quienes contrata como docentes y a quienes elige como aprendices. ¿Es esto lo que deseamos?  ¿Una red inconexa de centros escolares definidos por su modelo diferenciado que impone de hecho una ideología mas o menos sectaria (centros escolares de derechas, de izquierdas, socialistas, comunistas, musulmanes, católicos, protestantes, ecologistas o en virtud de grupos empresariales o clubs  de  fútbol...) que se singularizan precisamente defendiendo su identidad frente a los demás, que valoran la competitividad sobre la cooperación, la identidad grupal sobre el entendimiento? En cada uno de estos guetos ideológicos más o menos explícitos, ¿donde se cultivará la libertad de pensamiento para discrepar, disentir, buscar y proponer? ¿dónde se aprenderá a convivir en pluralidad, a celebrar la diversidad y respetar la discrepancia?

En tercer lugar, se pone de manifiesto el concepto simplista y autoritario de educación que subyace a dicho pensamiento. La educación se concibe como la transmisión unidireccional de información encasillada en disciplinas, de la mente del profesor o del libro de texto a la mente del aprendiz, cuya capacidad de retención y devolución fiel debe comprobarse en exámenes y pruebas objetivas externas tipo test, uniformes para toda la población, que permitan una corrección fácil y económica. Las calificaciones obtenidas clasificarán prematuramente a los ciudadanos en grupos de capacidades diferenciadas que deberán optar desde bien pronto por itinerarios adecuados a su nivel de desarrollo. Itinerarios de hecho de difícil permeabilidad que situaran a cada ciudadano en la pista de despegue profesional más acorde a "sus posibilidades".

El paso siguiente parece una consecuencia inevitable, para esa responsabilidad profesional no se necesitan expertos en docencia. Cualquier licenciado puede explicar su materia ayudado por el libro de texto, y por extensión, cualquier materia más o menos afín. Ahora bien, y aviso a navegantes... este no es mas que el primer paso no solo para disolver la profesión docente, sino para reducir drásticamente, por exigencias económicas, el número de enseñantes que requiere el sistema educativo en la era digital, porque la función de transmisión de información y conocimiento puede ser perfectamente desempeñada por las plataformas y medios digitales hoy día ya al alcance de cualquiera. El negocio de la educación está a punto de una revolución insospechada.

Bien distante de este orientación debe situarse una pedagogía humanista, que considera que el proceso educativo supone un largo recorrido para construirse de manera autónoma como persona bien formada en todas sus dimensiones. Educar no es solo ni principalmente transmitir información y conocimiento, sino ayudar a que cada uno aprenda a desarrollar sus capacidades hasta el máximo de sus posibilidades.El docente es más necesario que nunca en esta época de complejidad, incertidumbre y cambio acelerado, pero no para limitarse a transmitir información, sino para tutorizar, acompañar, orientar y estimular el desarrollo singular de cada aprendiz, para practicar la enseñanza personalizada, para ayudar a aprender a todo el alumnado, pero de forma muy especial a los más desfavorecidos, para diseñar escenarios y programas de actividades y contenidos que permitan que cada aprendiz se implique en procesos de búsqueda, descubrimiento, diseño, experimentación y aplicación del conocimiento disponible a los problemas más relevantes de la vida contemporánea. El docente es el profesional responsable de preparar las condiciones y hacer el seguimiento adecuado para que cada ciudadano en formación desarrolle las competencias que requiere el complejo mundo contemporáneo: pensar, comunicar, diseñar, hacer, cooperar, evaluar y crear. Del mismo modo, solo el docente, o mejor el equipo de docentes dispone de la información adecuada para diagnosticar con seriedad el grado de desarrollo de cada aprendiz, sus fortalezas y debilidades, y proponer  las medidas oportunas para superar sus lagunas, deficiencias y debilidades en el momento adecuado.

Esta es la orientación política, por ejemplo, de Finlandia en educación, un sistema educativo público, sin fracaso escolar ni repetición de cursos, ni reválidas, siempre en los primeros puestos en las pruebas internacionales sobre rendimiento académico, que sustenta su exitoso sistema en la formación pedagógica intensa y extensa del docente como profesional, en la selección de los mejores basada en sus competencias profesionales como docentes y en el apoyo político decidido para dignificar el estatus profesional, la confianza y la autonomía de los mismos.  En cambio nosotros ¿hemos de soportar la prepotencia de ignorantes sin escrúpulos, capaces de hundir el sistema educativo si beneficia a los intereses de unos pocos?

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