Dominio público

La reforma fiscal tiene truco

Teresa Rodríguez

Eurodiputada de Podemos

Teresa Rodríguez
Eurodiputada de Podemos

El Gobierno de Rajoy no lo dijo públicamente pero tomó nota del varapalo electoral del 25M cuyos efectos fueron auténticas cargas de profundidad tanto para el PP como para el PSOE. Y se puso manos a la obra para recomponer sus lazos con un electorado que se le va de las manos. Pero también y, por lo que pueda pasar, para salvar los muebles de instituciones como la Monarquía que están en caída continua, para seguir dejándolo todo "atado y bien atado". Para el PP, al final, todo es una cuestión de ilusión en la marca España: todo va bien, la recuperación es un hecho y todos ganamos aunque usted esté en el paro; se impone el orden, autoridad ante el que quiere estropear la fiesta de la coronación; y prima el lucro, cuanto menos impuestos más dinero en mi bolsillo, cuanto menos sector público más negocio. Rajoy se ha puesto a preparar las elecciones municipales, autonómicas y generales y la consulta catalana, sea cual sea el orden final de los factores en el calendario. Para ello Montoro ofrece el cebo: nos vamos de rebajas fiscales.

La consigna dogmática, que es falsa, es que el dinero en manos privadas cunde más que si está en manos públicas, que el dinero en manos privadas tira más de la economía y genera más empleo. Y aunque el propio Ministerio de Hacienda reconoce que el efecto previsto de la reforma sobre el PIB en dos años no superará el 0,55%, mientras; la gente con menos retenciones y menos IRPF que pagar puede pensar que gana más aunque siga pagando un exorbitante IVA en los productos necesarios para la vida y le sigan recortando en salarios indirectos relacionados con los servicios públicos como la sanidad, la educación y los servicios sociales. Siempre hay truco.

Montoro no se plantea luchar contra el fraude fiscal de las grandes fortunas que según el propio Círculo de Empresarios alcanza la cifra de 70.000 millones de euros anuales. Más bien al contrario, sigue adoptando medidas muy regresivas. Reduce el tipo marginal máximo de los tramos altos de ingresos en el IRPF del 52% al 45% y elimina varios tramos, por lo que quienes ganen entre 60.000 y 300.000 euros pagarán menos que el día anterior. Eso beneficia a las rentas más altas. Reduce el tipo de gravamen sobre beneficios de las empresas del 30% al 25%. Reduce el tipo de gravamen sobre el ahorro del 27% al 23-21%, lo que beneficia a los movimientos especulativos financieros.  Mantiene el IVA como impuesto básico con unos tipos muy altos y establece una subida en los productos sanitarios de hasta el 21%. Y además, pretendía gravar las indemnizaciones por despido laboral.

Habrá una reducción de los ingresos de hasta 9.000 millones de euros que puede conllevar nuevos recortes del gasto social, problema que se trasladará a las comunidades y las familias trabajadoras. Ahí está Olli Rehn recordando que no se dispare el déficit y que se cumpla el objetivo del 2,8% del PIB en 2016, por lo que en dos años hay sacar de la chistera 50.000 millones de euros. Si bajan los ingresos fiscales y se quiere cumplir con el mandato neoliberal sobre el déficit solo hay dos vías: más recortes y aumento de la deuda soberana. En fin, esta reforma por propagandística que parezca es un motivo más para desalojar a este gobierno en las urnas con la fuerza de las calles para evitar que siga cometiendo más tropelías con las arcas públicas y contra las personas. Tarea ardua pero necesaria y apasionante.

Y mientras tanto, se me ocurre algo muy sencillo sobre el escándalo del fondo de pensiones de la Sicav de los europarlamentarios situada en el paraíso fiscal Luxemburgo: que se devuelva inmediatamente el monto aportado por el Parlamento europeo. Con el dinero público no se pueden cubrir los riñones de sus señorías. Basta ya de privilegios de los políticos profesionales, ya sean municipales, autonómicos, estatales o comunitarios, mientras se recortan los derechos de la mayoría de la población.

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