Dominio público

Desbordar el referéndum

Víctor Sampedro

BlancoCC BY-SA

Víctor Sampedro Blanco
CC BY-SA

1.- Apliquemos en plan bruto el materialismo histórico a los partidos nacionalistas enfrentados. Porque dos son los nacionalismos ahora en pugna. Sus portavoces despliegan violencia verbal y legal. Los gobernados, paciencia infinita y contención encomiable.

- El process, dicen los españolistas, es la huida adelante de una elite corrupta que busca construirse una masía-refugio. Si fracasan, la banda del 3% y los clanes familiares del expolio acabarán en la cárcel.

- El Gobierno del PP, dicen los catalanistas, ha emprendido otra huida, pero hacia el cortijo. Sin adornarlo con la bandera rojigualda, terminarían también entre rejas.

¿Lo suscribe el lector, según la trinchera que ocupa? ¿Y qué tal si la abandonan y hacen causa común? Si entre corruptos anda el juego, sería lo lógico. Negarse a ser los damnificados del "choque de trenes". ¿Les desbordamos? ¿Nos salimos del carril?

2.- Los políticos hacen teatro y los periodistas ponen escenario, luces y sonido. La mayoría social también parece coincidir en esta apreciación.

Teatro hace el PP, que dice salvar España, pero renuncia a que Catalunya sea parte de ella. A nadie se le escapa que (si todavía hay democracia) la solución después del 1-O serán unas elecciones anticipadas. Estas resultarán (inevitablemente) de carácter plebiscitario. Y se producirá el triunfo (también inevitable) de las fuerzas pro-referéndum. Celebrado éste (si todavía hay democracia, pero el PP sigue socavándola), Catalunya se independizará.

Rompen España quienes dicen defenderla. Y quienes pretenden dar voz a la ciudadanía catalana no lograron plantear una consulta con efectos reales. Hablar por hablar, gritar por gritar... votar por votar. Y el periodismo, adicto al conflicto, lo encona. Puro teatro, pero cutre. Obsoleto, como el plantel de actores.

3.- Una función de teatro clásico funciona si hay público y si permanece sentado como espectador. La cuarta pared (la que mira frente del escenario) cayó hace tiempo, cuando quienes pagan entrada entraron en escena.

Pero el escenario de la Transición no fue construido para completar la representación política con el juego democrático. Niega la posibilidad de participar en una obra que plantea cerrada. Censura, reprime y encarcela a quien abre la democracia a la decisión colectiva. Califica de golpista el ejercicio del derecho a decidir. Tacha al independentismo de minoritario, pero se niega a contabilizar sus partidarios. Entorpece y prohíbe el referéndum para luego calificarlo de no representativo.

4.- En la revista tenebrista del españolismo, los cupletistas furrieles del PP activan el búnker y el PSOE, incapaz de ofrecerse como canal de participación democrática, hace de dique. Ninguno de ellos, hasta hace poco hegemónicos en el campo institucional, se tomó en serio la consulta y la participación ciudadana.

En el referéndum de la OTAN (1986, el único celebrado desde el constitucional de 1978) el PP pidió el voto en contra (¡¡¡!!!) y el PSOE traicionó su bandera electoral. De casi 100 iniciativas legislativas populares  (93, desde 1983), sólo han prosperado dos. Pásmense: una, sobre tauromaquia y otra, sobre comunidades de propietarios.

La única fórmula de los ciudadanos para participar en la actividad legislativa se gestiona en unas Cortes convertidas en salón de toreo y patio de vecinos. Y que desatendió el millón y medio de firmas de la PAH (1.402.854).

Ahora el PP-búnker se blinda con el TC transformado en tribunal penal, azuza magistrados y despliega policías. Dice salvar la democracia que no peleó y defender el régimen autonómico al que se opuso cuando se llamaba Alianza Popular. Y el PSOE hace de dique, entorpeciendo que cargos electos se reúnan para buscar la solución política que Zapatero fue incapaz de ofrecer cuando gobernaba.

5.- El independentismo catalán también actúa de búnker, aunque lo disimule. Resguarda oficiales que envían peones a una batalla final descabellada: no asegura botín alguno ni contempla un plan de armisticio en caso de derrota. Tienen la vista puesta en las elecciones catalanas y españolas. El 1-O es apenas pre-campaña.

La instrumentación partidaria de los dos nacionalismos ignora a quienes consideran que la soberanía no se ejerce erigiendo fronteras territoriales. Requiere capacidad para ampliar el horizonte de desarrollo vital y colectivo. Interpretar el derecho a decidir así diferencia la vieja política de la nueva.

La casta española y catalana no entiende que el deseo de la inmensa mayoría de catalanes por votar va más allá de imponer aduanas, muros y verjas electrificadas. Si no, se habrían decantado hace tiempo por el NO.

La defensa del referéndum afecta a todo el que quiera soberanía – mandar con autonomía - en su alimentación, la producción energética, el sistema educativo y sanitario, el territorio... el espacio público, el urbano y el mediático. La gente de a pie sabe que las banderas no se comen, repudia las puertas giratorias, la privatización de las escuelas y los hospitales, las leyes mordaza... los medios públicos que son, en realidad, gubernamentales. Esa mayoría social tomó las plazas y la Red el 15M. Pero venía de largo.

6.- El 13M de 2004, las multitudes convirtieron la jornada de reflexión en la denuncia de que no se podía votar sabiendo la verdad de los atentados en Madrid. V de Vivienda denunció la desprotección del derecho (humano y constitucional) a techo, imputándola a la degradación institucional (corrupción) y del territorio. La ocupación de las plazas y las redes digitales alcanzó su clímax quincemayista en 2011: otra jornada de reflexión celebrada en las plazas. Un grito de silencio desmontó el paripé electoral del turnismo y el duopolio PP-PSOE.

El 15M denunciaba la suspensión por J.L. R. Zapatero (con apoyo del PP) del artículo 135 de la Constitución. Entonces, ambos partidos rompieron el guion constitucional. Eliminaron (con el placet de los entonces "catalanistas") la economía social de mercado (que en Catalunya sufrió los peores recortes).

En vísperas del 1-O, el PP ha dinamitado el sistema autonómico (con la aquiescencia del PSOE y Ciudadanos). Aplican el artículo 155 sin reconocerlo. Han detenido a cargos de la Generalitat y privado a un autogobierno legítimo de la capacidad de gestionar sus recursos. A los partidos políticos, favorables a alcanzar un referéndum pactado, les impiden reunirse. El derecho de reunión se venía vulnerando sistemáticamente entre manifestantes y huelguistas. Ahora se pone en suspenso para los cargos electos.

7.- La defensa del referéndum se extiende entre los españoles y españolas que sienten la amenaza de una lepenización a la española. Les aterra quedarse sin Catalunya y bajo el yugo del PP. E imaginan, junto con muchos catalanes, que la antigua CiU será feliz cuando disponga de un Macron como candidato a presidente de la república catalana, por el PdCat. Populismo nacionalista en ambos bandos. Involucionista en la España-cortijo y ultra-liberal en la masía-Catalunya.

Los derechos se defienden ejerciéndolos. Llegados aquí, no parece quedar otra. Lo importante en términos democráticos, en España y Catalunya, es que el 1-0 haya una votación masiva. De la forma que sea. Llevamos tiempo votando en las plazas y en la Red.

Abandonamos su viejo teatro. Inhabilitamos la comandancia del búnker. Desertamos de las trincheras. Y a campo abierto, sin armas ni coraza, peleamos por los derechos que nos niegan. Desbordar es convocar una mesa de diálogo entre cargos electos, al margen de los bozales y las mordazas del 78. Desbordar es saltarse el cerco mediático, uniendo plazas, redes... y urnas.

No recomendaré un voto concreto, en un referéndum que corresponde a otros y otras. Apenas confío en que, por una u otra vía, la ciudadanía catalana vote masivamente. Lo que sea.  Y como pueda: con papeletas imprimidas en casa, sufragios online, con los cuerpos manifestándose o acampados...

Confío en que los que se sientan españoles les respalden y no les den la espalda. Se la estaríamos ofreciendo al PP, para que siga cosiendo a puñaladas la democracia. Y, cualquiera con dos dedos de frente y uno de buena fe, sabe que dándose la espalda nunca se recuperó o se recompuso una relación.

Les dejo dos bonus, dos bolas extra, para que arranquen a jugar. Un manifiesto que me remitió un colega universitario catalán (le solían tachar de charnego) en favor del referéndum. Y de otro colega norteamericano que me enviaba una versión de L'Estaca en yiddish, "el idioma de mis abuelos oprimidos". Creo que ninguno de ellos hubiera votado SÍ. Ahora ya no estoy seguro de lo que harían. Pero seguro que votan. Y les animo a hacerlo.

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