Dominio público

Reorientarse hacia la construcción de un proyecto de izquierdas en el nuevo ciclo político

Gonzalo Caro

Politólogo y miembro de la Coordinadora Regional de Izquierda Unida de Madrid

Carmen Domínguez

Profesora de la UCM y es miembro de la Colegiada Federal de Izquierda Unida

Cualquier lectura conectada con la realidad de los resultados alcanzados por las fuerzas denominadas del cambio, y en especial de quienes formamos parte de Izquierda Unida, debería estar movida por una alarma y una voluntad de modificar el curso de acción que nos ha llevado hasta el punto en el que estamos hoy.

Las alarmas se refieren al peligro de perder o sacrificar la base fundacional del proyecto de Izquierda Unida sin que se esté produciendo ni su mejora ni ampliación por otro sujeto, que sea capaz de sumar y llegar a las mayorías sociales, superando las posibles carencias históricas del proyecto.

La necesidad de reorientación proviene de la convicción de que es inaplazable implementar una profunda corrección de la línea política actual, a la vez que trabajamos en un proyecto estratégico centrado en los nuevos retos y necesidades que nuestra sociedad enfrenta.

El compromiso de renovación fue, de facto, asumido en los documentos de la XI Asamblea de IU con un amplio acuerdo, sin embargo, no solo los recientes resultados electorales, sino la desmovilización social y debilidad organizativa de nuestras asambleas de base, constatan que no hemos cumplido ni de lejos con los mandatos de la militancia. Existe una clara divergencia entre lo planificado y la realidad a pesar del empeño de parte de su dirección en ignorar este hecho.

En esta situación existen al menos dos caminos: enfrentar el estrechamiento del espacio electoral y sociológico a la izquierda del PSOE como un reto a batir, analizar de manera crítica los elementos que lo han producido y rectificar en consonancia la línea política, o insistir en una huida hacia adelante que, de manera miope, sólo contemple dos agentes, IU y parte de Podemos como el espacio político y organizativo que debe servir como sustrato para los próximos pasos.

El modelo de confluencia

Los resultados de las elecciones del pasado 26 de mayo dejan una conclusión clara: el fracaso sin paliativos del modelo de confluencia inspirado en el acuerdo marco para concurrir a las elecciones municipales, autonómicas y europeas firmado por Podemos, Izquierda Unida y Equo. Esta afirmación de fracaso no es solo fruto de los resultados electorales del 26 de mayo, sino que las direcciones responsables de aplicar el citado acuerdo no han visto cumplido el objetivo que se planteaba en su propio texto.

Izquierda Unida, Podemos y EQUO hemos competido electoralmente entre nosotras mediante diversas fórmulas y combinaciones en las elecciones de 7 Comunidades Autónomas, y en una mayoría de municipios. Tampoco hemos conseguido concurrir conjuntamente las tres organizaciones a las elecciones al Parlamento Europeo. Este acuerdo marco tampoco ha logrado frenar la fractura de lo que se viene llamando el espacio del cambio, ni de integrar a buena parte de lo que se denominaron "fuerzas y plataformas municipales hermanas" que hemos visto cómo se han atomizado a lo largo y ancho del estado. Por tanto, con los datos en la mano, y hubiera sido cual hubiera sido el resultado de las elecciones, queda claro que dicho acuerdo marco no logró cumplir sus objetivos, y que es necesaria una profunda reflexión sobre los motivos que vayan más allá de echar la culpa a los territorios o a las beses y a reales o pretendidas fobias.

Entrando en los resultados: es importante establecer que han sido malos, tanto en aquellos lugares en los que se ha confluido de manera conjunta, como en aquellos en que se ha concurrido por separado. Hay defensores de un resultado que pueden esgrimir que si se hubiera concurrido en todos los sitios con mayor unidad y con menos conflicto entre organizaciones en los territorios se hubieran podido obtener mejores resultados; quienes defienden la posición contraria, argumentan que por separado con una marca única en todo el estado y común a los 3 procesos electorales, con mayor visibilidad de Izquierda Unida y con una coherencia de discurso, los resultados hubieran podido ser mejores. No obstante perderse en escenarios posibles ahora mismo no producirá más que más desencanto, melancolía y conflicto interno.

Debemos reflexionar sobre qué elementos han permitido en otros lugares del estado como Zamora, Córdoba o Segovia, en los que IU ha concurrido en solitario, o en lugares como Cádiz en los que se ha concurrido en confluencia, tener unos resultados sensiblemente mejores a los que hemos podido obtener en muchos lugares del estado. También abordar la pérdida de "sólo" el 25% de los votos de Adelante Andalucía en las elecciones autonómicas de diciembre frente al más del 50% en algunos lugares del modelo Unidas nos obliga a identificar los elementos que han motivado estos mejores resultados y buscar la manera de reproducirlos en el conjunto del estado.

Creemos también necesario reseñar lo que se aprobó respecto a la unidad popular y la confluencia electoral en la XI Asamblea de Izquierda Unida:

"El objetivo es configurar un Bloque Social y Poli?tico de carácter alternativo para sustentar la estrategia de ruptura democrática y social para un proceso constituyente. Y la estrategia es avanzar en la ma?s amplia unidad popular, en un sentido completo y no so?lo electoral, y debemos aplicarnos en concretarla y desarrollarla en el pro?ximo ciclo poli?tico.

Se trata de crear un espacio social y poli?tico de convergencia, que sume e integre a todos estos agentes en un proyecto alternativo, en un movimiento para la transformacio?n social. Y que esta integración se haga desde el reconocimiento y la suma de las diferentes aportaciones, experiencias y recursos de las diferentes organizaciones, en un marco de igualdad en cuanto a su legitimidad y de democracia directa en la toma de decisiones."

El modelo de confluencia desplegado hasta ahora no se ha sustentado en estos principios, ni se ha desarrollado ningún tipo de unidad más allá de lo electoral, ni tenemos un espacio que reconozca y sume las distintas aportaciones, ni tampoco se ha hecho en un marco de igualdad donde las decisiones se tomen mediante mecanismos de democracia directa. Es imprescindible reconocer que no ha sido posible poner este modelo en marcha, y trazar una hoja de ruta que sea fiel a las posibilidades reales y al contexto.

Respecto al momento político que vivimos debemos reconocer que no es el de 2015 en el que se escribió el documento de la XI asamblea. Hoy parece que la denominada crisis de régimen se encuentra al menos en un intento de cierre reformista sino es que se ha cerrado ya, dadas las siguientes circunstancias:

En el seno de la Unión Europea se ve claramente: socialdemócratas, liberales y verdes se conjuran para reducir el poder de los populares en las instituciones europeas que dependen del Parlamento Europeo, mientras pretenden escenificar un aislamiento a las distintas expresiones de extrema derecha e instalan un debate en el seno de las fuerzas de la izquierda transformadora. Dicho debate se da entre participar del juego y por tanto aceptar las normas de la UE que viene criticando o bien quedar aislada y arriesgarse a ser irrelevante.

El mismo dilema, aunque con aparente mayor resistencia, se intenta implantar en el estado español, las élites buscan un acuerdo que conjure una combinación de apoyos y abstenciones que dé a luz un nuevo bloque de partidos en el que se excluya formalmente a VOX y a las fuerzas independentistas (pretendiendo equipararlas) de los gobiernos municipales y autonómicos, pero manteniendo la influencia que le proporciona ser eje pivote de mayorías parlamentarias. El broche de esta jugada implica incorporar a una buena parte de lo que fue el espacio del cambio a participar de ese nuevo acuerdo, neutralizando y marginando a los sectores más rupturistas de dicho bloque.

Se debe reseñar también que el gran vencedor de este ciclo electoral y del periodo iniciado desde que se apoyara la moción de censura al Partido Popular, ha sido sin la menor duda el PSOE.  Es necesario hacer el análisis de si se participó en la moción de censura con una estrategia clara o si simplemente se improvisó, y analizar qué efectos ha tenido el entusiasta apoyo a "los presupuestos más sociales de la historia" así como la insistente llamada por parte de nuestro principal socio a formar parte de un gobierno con el PSOE en plena campaña electoral de europeas, municipales y autonómicas, que en general ha sido respondido por nuestra parte con mensajes en el mejor de los casos erráticos y de escasa contundencia.

Esta victoria no es patrimonio exclusivo de España sino que en el conjunto de la Unión Europea, Socialistas, Verdes y liberales terminan saliendo victoriosos del enfrentamiento con la extrema derecha, mientras nosotros y nuestros socios históricos lo hacemos tremendamente debilitados, se hace necesaria que esta reflexión la elevemos al contexto europeo y también global.

El reto urgente por tanto ahora no es el de plantear una ofensiva a corto plazo como se pensaba en 2015 sino reorganizar las fuerzas, e ir reconstruyendo las condiciones de organización, movilización y pedagogía social que permitan volver a pasar a la ofensiva, especialmente si se producen acontecimientos en un futuro próximo que lo faciliten. También tenemos la tarea de abordar el retroceso teórico, organizativo y práctico que estamos viviendo en nuestra acción cotidiana. Para todo ello tenemos el convencimiento que, Izquierda Unida con su militancia y su implantación territorial, es indispensable para identificar las fuerzas y sectores sociales con los que llevar a cabo la unidad de acción necesaria para transformar la sociedad, así como los retos futuros. Debemos hacerlo alejados de prisas por encontrar el atajo que nos permita sobrevivir a los próximos seis meses, y hacer una reflexión serena para poder afrontar los desafíos que se nos presentan para las próximas décadas.

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