Dominio público

Reforma laboral: es el momento de desandar el camino

Paloma Vega López

Secretaria de Organización. CCOO de Madrid

Un nuevo Gobierno de España está obligado a abordar de forma prioritaria y urgente asuntos de gran calado. El primero, por sus consecuencias sobre la vida de los trabajadores y trabajadoras de este país, es decir, de la inmensa mayoría ciudadana, debería ser el del empleo. La situación actual del mercado de trabajo es insostenible y provoca un enorme sufrimiento individual y social debido a la precariedad tanto de las condiciones laborales como de los salarios, además de niveles de pobreza muy preocupantes y una desigualdad vergonzosa. Todo ello, no olvidemos, en uno de los estados de la eurozona donde la recuperación económica está siendo más enérgica.

Desde que en febrero de 2012 se aprobara la última reforma laboral mediante Real Decreto-ley, en un contexto de mayoría absoluta del gobierno del Partido Popular, ha transcurrido tiempo suficiente para evaluar su impacto.

CCOO ya planteó en su momento que dicha reforma, que llevaba implícita un desequilibrio temerario y premeditado en las relaciones laborales, no sólo no iba a solucionar los graves problemas que afloraron con la Gran Recesión, sino que dejaba a la parte más débil sin una de las herramientas fundamentales para la defensa de sus intereses: la negociación colectiva. Se especuló entonces, torticera e interesadamente, con que la oposición radical de los sindicatos de clase a esa reforma se sustentaba en que perdíamos poder. Basta de engaños y de juegos tramposos de palabras. No son las organizaciones quienes pierden poder, sino sus representados y representadas, esto es, la clase trabajadora. ¿Quién si no? ¿Quién iba a pagar los platos rotos en un contexto de capitalismo salvaje y desregulación? Por eso disputábamos con ahínco, y ahí seguimos, el derecho a la negociación colectiva como garante de condiciones laborales dignas y como defensa de los intereses colectivos de trabajadores y trabajadoras.

Han pasado siete años de aquel Real Decreto-ley del PP. El resultado es que el mercado laboral español es un enorme desastre, con grandes bolsas de precariedad que incrementan y agravan una desigualdad que, especialmente en algunas comunidades, como la de Madrid, corre el riesgo de cronificarse. Por supuesto que no hay una sola causa que explique esta preocupante realidad, pero es indiscutible que la prevalencia del convenio colectivo de empresa sobre el sectorial, la falta de control por parte de la Administración en los procesos de regulación de empleo, o el hecho de que las empresas no tengan que acreditar situaciones críticas para proceder a modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo, entre otras, han sido en gran parte –lo siguen siendo– culpables del deterioro de la calidad del empleo actual. Un escenario que se agrava por momentos con la irrupción de nuevas, y hasta hace poco desconocidas, realidades productivas que traen consigo una explotación descarada que creíamos definitivamente desterrada. Es la prueba de que no debemos dar nada por conquistado.

Recuperar el diálogo

Por eso CCOO insiste y reivindica con contundencia la necesidad de desandar el camino de una durísima y amarga reforma laboral que condena a trabajadores y trabajadoras a la precariedad y pérdida de sus derechos, e incrementa el desempleo. No existen razones objetivas que justifiquen su permanencia en nuestra legislación. Necesitamos emprender el camino hacia un modelo de relaciones laborales en el que prevalezca lo colectivo sobre lo individual, la única manera de garantizar la igualdad y la cohesión social tan necesaria en cualquier comunidad.

Nos corresponde a los agentes sociales en general, y a los sindicatos de clase en particular, poner de nuevo en valor los resultados positivos del diálogo social y de la mejora de las condiciones laborales con acuerdos que favorezcan la recuperación de derechos y que corrijan los desequilibrios provocados por la explosiva mezcla de reformas laborales y políticas neoliberales.

CCOO emplaza a las fuerzas políticas progresistas a comprometerse con los trabajadores y trabajadoras, sin más dilación, a que promuevan y consoliden espacios de diálogo y de acuerdos permanentemente abiertos con las organizaciones sindicales y que cumplan con el compromiso adquirido con la ciudadanía de derogar la reforma laboral.

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