Dominio público

La mayor traición

Luisa-Marie Neubauer

Integrantes del movimiento juvenil por el clima Viernes para el Futuro (Friday for Future)

Beth Irving

Angela Valenzuela

Una nueva década ha comenzado y los científicos nos dicen que la que acaba de terminar ha sido la más cálida de la historia. ¿Traerá esta nueva década por fin esperanza y una nueva era de acción que enfrente la emergencia planetaria? ¿O será una década perdida, la última entonces, que condenará a nuestra generación a vivir en un planeta inhabitable?

Los efectos en el clima de la quema de combustibles fósiles son conocidos desde antes que nosotras naciéramos. Sin embargo, las empresas de combustibles fósiles lo han negado repetidamente y aún hoy financian a los negacionistas del cambio climático.

Muchos países y organismos están declarando la emergencia climática. Incluso el Foro Económico Mundial que se celebra esta semana en Davos, a donde los altos ejecutivos vuelan en jets privados, dice que los cinco principales riesgos para las empresas están relacionados con la emergencia climática y ambiental.

La vida en la tierra está en crisis, los científicos están de acuerdo en que hemos entrado en un período de rápido colapso climático. Nos encontramos en medio de una extinción masiva de la que somos responsables.

Entonces, ¿por qué siguen aumentando las emisiones de carbono? ¿Por qué las negociaciones internacionales sobre el clima fracasan? Los culpables son esas mismas  empresas de combustibles fósiles que se reúnen en Davos.

Las cinco mayores empresas de petróleo y gas que cotizan en bolsa han gastado en lobby y relaciones públicas más de mil millones de dólares desde el Acuerdo de París, negociado hace un lustro. Han destinado este dinero a retrasar, controlar y bloquear políticas para abordar el cambio climático. ExxonMobil, la compañía petrolera más grande del mundo, conocía ya en1981 los impactos de los combustibles fósiles en el cambio climático, mientras que Shell, que también se encuentra entre las mayores compañías petroleras del mundo, lo sabía desde la década de 1950. Pero en lugar de actuar, gastaron millones de dólares durante décadas para sembrar dudas. Hoy fingen que les gustamos.

El hecho de que supieran, mintieron y no tomaron medidas para evitar el colapso del clima es la mayor traición generacional de la historia. Traición a nuestra generación y al futuro. Y aún hoy continúan extrayendo más combustibles fósiles.

Nuestros políticos y sociedades todavía no actúan como se debe actuar ante una emergencia. Los jóvenes nos hemos manifestado por millones en las calles, nos hemos dirigido a líderes mundiales en las negociaciones sobre el clima de la ONU. Nos hemos reunido con primeros ministros, presidentes e incluso con el Papa. Hemos pasado cientos de horas participando en debates y hablando con periodistas y cineastas, también en Davos. Nos han ofrecido premios por nuestro activismo.

Sin embargo, la traición se perpetúa porque las empresas ricas y poderosas de petróleo, carbón y gas están presionando, anunciándose e incluso patrocinando las negociaciones de la ONU sobre el clima. Estuvimos en la COP25 donde los lobistas de Shell, BP y Chevron participaron en eventos dentro del centro de conferencias, tratando de convencer al mundo de que continúe extrayendo combustibles fósiles. Entre los patrocinadores estaba Endesa, la compañía más contaminante de España, gigante del carbón y del gas, además de otras empresas de energía sucia y bancos que financian la industria de los combustibles fósiles.

Para poder tener un futuro tenemos que hacerles frente ahora. Necesitamos expulsar de la política a los lobistas de la industria de los combustibles fósiles y mantenerlos alejados de nuestros políticos. Ellos están quemando nuestra casa y no tienen ninguna intención de apagar las llamas.

En lugar de escuchar, los gobiernos ricos han pasado más de dos décadas protegiendo los intereses de los mayores contaminadores. Han primado los miles de millones de beneficios anuales de la industria del petróleo y el gas sobre los miles de millones de personas ya afectadas. El fracaso de la COP25 es una prueba más, si es que se necesitan más pruebas.

Para que tengamos una posibilidad realista de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 1.5c, necesitamos dejar de quemar combustibles fósiles ahora,  dejar de financiarlos y liberar a nuestra política de la industria de los combustibles fósiles y sus grupos de presión.

El primer paso puede ser expulsar a los contaminadores de las negociaciones de la ONU sobre el clima. Gobiernos que representan casi el 70% de la población mundial, los más vulnerables a las sequías e inundaciones, ya han pedido que no se admita a los grandes contaminadores en las negociaciones sobre el clima de la ONU. En Europa, s de 200 organizaciones han exigido  a la UE y a los distintos gobiernos una Política Libre de Combustibles Fósiles.

Eso significa poner fin al acceso de la industria de los combustibles fósiles a los órganos de toma de decisiones políticas y rechazar las asociaciones con dicha industria, incluido el patrocinio de eventos como las negociaciones sobre el clima de la ONU. La decisiva COP de este año se celebrará en el Reino Unido, la capital europea de los subsidios a los combustibles fósiles. Debemos exigir una COP26 libre de combustibles fósiles.

Durante décadas, las compañías de combustibles fósiles y sus grupos de presión han negado la ciencia y han retrasado, debilitado y saboteado la acción climática. Recaudaron miles de millones en beneficios, mientras calentaban el planeta y destruían comunidades enteras. Su modelo de negocio está matando nuestro presente y nuestro futuro.

La gran traición debe terminar ya.

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