Dominio público

Fernández Díaz y el quinto mandamiento (no matarás)

Ana Pardo de Vera

Fernández Díaz y el quinto mandamiento (no matarás)
El exministro de Interior Jorge Fernández Díaz, a su llegada a la comisión de investigación del Congreso. EFE

El domingo pasado, en el programa El Suplement de Catalunya Ràdio, Roger Escapa hizo una interesantísima entrevista al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La gravedad de sus afirmaciones sobre las cloacas de Interior, Villarejo o el papel del Gobierno de Rajoy en Catalunya el 1 de Octubre de 2017 habría ocupado portadas de los informativos si en este país se valorase algo la democracia incompleta que tanto sufrimiento, sangre y vidas costó conseguir. También la que deberíamos reivindicar ahora si queremos detener la involución general en la que estamos metidos.

No parece que sea el caso, y así, en lugar de ir avanzando en la justicia social que nos ha arrebatado el furor neoliberal planetario, al tiempo que completamos el proceso de transición del Estado, encontramos en las instituciones agujeros negros interconectados que parecen no tener fondo ni solución alguna, por más que se empeñasen en buscarla (de momento, no lo hacen) nuestros gobiernos.

Eso vino a confirmar Fernández Díaz el domingo, con su entrevista en El Suplement, a razón de la publicación de su libro-novela Cada día tiene su afán. Una mirada a 40 años de vocación política (Península). El exministro del Interior dio cuenta de su versión de la mal llamada policía patriótica y de las grabaciones que destapó Público en 2016 y que le incriminaban directamente en gravísimos delitos de Estado con un cinismo que, ya en sí mismo y viniendo de quien ocupó las responsabilidades conocidas, debería ser constitutivo de delito.

Casi sobra relatar que Fernández Díaz negó, como siempre, cualquier tipo de conocimiento del comisario Villarejo, al que apenas habría saludado un par de veces con un apretón de manos, dijo. El exministro aseguró con vehemencia que jamás supo de la existencia ni contribuyó a organizar policía patriótica alguna y que nada más lejos de su intención ultracatólica -confirmó ser miembro del Opus- que la de fabricar documentos falsos con esta policía de cloaca contra adversarios políticos del PP, fueran Podemos, los independentistas catalanes o aquellos que destaparan la corrupción del partido desde el partido, como el extesorero del PP Luis Bárcenas.

Nada, él no sabía nada. Por negar, negó hasta que él pronunciara la ya famosa frase "La Fiscalía te lo afina", recogida claramente en las grabaciones de Público. Fernández Díaz, pese a que Escapa le hizo escuchar varias veces el nítido fragmento de la grabación, inventó esta vez que él decía "La Fiscalía, en fin, ha...", queriendo continuar con un "...go una gestión" ("La Fiscalía, en fin... hago una gestión"). El exministro íntimo de Rajoy resultaba tan penoso, tan ridículo en su negativa inventada, que una misma, en un arrebato de compasión, le habría palmeado la espalda y dicho: "Ya pasó, Jorge, déjalo. No te hagas más daño, te van a echar de la Obra por mentir [prohibición recogida en el octavo mandamiento de los diez de la Ley de Dios, "No dirás falso testimonio ni mentirás"].

Pero no. No ha pasado. De hecho, sigue pasando: este mismo lunes desayunamos con la noticia de los 500.000 euros de los fondos reservados del Estado (dinero de usted) utilizados por el Ministerio del Interior del mismo Jorge Fernández Díaz (ministro que autoriza en último término el uso de esos fondos) para lanzar un operativo contra Bárcenas que anulase cualquier posibilidad de probar la corrupción del Partido Popular. Por supuesto, la operación (Kitchen) corrió a cargo de esa policía patriótica liderada por el jefe de la UDEF, Eugenio Pino, y de la que el católico Fernández Díaz decía no saber nada.

"Llegados a este punto cabe preguntarse cuánto de interés hay en España por adecentar todos los rincones del Estado, por donde campan sujetos como Villarejo o Pino mimados por los Fernández Díaz de turno"

Llegados a este punto, y más allá de las responsabilidades de cada uno, cabe preguntarse cuánto de interés hay en esta España nuestra por adecentar todos y cada uno de los rincones del Estado, por donde campan sin escrúpulos sujetos como Pino o Villarejo, con su plaza y sus medallas. Parásitos antidemocráticos de los que se aprovechan quienes llegan al poder político sin más afán que mantenerse como sea y sin consecuencia alguna más que el capón que podamos darle los ciudadanos/as cada cuatro años en las urnas.

Repasemos: los del "¡Venezuela!" por tierra, mar y aire (sobre todo, que le digan a Ábalos...) y los del "EH-Bildu es ETA", se han financiado ilegalmente -o al menos, ilegítimamente por ausencia de regulación-, seguramente, desde que Alianza Popular (AP) cogió carrerilla con Fraga hasta que se destapó la Púnica de Granados, en 2014. Que sepamos. Además, y según consta en las grabaciones de este diario o en las investigaciones sobre la operación Kitchen, el Partido Popular ha hecho todo lo que estuvo en su mano, sus ordenadores o en los de los poderes públicos que ha manejado (no pocos) para frenar interferencias en sus mandatos y tapar su corrupción interna. Todo ello, por supuesto, sin reparar en tonterías legales, éticas o democráticas, nimiedades si se considera el bien supremo objetivo de sus actuaciones mafiosas: su poder absoluto. Hijos de su padre.

"Si no se empieza ya la demolición de las estructuras del Estado contaminadas, llegará un momento en que el muro crecerá tanto, a lo largo de sus delitos y a lo ancho de sus silencios, que será imposible de derribar"

El descaro delictivo de Fernández Díaz el domingo en Catalunya Ràdio, negando la mayor y recordándonos a todos la gravedad de las cloacas -y lo que es peor, la duda sobre su trascendencia-, y la noticia de la Cadena Ser informando del uso de fondos reservados por el PP para tapar sus miserias de bajos fondos no pueden seguir siendo una piedra más de la muralla acumulativa que nos está impidiendo acceder a una democracia completa en España. Si no se empieza ya la demolición de las estructuras del Estado contaminadas, llegará un momento en que el muro crecerá tanto, a lo largo de sus delitos y a lo ancho de sus silencios, que será imposible de derribar. Entonces, unos gobiernos se justificarán sobre las acciones ilegales y antidemocráticas de los anteriores, los anteriores callarán y nadie en el poder tendrá por qué rendir cuentas. Y el muro seguirá creciendo y la democracia mermando.

"De poco sirve un poder ejecutivo progresista si se cambian los puestos políticos y los nombres de los ministerios mientras el venenoso colchón institucional sigue siendo el mismo y bien engrasado"

De poco sirve un poder ejecutivo progresista si se cambian los puestos políticos y los nombres de los ministerios mientras el venenoso colchón institucional del Estado sigue siendo el mismo y bien engrasado. A Villarejo le seguirá otro oscuro comisario en una versión mejorada; protegido, además, por leyes a medida que se irán diseñando por quien espera su turno para devolver al Estado a su sitio: el del 78 o más atrás, con los agujeros negros en donde se hace la verdadera ‘política’.

Zapatero dijo en una entrevista en Público, en un genuino alarde de franqueza, que cuando se enteró de la existencia de Villarejo, no se lo podía creer. ¿Ese comisario ahí, en mi Gobierno, actuando con más alcance que su presidente? Y tanto.

Porque los políticos, cómplices o no, van pasando. Mientras, si no se hace nada, las cloacas del Estado permanecen, se refuerzan y la democracia acaba muriendo (quinto mandamiento: "No matarás").

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