Dominio público

El voto de las mujeres

Carmen Montón

CARMEN MONTÓN

03-01.jpgNo hay duda de que en estas elecciones, más que nunca, el voto de las mujeres no es sólo importante, sino que va a resultar decisivo. A esa evidencia debió responder el alegato final que Mariano Rajoy leyó en el primer debate con José Luis Rodríguez Zapatero.

Pese a la mala interpretación que hizo del guión que le habían preparado, parece deducirse que pretendía conmover el corazón de las mujeres y las madres.

En esa última intervención sólo le faltó decir de esa inventada niña modélica e ideal que "será una buena mujer de su casa". El resultado, en todo caso, es que la fábula le quedó algo cursi e incluso machistoide.

El candidato del PP dejó en el aire muchas dudas sobre lo que le ocurriría a esa niña en el caso improbable de que Rajoy ganara las elecciones. Las dudas se convierten en preguntas concretas con respuestas evidentes si se tiene en cuenta cuál ha sido su trayectoria personal y la de su partido, especialmente, en los últimos cuatro años en la oposición.

Como por ejemplo: ¿La niña modélica e ideal de Rajoy podría ir a un colegio público y laico? ¿Podría tener padres inmigrantes? ¿Podría ser lesbiana y casarse? ¿Podría abortar? ¿Podría inseminarse artificialmente para –con las células madre del cordón umbilical del futuro hijo– ayudar a un hermano? O, simplemente, ¿podría estar a favor de la ley de igualdad que defiende sus propios derechos?

A esa niña tendría que explicarle Rajoy que su partido presentó un recurso de inconstitucionalidad contra leyes que pretendían aumentar sus derechos. Especialmente contra la Ley de Igualdad que facilita la presencia de las mujeres en candidaturas, en instituciones y hasta en empresas. Que penaliza a quien discrimine a las mujeres y que facilita la conciliación de la vida familiar y laboral para que los hombres se impliquen en el cuidado de los hijos.

Todo eso quiso anularlo el PP con su recurso.

Rajoy tendría que explicarle a esa niña que el Tribunal Constitucional rechazó su recurso contra la Ley de Igualdad con la misma contundencia con la que, probablemente, archivará el que presentó contra la que le permite casarse con personas del mismo sexo.

Más allá de lo cursi, lo peor de todo es que el PP busque ahora desesperadamente el voto de las mujeres, a pesar de que el discurso de género y de la igualdad de las mujeres le viene grande y contra el que constantemente se rebela. En campaña intenta mantenerse en los parámetros de lo que considera políticamente correcto, aunque casi nunca lo consigue.

Rajoy vuelve a impostar y fingir para ganar votos. Su problema es que se le nota demasiado que todo es una artimaña para intentar ganar las elecciones.

Esa estrategia esconde un concepto peculiar de la democracia, basado en una opinión lamentable de los electores, y en concreto de nosotras las mujeres, ya que considera que con una mala interpretación de un guión escrito por otro puede borrar una trayectoria política consolidada. Las y los socialistas tenemos un concepto mucho más elevado de las mujeres, a las que Rajoy falta al respeto ahora.

Además, no lo hace poniéndose de nuestro lado y asumiendo los valores de la defensa de los derechos de las mujeres. Ni siquiera lo hace buscando la impresión de que adopta un nuevo discurso basado en la igualdad, aunque fuera de una forma falsa.

Rajoy pretende convencernos y hacernos ver que todas las que luchamos y, lo más importante, todas las que antes que nosotras han luchado por la igualdad, no tenían razón y que eso de la igualdad de derechos es una cuestión de ideas excéntricas a la par que innecesarias.

Ya lo dice Esperanza Aguirre cuando asegura, en nombre de una supuesta defensa de la igualdad, que ella está en contra de todo tipo de discriminación, incluida la "discriminación positiva" de las mujeres. O Javier Arenas, que habla de las "dichosas cuotas" o Esteban González Pons, que pide a las candidatas que "se bajen de los tacones" para hacer política.

Ahora, por haber sido cuatro las mujeres asesinadas el mismo día, aparece en campaña el machismo criminal y el PP comienza a utilizarlo electoralmente.

El martes viví la amarga experiencia de palpar de cerca el dolor de esa violencia, porque por azar me encontraba en Cullera, a unas calles de donde fue asesinada una de esas mujeres. Como valenciana, quiero hacer, con rabia contenida y sin demagogia, una amarga y triste crítica a lo que hace desde el Gobierno autonómico el PP en la Comunidad Valenciana: no presentó en 2007 ningún proyecto para ser subvencionado por el Gobierno central contra la violencia de género, no ha puesto en marcha las unidades de valoración forense y ni siquiera ha firmado el convenio del teléfono 016 de denuncia de la violencia contra las mujeres.

Conociendo como conozco esta lamentable situación de desidia en mi comunidad poca credibilidad le puedo dar a aquello que diga Rajoy en campaña electoral respecto a ampliar medidas que combatan esta lacra social.

Este año el 8 de marzo no saldremos a la calle como tantas veces hemos salido a manifestarnos a favor de la igualdad de derechos, porque es el día de reflexión. Lo haremos el día antes, pero propongo a todas las mujeres y a todos los hombres que creen en la igualdad que este año celebremos el 8 de marzo por la igualdad, sobre todo, en las urnas. Que vayamos a votar masivamente al día siguiente, el 9 de marzo, para que la próxima legislatura también sea la legislatura de la igualdad.

Una nueva legislatura de la igualdad en la que también tendría cabida la niña de Rajoy, esa que no tiene complejos en Europa, que es heraldo de la libertad y que no tiene miedo a la confrontación de ideas. Una niña que estoy segura no votaría al PP.

Carmen Montón es candidata del PSOE al Congreso por Valencia

Ilustración de Javier Olivares 

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