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¿Por qué seguía Pérez de los Cobos ahí?

ANA PARDO DE VERA

¿Por qué seguía Pérez de los Cobos ahí?
Pérez de los Cobos. EFE

El coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos es una de las figuras de referencia de la (ultra)derecha patria, pero antes fue el agran aliado técnico de Alfredo Pérez Rubalcaba durante la lucha contra ETA desde el Ministerio del Interior, que el cántabro ocupó entre 2006 y 2011, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que tuvo como prioridad absoluta acabar con la banda terrorista. Rubalcaba fue la bestia negra de la derecha del PP de Rajoy, mientras que contaba con la estrecha cooperación y amistad de Pérez de los Cobos; también contó con su controvertida experiencia como agente de la Guardia Civil en Euskadi durante los 90.

Entonces, en 2006, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ordenó reabrir el caso Faisán, un chivatazo a etarras para evitar detenciones y no complicar las conversaciones de paz del Ejecutivo Zapatero con ETA por el que fueron condenados a dos años y medio de cárcel el jefe de Policía Pamies y el inspector Ballesteros, con gran enfado de Rubalcaba y los sindicatos policiales. El caso Faisán fue una de las grandes municiones del PP de Mariano Rajoy contra Rubalcaba, jefe político del coronel Pérez de los Cobos; Marlaska fue entonces un héroe para la derecha por reabrir justo entonces un caso en stand by de Baltasar Garzón, en misión internacional. El hoy ministro del Interior fue propuesto por el PP como vocal del Consejo General del Poder Judicial en 2013.

Es necesario poner en contexto el trabajo de cada cual en cada momento y hacer memoria sobre las responsabilidades de cada quién en uno u otro acontecimiento no solo en función del cargo que se ocupa, sino también de los valores que defiende. La memoria no solo es histórica y, en este caso, pone sobre la mesa el vulgar cinismo del partidismo más rastrero, pero también la debilidad de los partidos frente a un Estado conservador muy bien armado en base a altos funcionarios que deambulan por la Administración ocupándose de que nada cambie para que todo siga igual. Diego Pérez de los Cobos es uno de ellos y Fernando Grande-Marlaska, salvando las distancias ideológicas, otro. El problema para este último es que ha ido a meterse en el primer Gobierno de coalición tras el franquismo... ¡con Unidas Podemos de socio! Tachón para Marlaska desde la (ultra)derecha.

En lugar de ser coherente con el Gobierno progresista del que forma parte, Marlaska ha ido dando una de cal y otra de arena, dando tumbos a un lado y a otro con decisiones justas como la de reagrupar a los presos de ETA o mantener el campamento de inmigrantes en Arguineguín (Gran Canaria) en condiciones infrahumanas, como denunció el defensor del Pueblo. Teniendo en cuenta el historial de ceguera (un decir) del ministro del Interior frente a las torturas a presos bajo su custodia, denunciado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), los informes del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT),  varios de sus compañeros en la propia Audiencia Nacional y la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura, la decisión de Sánchez al ponerle al frente de Interior se ha demostrado hace tiempo un error de bulto.

Con tanto despropósito, parece inevitable que Marlaska acabara tocando fondo, encima, con el estrépito que acaba acompañando más tarde o más temprano a la incoherencia en los actos políticos. Cuando el magistrado de la Audiencia Nacional accedió a un departamento tan tocado por la etapa de las cloacas del PP, lo que más se esperaba de él era una contundencia histórica en la limpieza de la corrupción asimismo histórica en el seno de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado. Desde Público denunciamos la tibieza del ministro con esa basura institucional y su irresponsabilidad en 2019 al proclamar que ya no había cloacas en el Estado.

Entre todo este hacer que hago de Marlaska, ahora vienen las preguntas: ¿Qué pintaba aún en la Comandancia de Madrid durante el Gobierno de Sánchez el coronel encargado de fiscalizar los fondos reservados en el tiempo que transcurrió la trama Kitchen del PP? Este caso, recordarán, se juzga por un presunto uso de fondos reservados y cargos policiales durante el Gobierno Rajoy para espiar y manipular a Luis Bárcenas, extesorero del PP, tratando de impedir que pruebe que su partido se finació ilegalmente. ¿Qué hacía Pérez de los Cobos al frente de un puesto clave de la Guardia Civil después de haberse demostrado mediante sentencia absolutoria en la Audiencia Nacional al Mayor Trapero y sus colaboradores que durante el juicio contra el procés el alto mando policial en Catalunya tras aplicarse el art.155 C.E. mintió impunemente (la mentira de un testigo es delito) al culpar a los Mossos de desobediencia y sedición durante el referéndum del 1-O?

El pulso entre Marlaska, respaldado por el presidente del Gobierno, y Pérez de los Cobos, alto funcionario prototipo del gatopardismo ultraconservador del 78 (si no de más atrás...) carece de credibilidad más allá de un ataque de poder de ambos desde el momento en que el ministro del Interior mantuvo al coronel de la Guardia Civil en el puesto que le había asignado el Gobierno de Rajoy en 2018, nada más y nada menos que la Comandancia de Madrid. Los ataques de la (ultra)derecha carecen también de legitimidad desde el momento en que este Pérez de los Cobos es el mismo que fue asesor, confidente y amigo de Rubalcaba en la estrategia antiterrorista que puso fin a la banda en 2010, el Rubalcaba al que el PP atacó sin tregua junto a Zapatero ("Usted traiciona a los muertos") para luego llorarlo frente al féretro en 2019 con golpes en el pecho por la pérdida del "gran político".

La cuestión en el despido de Pérez de los Cobos que ha tumbado un juez (de momento) es que nunca tendría que haberse producido porque el coronel  no debería haber estado allí si el ministro al que correspondía Interior fuera el correcto e hiciera su trabajo: garantizar nuestra seguridad, sobre todo, frente a quienes dicen ejecutarla.

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