Ecologismo de emergencia

La reutilización de las aguas residuales depuradas

Santiago Martín Barajas

A partir de la sequía que sufrió España en los primeros años de la década de los 90, se inició y potenció la reutilización de las aguas residuales depuradas, como una forma de obtener unos recursos hídricos, que podrían resultar especialmente útiles durante los periodos de escasez de agua. Estas aguas, denominadas regeneradas, se obtienen a partir de las aguas residuales depuradas, tras un tratamiento terciario y una desinfección adicional, y se pueden utilizar tanto para el riego de parques, jardines y baldeo de calles, como para el regadío. Sin embargo, el grado de reutilización actual cubre menos del 10% del volumen total de vertidos depurados, quedando muy lejos de las previsiones del Plan Nacional de Reutilización (2010), cifradas en 998 hm3 anuales para 2015 y 1.403 hm3 para 2021. Efectivamente, el volumen de agua reutilizada en la campaña 2017/2018 fue de tan sólo 382 hm3, y además es una cifra que se mantiene más o menos estable desde hace aproximadamente 15 años. El estancamiento que está sufriendo la producción de aguas regeneradas tiene su origen principalmente en que su obtención conlleva un coste económico, que no es alto, pero que la mayoría de los regantes no están dispuestos a pagar, dado el reducidísimo precio que se paga por el agua en el regadío, con un coste medio actual de 0,084 €/m3 para ese uso. Sin embargo, ese precio tan reducido, aproximadamente 25 veces menor al que se paga de media para el abastecimiento a poblaciones, está produciendo un incremento continuado del consumo y, a consecuencia de ello, la sobreexplotación de nuestros recursos hídricos superficiales y subterráneos, en una gran parte del país. En este sentido, consideramos esencial que se incremente sustancialmente el precio del agua en el regadío, debiendo reflejar éste todos los costes ambientales, sociales y económicos que su obtención conlleva, de acuerdo con lo establecido en la Directiva Marco de Agua. Y además ayudaría a racionalizar bastante su uso y consumo en el sector agrario, que supone casi el 85% (INE, 2015) del consumo total de agua en España.

La reutilización de aguas residuales puede conllevar una serie de ventajas e inconvenientes. Por una parte, puede servir para sustituir recursos procedentes de fuentes convencionales, lo que contribuiría a aliviar la presión sobre los recursos hídricos superficiales y subterráneos. Asimismo, dado que el agua regenerada debe cumplir determinados niveles de calidad, puede servir de garantía para una adecuada depuración de las aguas residuales por parte de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR), que actualmente en un porcentaje importante, nada menos que del 35%, depuran de manera deficiente. Además, para el usuario de la misma supone la gran ventaja de que se trata de un agua "segura", que siempre va a estar disponible, con independencia de las condiciones climatológicas.

Sin embargo, su uso también puede conllevar unos daños ambientales importantes, al reducir el volumen de agua que va a parar a los cauces, pues no olvidemos que, debido a la sobreexplotación que soportan nuestros ríos, en bastantes cursos de agua de nuestro país las aguas residuales procedentes de las EDAR constituyen un porcentaje importante del caudal que llevan los ríos, especialmente durante los meses de verano. Resulta triste comprobar como cada vez más ríos en España, durante los meses de estiaje, empiezan a llevar agua a partir del vertido de las aguas residuales de las EDAR. Por ello, si debido a la reutilización se les retirara esas aportaciones, el estado de nuestros ríos empeoraría aún más. Por otra parte, la reutilización podría servir también para la creación de nuevos regadíos, con el impacto ambiental que ello produciría.

Por todo ello, desde Ecologistas en Acción consideramos que, para cualquier uso de agua residual depurada, solo debería autorizarse o conceder la reutilización del agua, exclusivamente para sustituir recursos procedentes de fuentes convencionales que se estén utilizando, de manera que se asegure que no se incrementan los consumos.

Asimismo, en el caso de los vertidos que vayan a parar al dominio público hidráulico, la reutilización únicamente debería realizarse en un porcentaje nunca superior al 10% del vertido total, y para utilizar únicamente en riego de parques, jardines y baldeo de calles. De esta manera se evitaría afectar aún más a nuestros ya maltratados ríos.

Sin embargo, de los aproximadamente 4.800 hm3 de aguas residuales depuradas que se generan anualmente en España (INE, 2017), 3.081 hm3 se vierten al dominio público hidráulico, mientras que 1.711 hm3 va a parar al dominio público marítimo-terrestre, en la mayoría de los casos mediante emisarios submarinos. Como podemos apreciar, se trata de un gran volumen de agua residual depurada que se vierte directamente al mar, sin ejercer en el mismo ninguna función ambiental positiva. El control social que puede realizarse sobre el nivel y calidad de la depuración de las aguas que se vierten con emisarios submarinos es muy escaso, y de hecho todo apunta a que la calidad de la depuración que llevan a cabo una buena parte de las EDAR que vierten sus aguas al mar es, en un alto porcentaje (desde luego bastante mayor que las que vierten a cauces), bastante deficiente. Por ello, desde Ecologistas en Acción consideramos que debería aumentarse sustancialmente la reutilización de las aguas residuales depuradas que se vierten directamente al mar, para los diferentes usos, eso sí, siempre que sustituyan recursos procedentes de fuentes convencionales que ya están siendo utilizados. De hecho, podrían servir para aliviar la sobreexplotación que actualmente soportan bastantes cursos de agua, así como acuíferos subterráneos costeros, que además sufren cada vez más la intrusión marina. Esta medida, aparte de contribuir a reducir la presión sobre los recursos hídricos superficiales y subterráneos, serviría para garantizar una adecuada depuración de esas aguas que se van a emplear en la reutilización.

Por otra parte, aquellos volúmenes que no se reutilicen, deberían dejar de verterse directamente al dominio público marítimo-terrestre. Para ello, se deberían crear pequeñas lagunas costeras próximas a las EDAR donde se viertan las aguas residuales depuradas, y de éstas pasar a continuación a verterse al mar, mediante un aliviadero o en su caso también con un colector.

De esta manera, una deficiente depuración podría ser detectada en poco tiempo, tanto por parte de la población como por las autoridades encargadas de hacer cumplir la normativa ambiental. En definitiva, se podría ejercer un control social eficaz sobre la calidad de la depuración que se lleva a cabo en las EDAR costeras, que ahora es muy difícil hacer y prácticamente no se produce. Asimismo, en determinados casos dichas lagunas podrían contribuir a la recarga de los acuíferos costeros y así frenar la intrusión marina, que tan extendida está por toda la costa mediterránea. En dichas lagunas debería favorecerse el desarrollo de la vegetación arbustiva y arbórea autóctona propia de ambientes ripícolas y de humedales, lo que contribuiría de manera significativa a mejorar la calidad de la depuración de las aguas. Además, estas lagunas costeras, con su vegetación autóctona, contribuirían a una mejora de la biodiversidad, tanto por las diferentes especies de invertebrados y vertebrados que habitarían de continuo en las mismas, como por su importancia como lugar de parada e invernada para bastantes especies de aves aves migratorias, que migran siguiendo la costa.

Volviendo a la reutilización de las aguas residuales depuradas, podemos concluir que, si se llevase a cabo en las condiciones anteriormente indicadas, podría ser de gran interés ambiental y social, tanto para aliviar la presión que soportan nuestros ríos y acuíferos, como para garantizar una adecuada depuración de las aguas residuales, una asignatura pendiente en nuestro país, y que de hecho ha llevado a que la Comisión Europea le haya abierto ya a España nada menos que cinco expedientes sancionadores.

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