Ecologismo de emergencia

Esclavos energéticos

Pepe Larios

Pepe Larios

Esclavos energéticos

 

Hasta la revolución industrial la única energía que podía usar la humanidad era la proveniente de la energía solar, básicamente en forma de alimentos y en menor medida de las corrientes de agua mediante molinos y el uso del viento, también en molinos y en las velas de los barcos.
El uso de combustibles fósiles permitió el acceso a fuentes de energía adicionales, reservas de energía solar fósiles, que facilitó el desarrollo de nuestra civilización. Este proceso se aceleró en sobremanera con el uso del petróleo.
Los primeros pozos de petróleo arrojaban una tasa de retorno energético de 100/1, es decir conseguían 100 unidades de energía por cada una invertida. Con estas condiciones se disparó el avance de nuestra civilización, siendo los países enriquecidos los que captan las 3/4 partes del beneficio que la energía barata produce.
Con la irrupción de los combustibles fósiles podemos poner a nuestro servicio esclavos energéticos que no proveen de servicios equivalentes a los que podrían proporcionarnos personas esclavizadas: proveen de alimentos, vestido y calzado, nos construyen casas, nos transportan, no protegen del frío y del calor, nos entretienen,....
Así, en nuestro país, disfrutamos de unos 40 esclavos que trabajan para nosotros 24 horas al día, que pasarían a ser 120 si fuéramos benevolentes con ellos y solo lo hicieran 8 horas diarias los 365 días del año.
Pero estos esclavos, no son gratuitos, son proporcionados por un limitado número de traficantes, en nuestro país tres empresas, Endesa, Iberdrola y Gas Natural-Fenosa acaparan la mayor parte de los esclavos procedentes de la energía eléctrica y otras Repsol, Cepsa, Enagas abastecen la mayor parte de los esclavos encarnados en combustibles fósiles.
Es decir un reducido número de corporaciones controlan los precios y modo de abastecimiento de los esclavos energéticos controlando así todas nuestras actividades económicas y sociales, tal como las desarrollamos actualmente.
En la medida en que la obtención cantidades actualmente necesarias de combustibles fósiles de fácil y barato acceso va descendiendo en esa misma medida tenemos que renunciar al número de ellos que utilizamos y por tanto disminuyen los servicios que obtenemos, y este declive se va acelerando progresivamente conduciéndonos al colapso de la civilización tal como la conocemos.
Otra consecuencia del empleo de esclavos energéticos es que necesariamente su captura origina fuertes destrozos en muchas de las zonas de la que se extraen, ya sea por las técnicas utilizadas o por accidentes inherentes a la actividad humana; estos últimos también son habituales en el transporte de combustibles líquidos.
Los esclavos tiene su metabolismo y fruto de él producen desechos, básicamente en forma de gases contaminantes que están modificando la composición química de los mares y atmósfera y en la que nuestra civilización se ha desarrollado, la mayor parte de estos gases está compuesta por CO2, gas de efecto invernadero, modificando así el equilibrio dinámico de intercambio de energía entre la que proviene del Sol y la que emite la Tierra.
Este cambio está produciendo una acumulación adicional de energía en nuestros océanos y troposfera que se ha calculado en el equivalente a la energía liberada por cuatro bombas nucleares similares a la arrojada sobre Hiroshima en cada segundo.
Tal cantidad de energía originado por la actividad humana está provocando el Calentamiento Global, elevando a una velocidad vertiginosa la temperatura media de la Tierra, fundiendo glaciares, elevando el nivel de mar y dopando, cual esteroides, el ciclo del agua intensificando fenómenos climáticos extremos como huracanes y temporales y lluvias torrenciales.
El simultáneo doble comportamiento de nuestros actuales esclavos energéticos tiene inevitables y dolorosas consecuencias tanto para los países enriquecidos, adictos a los esclavos energéticos, como para los países empobrecidos que soportan con mayor rigor los efectos del Calentamiento Global.
Se impone la transición urgente y democrática hacia el uso de muchos menos esclavos y que exclusivamente procedan de la energía proveniente de Sol, equitativamente empleados por toda la población mundial.
Hay que cambiar de senda y es ahora. Cualquier retraso lleva consigo mayor dificultad para cambiar de trayectoria y mayores niveles y extensión de sufrimiento humano.

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