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Mirar hacia fuera desde México

Joaquín Flores Paredes
Profesor titular en la FES-C de la Universidad Nacional Autónoma de México

Cuando un mexicano clasemediero tiene la edad suficiente para recordar cómo era la vida en México en la década de 1960, viene a su memoria un ambiente libre de contaminación en el Valle de México, donde se asienta la capital política y económica del país. La solidez institucional garantizaba oportunidades de educación gratuita con acceso a servicios médicos razonablemente buenos para su época, sin problemas para conseguir empleo y cambiar de uno a otro con expectativas de mejora. La vida era tranquila para transitar de día o de noche en las ciudades o el campo. Había condiciones de vida razonablemente buenas en el medio urbano y expectativas de mejora en el medio rural, donde la brecha entre ricos y pobres no era excesivamente grande.

Una de las muestras de reconocimiento internacional sobre las condiciones de estabilidad política y solidez económica de un país, ha sido el otorgarle la sede de la celebración de los juegos olímpicos y el mundial de fútbol. Estos logros los conseguía por primera vez un país en desarrollo como México en 1968 y 1970 respectivamente. Además de estos eventos significativos, este país duplicaba entonces el PIB per cápita de Corea del Sur y superaba el de la mayoría de los países Latinoamericanos, Asiáticos, todos los Africanos y aún algunos Europeos.

La década de 1980 motivó cambios dramáticos en la situación económica y social, donde el peso de la crisis que trajo consigo la deuda externa y bajo la presión del poder hegemónico financiero, se dio un golpe de timón en el modelo económico al iniciar el nuevo gobierno a finales de 1982. Este fue incapaz de gestionar inteligentemente la negociación frente al FMI y posteriormente sumió al país en el estancamiento, caracterizado por un círculo vicioso de inflación y devaluación recurrentes. Al finalizar ese gobierno, su sucesor con más oficio político, aunque con igual actitud entreguista con los intereses foráneos, logró recuperar la estabilidad y aún crear un nuevo período de crecimiento pero mayor subordinación con el exterior.

Después de 71 años de democracia simulada con gobiernos de un mismo partido, el hartazgo social determinó un cambio de régimen en el año 2000, cuando entre algunos ingenuos se generó una expectativa desmesurada sobre el inicio de una nueva época de prosperidad y ascenso democrático. Lo elevado de tales expectativas haría más frustrante si cabe, la nueva realidad. Había ocurrido un cambio de partido en el poder, pero el modelo económico siguió siendo el mismo, se adoptaron los mismos vicios de clientelismo político, corrupción e impunidad, al cual se sumaron la ineptitud para aprovechar, tanto el capital político que le dio el triunfo inobjetable y un escenario donde los recursos para apalancar el crecimiento estuvieron disponibles.

Si contrastas aquella época de 1960 con la actual, donde nuevamente ha regresado el PRI a ocupar la presidencia, lo encuentras instalado cómodamente frente a los dos principales partidos de oposición desgastándose en pugnas internas. Encuentras una atmósfera social enmarcada por el pesimismo sobre el futuro; el aire y el agua son bienes de los que no se ha hecho cargo responsablemente el gobierno para conservar su calidad, tanto en el Valle de México como en las zonas metropolitanas de las principales ciudades del país; el enorme desempleo es encubierto por una gama de actividades informales que le permite sobrevivir a más de la mitad de la población económicamente activa, la cual también sirve como canal para comercializar una gran cantidad de mercancías de origen ilícito; pero quienes no se conforman con esa sobrevivencia precaria, han decidido arriesgar su existencia: emigrando como indocumentados hacia Estados Unidos o involucrándose en actividades abiertamente ligadas a la delincuencia.

El crecimiento demográfico que demanda oportunidades de acceso a la educación y empleo de calidad, no ha encontrado oferta suficiente en la educación pública o el mercado laboral; la calidad de la educación pública se ha deteriorado y para compensar la insuficiente oferta, el gobierno ha trasladado subrepticiamente esa responsabilidad a una gran cantidad de escuelas privadas en todos los niveles, sin exigir garantías de calidad, por lo que estas se han convertido en negocios donde la educación es pura ficción.

Hoy la inseguridad en las calles es cotidiana y dos de los nuevos negocios que viven una época de prosperidad, es el blindaje de automóviles y los servicios de seguridad privada, tanto de personas como de mercancías en tránsito. Salir a divertirse en las noches es ya una verdadera aventura en buena parte del territorio mexicano y en algunas regiones con alto riesgo.

La emigración como fenómeno masivo se inició al finalizar la década de 1980, teniendo como principal justificación la búsqueda de mejores oportunidades de ingresos, en la mayoría de los casos se trataba de mano de obra joven con baja calificación. Pero en estos días este fenómeno, se ha extendido a quienes huyen de las amenazas del crimen organizado y a jóvenes que prometen ser el nuevo capital humano con capacidad creativa.

La desigualdad social se ha ampliado hasta niveles inconcebibles, ya que por un lado tenemos aquí a un puñado de familias opulentas que aparecen en la lista de los más ricos del planeta, incluyendo a quien recientemente ocupó la primera posición, y por otro lado tenemos a más de 50 millones de personas viviendo en la pobreza o en la pobreza extrema. Otra forma de ver estos contrastes es conociendo la zona que concentra las oficinas de los principales grupos corporativos que ocupan edificios inteligentes, los cuales pretenden emular los de la gran manzana en Nueva York, y por otra parte las colonias urbanas marginadas o los pueblos indígenas del sur mexicano.

Esta breve síntesis explica porqué se presenta el fenómeno de "mirar hacia fuera desde México", por parte del segmento sociocultural de clase media que permanece en el país. Aún cuando éste está informado de las dificultades económico y financieras en las democracias maduras de Europa y Estados Unidos, también reconocen que aún así, las condiciones de vida siguen siendo propias de países desarrollados, y no se diga si piensan en Canadá o Australia.  Tales países llegan a ser visualizados como metas en cuanto se presente la oportunidad de escapar a su realidad en México. De manera natural esta expectativa permea entre los jóvenes con mejor nivel de escolaridad, lo cual significa el riesgo de que este país no logre retener el capital humano más valioso que forma y que podría coadyuvar a su rescate.

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