EconoNuestra

¿Qué posibilidades tiene Syriza para acabar con las políticas de austeridad?

Lorenzo Mancini
Investigador

Las elecciones políticas griegas del pasado domingo 25 de enero han dado una decidida victoria al partido de izquierda Syriza, que ha obtenido el 36,3% de los votos y 149 escaños. Las elecciones han marcado una clara derrota de la conservadora Nueva Democracia, del primer ministro Andonis Samarás. Sin embargo, Syriza se ha quedado a dos escaños de la mayoría absoluta del Parlamento heleno, situada en 151. Por ello, su líder, Alexis Tsipras, ha decidido pactar una alianza política con la derecha nacionalista del partido ANEL, que ha obtenido 13 escaños en las mismas elecciones.

El 26 de enero, Tsipras tomó posesión de su cargo como primer ministro de Grecia y confirmó su intención de promover un cambio profundo contra las políticas de austeridad adoptadas hasta ahora. En mayo de 2010, el Gobierno heleno, guiado por el primer ministro George Papandreu, firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El objetivo primario de ese acuerdo era "restaurar la confianza de los mercados y sentar las bases para el crecimiento en el medio plazo, la consolidación fiscal y las reformas estructurales". Sin embargo, en la evaluación de junio de 2013, el Fondo entonó un mea culpa, reconociendo que hubo algunos fallos: una recesión económica más profunda de lo esperado en los modelos de previsión, acompañada por un fuerte desempleo.

En marzo de 2012, el consejo ejecutivo del FMI aprobó una extensión del acuerdo financiero con Grecia. En el quinto informe de revisión de ese acuerdo, publicado en mayo de 2014, el FMI propuso nuevas líneas al Gobierno heleno para ayudarlo en su tarea de consolidación del crecimiento económico y la confianza de los mercados. En ese documento, el FMI preveía que la deuda griega alcanzaría un pico del 174% del PIB en 2014, para después reducirse a un 128% del PIB en 2017 y al 117% en 2022.

Contra estas previsiones, los recientes datos publicados por Eurostat (22 de enero de 2015) han indicado que la deuda bruta del Gobierno heleno, en el tercer trimestre de 2014, ha tocado el 176% del PIB, en aumento respecto al 171% del PIB del mismo período del año anterior. En valores monetarios, esa deuda ha superado los 315.500 millones de euros, un valor ligeramente inferior a los trimestres anteriores. Se trata de una cantidad notable tanto en términos monetarios como en porcentaje del PIB; sin embargo, la deuda consiste en un stock, por lo tanto, su enfrentamiento requiere iniciativas gubernamentales decididas y una visión de largo plazo (hace falta un cierto arte para enfrentarse a una deuda creciente: la deuda pública italiana ha superado ya los 210.0000 millones de euros, casi siete veces la de Grecia).

Como ha argumentado José Francisco Bellod en este blog, una salida programada del euro resulta menos conflictiva que el impago o la reestructuración unilateral de la deuda. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿hay alternativas a la reestructuración de la deuda helena que sean viables en el corto plazo dado el contexto actual?

La previsión del FMI contenida en el citado informe de 2014 hace hincapié en la asunción que el Gobierno heleno mantenga un superávit primario superior al 4% del PIB en los próximos años, junto con un sostenido crecimiento del PIB nominal. El análisis del FMI ha sido recogido en la carta de intenciones del Gobierno heleno (guiado en ese momento por el primer ministro Antonis Samaras), dirigida a los representantes de la Troika (Lagarde, Dijsselbloem, Kallas y Draghi). En este documento, el Gobierno griego se ha comprometido a tomar medidas de acuerdo con las prioridades indicadas por el FMI. En el tema de política fiscal, el Gobierno se ha puesto como prioridad una revisión del gasto público para lograr un superávit fiscal primario del 1,5% del PIB en 2014; del 3% del PIB en 2015; y superior al 4% del PIB en los años siguientes.

El superávit primario consiste en la diferencia entre los ingresos y los gastos del Gobierno nacional, excluyendo las sumas pagadas en concepto de intereses. Así pues, el superávit es interpretable como el flujo de dinero que el Gobierno está efectivamente pagando a sus acreedores. Mantenerlo en un valor superior al 4% del PIB en los próximos años implica una transferencia de flujos significativa para el fisco heleno. En esta situación, ¿hasta qué punto el recién nombrado primer ministro Alexis Tsipras estará dispuesto a cumplir los compromisos de su predecesor?

Según Eurostat, en 2013, la tasa de desempleo anual en Grecia fue la mayor de toda la Unión Europea, el 27,5%, con una tasa de desempleo juvenil (menos de 15 años de edad) del 58,3%. Paralelamente, la pobreza y la exclusión social han tocado niveles récord en el país. Contra ese escenario, y contra el sentido común de la austeridad expansiva defendido por el capital financiero, el nuevo Gobierno liderado por Tsipras tendrá probablemente escasos márgenes de maniobra para eliminar por completo los compromisos de sus predecesores. Sin embargo, eso no excluye una posibilidad de implementar cambios en el corto y medio plazo: atenuar el objetivo de superávit primario futuro superior al 4% del PIB liberaría recursos fiscales significativos para apoyar una política fiscal diferente de la dictada por la Troika.

Más Noticias