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Varoufakis: o cómo el miedo puede cambiar de bando

Miguel García
Investigador y miembro de EconoNuestra

Menos de 12 millones de habitantes y un PIB que no supone ni el 2% de la zona euro. Al nuevo Gobierno de Syriza le faltan muchas cosas, entre ellas, recursos suficientes y una cuota casi inexistente de mujeres en posiciones de mando, pero le sobran muchas otras, como la voluntad política y una nueva generación de estrategas formados en la academia del corazón del imperio, que ahora muerden la misma mano que en su día les dio de comer. Entre estas figuras destaca el recientemente saltado al estrellato Yanis Varoufakis, que recuerda, no solo en su físico, a un Bruce Willis vitaminado. La jungla de cristal ha comenzado para la Troika.

Formado en la tradición anglosajona, a caballo entre Australia, Estados Unidos y Reino Unido, este experto en teoría de juegos ha decidido saltar de la economía experimental al tablero de la real politik. Un estratega que ha decidido bajar las luchas de poder dignas de Juego de Tronos de las pantallas al estómago de la Troika. Y el empacho de estos ha resultado monumental.

El primer paso fue delante del propio presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el pasado viernes. Para estupor del ojiplático eurócrata Yanis dijo todo lo que Merkel y sus acólitos desearían no oír: "No tenemos intención de trabajar con la Troika, una comisión que no tiene razón de existir". La estampa posterior, con cordial saludo incluido, pasará a las hemerotecas. A escenario cambiado, el pobre Jeroen no sabía qué hacer más allá de salir en una casi literal carrera tras la conferencia. Eso o esconderse bajo la mesa. Los tiempos están cambiando y a unos sin duda les sienta mejor que a otros. Las muecas de unos y las sonrisas de otros son mucho más descriptivas que los discursos prefabricados por asesores de medio pelo a los que había quedado reducida la práctica política.

El segundo fue igual o más firme. En una reciente entrevista, el nuevo superministro griego declaraba que "vamos a destruir al sistema oligárquico griego", dando algunas pequeñas pinceladas del cómo, que incluye meter en vereda a unos medios de comunicación que más que informar intoxican. Parece que las similitudes con Grecia no solo son en lo económico, como también parece no tener límite la capacidad de este economista para encender las pasiones de uno y las iras de otros.

¿Está yendo demasiado lejos? ¿Debería haber moderado la radicalidad de algunas de estas declaraciones? Es difícil saberlo, pero parece complicado que un experto en analizar estrategias óptimas, que se ha "ganado el pan" y la reputación durante años gracias a ello, no tenga muy bien medidas cada una de sus palabras. Más bien parece, que en un clima donde al primer ministro, Alexis Tsipras, le toca ejercer el rol de "poli bueno", Yanis ha abrazado con entusiasmo su rol de "poli malo". ¿Es esta la estrategia correcta? Es pronto para evaluarlo, pero sin duda el baremo a utilizar deben ser las implicaciones prácticas de sus posicionamientos: ayer, el diario El país abría su portada con un "La Troika sopesa su disolución". Parece ser que nuestro experto en teoría de juegos no es un mero bocazas, sino que conoce bastante bien los compases de la partida recién comenzada.

Si los cimientos de la Troika se tambalean, los acreedores no pueden más que comenzar a temblar aunque sea levemente, como con las primeras heladas otoñales que anuncian el invierno de algunos y el verano de muchos. Estos primeros movimientos son solo el principio de un espinoso camino en una batalla desigual donde la victoria, aunque sea parcial y limitada, no está asegurada. Pero nadie nos podrá quitar el dulce regusto de las pequeñas victorias. De las primeras sonrisas. Quizá porque ya nos habíamos olvidado de lo que significaba ganar, o quizá, porque ni siquiera recordábamos lo que significaba el acto de dar batalla y nos sorprendemos por un mero plantar cara.

Yanis se define a sí mismo como marxista errático. Ese mismo ser errático es el que desconcierta a los de arriba y muestra un camino brumoso que hace tan solo unas semanas no existía para los de abajo. Veremos hasta dónde llega un sendero que solo se hace al andar. Para sonrisa de unos y miedo de otros, los pasos de un tal Yanis Varoufakis empiezan a oírse retumbar en la lejanía. Adelante.

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