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El nuevo bipartidismo

David Hernández Martínez
Graduado en Relaciones Internacionales y estudiante del Máster de Economía Internacional y Desarrollo (UCM)

Podemos ha emergido como la fuerza que definitivamente parece cuestionar más severamente la alternancia entre PSOE y PP de los últimos treinta años. Si bien, hay otras siglas que arañan las bases de votos de estos dos históricos partidos, como Ciudadanos y UPyD, la formación surgida en el 2014 se ha convertido, según todas las previsiones, en el contrincante más serio para ambos.

Más aún, la socorrida frase del "final del bipartidismo y del régimen", que llevábamos tiempo escuchando, ha sido tomada y liderada por el partido de Pablo Iglesias, convirtiéndolo casi en una marca propia. Por tanto, el ascenso continuado en las encuestas, más un descontento ya generalizado y enquistado sobre los dos grandes partidos, han hecho de Podemos el principal caballo de Troya del sistema político español.

Se avecinan tiempos convulsos tanto a nivel nacional, autonómico y municipal y las incuestionables posiciones de populares y socialistas se han trastocado. Todo parece indicar que nos adentramos en un nuevo juego político, donde los participantes son más de dos. No obstante, tal vez estemos asistiendo simplemente a un cambio de papeles, donde se altera el protagonismo de ciertos actores.

¿Y si está surgiendo un nuevo bipartidismo? ¿Y si el bipartidismo tradicional se transforma, preservándose el PP y sustituyéndose PSOE por Podemos? Es indudable, que en Génova y La Moncloa, desde hace unos meses, han identificado a su principal rival en la nueva formación. Igualmente, desde las filas de Iglesias, Errejón, Monedero y compañía han orientado su atención hacia el que consideran su contrincante directo.

De este modo, como vaticinan las encuestas y dejan en evidencia las numerosas intervenciones públicas de los políticos, los socialistas pasarían a ocupar una posición secundaria, aunque no menos importante. Puede que en las próximas generales, Podemos-PP se disputen ser la primera fuerza, pero la gobernabilidad de la siguiente legislatura seguramente vaya a depender de los apoyos del PSOE, Ciudadanos, UPyD e IU.

Existen los que ya vaticinan unas cámaras de representantes altamente fragmentadas. ¿Pero eso es óbice para el establecimiento de una nueva alternancia de dos? Si uno hace breve repaso histórico, comprobará que en las diferentes legislaturas, el Congreso ha llegado a acoger a más de una docena de partidos políticos, pero ello no impedía que los tira y afloja recayeran en última instancia en los dos principales.

Aunque a escala regional la polarización parecerá más impredecible, con áreas donde aún dominen PP y PSOE, y otras donde tomen relevancia nuevas formaciones. En el ámbito general comienzan a dibujarse unos contornos cada vez más claros, que lejos de situarnos en un "final del bipartidismo" puede que nos estén llevando a otro "baile de dos", donde se sustituya un agente por otro.

Los potenciales votantes de Podemos vienen de diferentes espectros sociales, siendo la mayoría antiguos simpatizantes de IU y socialistas. El PP también está sufriendo un deterioro clamoroso de sus adeptos, aunque posee aún un poso de electores que difícilmente cambiarán de voto. Por lo tanto, previsiblemente en los próximos años encontremos a un lado una nueva figura, mientras otra se mantenga.

Así, sin divagar sobre las posibilidades de un auténtico cambio de "régimen" en este país, lo que sí es cierto es que una trayectoria política dual comienza a perecer, a la par que se establecen los cimientos de un nuevo horizonte político, donde el bipartidismo como tal complicadamente vaya a desaparecer, teniendo en cuenta que las posiciones conservadores aún son fuertemente monopolizados por los populares. Mientras que Podemos progresivamente va desplazando al PSOE.

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