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¿Por qué Podemos está perdiendo?

David Hernández Martínez
Graduado en Relaciones Internacionales y Máster en Economía Internacional y Desarrollo

Entre unas de las muchas conclusiones que se pueden extraer de las recientes elecciones catalanas, está el patente retroceso de Podemos. Desde hace unos meses, las distintas elecciones y sondeos advierten del cambio de tendencia para la fuerza de Pablo Iglesias. Aparentemente tocó techo a principios de año, situándose en intención de voto casi a la par que el PP y por encima del PSOE, convirtiéndose en el principal referente y alternativa de los populares. Sin embargo, desde entonces, la trayectoria del partido morado ha pasado del estancamiento al claro retroceso.

Las elecciones andaluzas, los comicios autonómicos y catalanes confirman que las aspiraciones máximas de Iglesias y Errejón casi seguro que no se cumplirán en las próximas elecciones generales. Es cierto que la fuerza emergente contó con excelentes resultados en algunos ayuntamientos, pero no hay que olvidar que en esa ocasión Podemos se integró en diversas listas de confluencia. De hecho, mostró rechazo a unirse a otras plataformas hasta el último momento, aunque después rápidamente se sumó la victoria como propia.

Pero a escala autonómica la realidad ha sido mucho más negativa para la marca Podemos. Si bien en Cataluña se presentaban con otras fuerzas políticas, los resultados obtenidos han sido mucho peores que los conseguidos por ICV en anteriores procesos. En este sentido, los resultados han sido del todo insatisfactorios, ya que se partía de la suposición de superar al PSC e incluso igualar o superar a Ciudadanos. Algo similar pasó ya en Andalucía, donde las altas aspiraciones de Podemos chocaron con una realidad social y política que subestimaron, derivando en un resultado bastante malo para lo que habían imaginado y apostado.

En la misma línea, los comicios en mayo celebrados en algunas comunidades autónomas, donde el partido rupturista se presentaba con su propia marca, no fueron muy positivos, ya que los situó siempre a la zaga del PSOE. En este sentido, tras los sucedido estos últimos meses, Podemos no puede presentarse como una alternativa real al bipartidismo, o incluso, la fuerza de izquierdas y de oposición referente. El partido de Pedro Sánchez sigue conservando la posición líder por la izquierda y Ciudadanos ha emergido por la derecha de Podemos, como otra posición viable a los partidos clásicos.

A pocos meses de celebrarse las elecciones generales, los sueños presidenciales de Pablo Iglesias parecen poco a poco desvanecerse. Existen algunas razones que justifican la regresión electoral de Podemos. Primero, el giro ideológico de Podemos, segundo, el liderazgo de Pablo Iglesias; y tercero, interpretación errónea del contexto político y social de España.

Podemos en sus inicios surgió como una poderosa fuerza política rupturista, con un programa claramente inconformista y renovador, que iba más allá de los márgenes hasta entonces establecidos por los partidos clásicos. No obstante, la estrategia de Errejón y compañía fue abandonar progresivamente ciertas premisas y acercarse a otras más moderadas. Eso ha producido que la gente que se sintió atraída por las ideas originarias de Pablo Iglesias se fuera poco a poco desilusionando, al tiempo que el acercamiento de Podemos hacia la socialdemocracia hizo que algunos potenciales votantes se mantuvieran aún en las líneas del PSOE o en IU.

Segundo, el liderazgo de Pablo Iglesias ya no cuenta con tanto beneplácito. La figura del líder vallecano resultó en los primeros momentos el acicate idóneo para movilizar a todos aquellos descontentos con el sistema. Sin embargo, poco a poco, el propio funcionamiento de Podemos, más bien parecido al de los partidos clásicos, junto a un liderazgo altamente personalista, ha hecho que muchos simpatizantes vayan alejándose de la marca morada. Además, ha resultado poco beneficioso para sus propios intereses su postura casi arrogante ante la posibilidad de confluir con otras fuerzas de izquierda.

Por último, los líderes de Podemos acertaron en su diagnóstico de la crisis política y económica que afectaba a España. Sin embargo, su programa para un futuro más allá de la crisis ha resultado en muchos puntos ambiguo o prácticamente no ha ido más allá de las reiteradas críticas al sistema. Además, la cúpula del partido, formada por expertos en ciencias políticas, deberían haber tenido presente en todo momento que las generalidades son muy complicadas en los análisis sociales. Ha sido una pretensión desacertada querer establecer una analogía con la situación griega, o bien, adaptar algunas estrategias políticas latinoamericanas a las circunstancias españolas.

En definitiva, Podemos se encuentra no sólo en una posición estancada, sino en una regresión, que debería hacerle plantearse algunas de sus intenciones fundamentales. Además, Podemos estará estos próximos cuatro años en las instituciones, lo que desgasta mucho más que los platós de televisión.

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