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¿El principio del fin? La victoria de Macri, una primera valoración latinoamericana

Antonio Palazuelos
Economista y sociólogo, profesor de la UCM

Fue bonito mientras duró, y en numerosos países latinoamericanos las grandes mayorías disfrutaron de unos de mejoras relativas de empleo, de sus condiciones de vida, de su acceso a los servicios sociales y aumento de su dignidad como ciudadanos de países más soberanos. ¿A qué nos referimos? Al período que por primera vez en la historia de América Latina, desde su independencia, numerosos países de la región fueron gobernados por partidos y movimientos sociales progresistas, que con mayor o menor énfasis pretendían cambiar la realidad en favor de las mayorías sociales.

La victoria de Macri en la Argentina evidencia claramente el final de un ciclo político y augura un futuro poco esperanzador para la región, especialmente para los países donde todavía gobiernan partidos de izquierda transformadores, ya que la reacción y las fuerzas conservadoras y privilegiadas van a consolidar la estrategia ya ideada (al interior y exterior de la región) para socavar a través de procesos electorales y todos los medios posibles, su legitimidad y sus gobiernos.

A partir de ahora, con un gobierno reaccionario en la Argentina, veremos cómo, nuevamente, desde instituciones subregionales o hemisféricas (Mercosur, OEA, CELAC) se inicia la batalla para debilitar y derribar los últimos bastiones del "enemigo" chavista (el candidato Macri ya lo ha advertido en sus discursos), y "una Dilmar" (y un Brasil) muy debilitado, poco se podrá hacer para detener la estrategia de acoso y derribo de "las fuerzas del mal".

La operación ya ha comenzado hace tiempo contra Venezuela, no solo azuzando la oposición interna a través de los grupos reaccionarios y sus amplios medios de difusión, sino también orquestando los apoyos de las maravillosas figuras de modelo de demócratas internacionales (algunos patrios con un especial protagonismo), sino alimentando toda una estrategia electoral "golpista" como supone el hacer públicas encuestas totalmente increíbles (donde la oposición aventaja al partido de Maduro en más de 30 puntos, cosa totalmente increíble para cualquier persona que siga la realidad venezolana), con el fin de generar "la estrategia del fraude" una vez que el chavismo pueda ganar nuevamente las elecciones, aunque esta vez sea por un pequeño margen, y no sabemos que más tiene preparado-oculto para el día después.

¿Quién será el siguiente, Bolivia o Ecuador? Supongo que las "fuerzas del mal" estarán realizando "estudios de mercado" para medir su debilidad, y escoger la próxima víctima, y ahora sin el paraguas que supuso el apoyo de Lula y "los Kirchner" (a pesar de todas las críticas que podamos hacer a sus gobiernos).

Para terminar, y muy brevemente ¿cómo explicar el final del ciclo progresista? Son diversos los factores que podrían explicar este cambio político-electoral en la región, y no todos tienen que ver con "la mano negra exterior". Indudablemente, existen razones de desgaste social en relación al apoyo dado en otros momentos a dichos gobiernos, amén de los diversos y variados errores cometidos por los mismos, pero también hay que tener en cuenta otras variables, de diverso tipo, que son reflejo de los cambios acontecidos en la región en la esfera social. En estos momentos (para otra ocasión hablaremos de otros factores internos) nos referimos a los cambio sociales asociados a una etapa de crecimiento económico sostenido, de transformaciones productivas y de mejoras sociales para grupos significativos de la sociedad latinoamericana (en algunos países solamente). Las "cacareadas" clases medias que el crecimiento económico, y unas políticas públicas que favorece el mercado interno, el empleo y el bienestar social, ha ido favorecido a grupos significativos de la sociedad, destacando la mejora o ascenso social de una "clase media" que pretende asumir su protagonismo, y que como "nuevos ricos" aspira a hacerse ver, tratando de "marcar diferencias" respecto a "sus inferiores", y que son el caldo de cultivo esencial "de las primaveras" que también se han querido montar (desde dentro y fuera) en Latinoamérica. Recordemos los titulares de los periódicos al presentar las amplias manifestaciones vividas últimamente en Brasil (con la justificación de una corrupción importante, pero no última, donde las consignas esenciales no eran solo de mejor democracia, sino más bien lemas racistas y xenófos en buena medida, expresión de los valores de una parte de la bonita juventud). Con las diferencias propias de la realidad histórica y social, movimientos parecidos se vivieron anteriormente en Venezuela (recordar las famosas movilizaciones de estudiantes – universitarios - no de escuelas básicas públicas), y posteriormente en Guatemala o Paraguay.

En América Latina, como en el universal globalización, también el "nuevo capitalismo" ha llevado consigo un incremento de la desigualdad social y una ruptura de proyectos societales, que no se expresan en la enorme separación del 10% más rico respecto al 10% más pobre, es más, en la región los índices por desigualdad de ingresos han mejorar relativamente en la última década, sino al interior de las clases sociales y en relación al conjunto de la sociedad, y lo que algunos politólogos expresaban muy satisfecho de encontrar, nuevamente (ya se vivió anteriormente en la historia latinoamericana esta realidad con otros resultados, años sesenta-setenta del siglo pasado) una nueva clase media, expresión según ellos de las mejoras económicas y democráticas, no siempre expresan realmente esto, sino a veces todo lo contrario. En sociedades donde priman los valores individualistas, consumistas y de pertenencia a la tribu (no valores solidarios, comunitarios, etc.) las mejoras aparentes no tienen porqué ir unidas a mayores posibilidades de proyectos nacionales integradores.

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