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El otro debate. El de Salvados.

Beatriz Gimeno
Escritora, activista y Diputada de PODEMOS en la Asamblea de Madrid

Antes del debate final del bipartidismo hubo otra posibilidad de ver a los dos partidos que nos llevan gobernando, desde que la mayoría recordamos, en acción. Y pudimos verles, no sólo consigo mismos, echando mano de todos sus trucos, sino que tuvimos la suerte de poder verles al lado de la nueva política que ha venido para sustituirles. El programa Salvados del domingo pasado fue mucho más interesante que el debate "Cara a Cara" que se celebró al día siguiente; mucho más interesante para poder confrontar el pasado y el futuro de este país en el mismo plano, para poder comparar y para poder elegir. Al fin y al cabo, el debate Cara a Cara no dejó de ser un teatrillo en el que dos candidatos fosilizados en otro tiempo que ya se ha ido se lanzaban argumentos preparadísimos por sus asesores durante días; argumentos trillados y que ya hemos sufrido durante años. En todo caso Pedro Sánchez salió a matar y casi mató, lo cual no era muy difícil encontrándose ante una persona de una mediocridad intelectual comprobada y ante el jefe del partido más corrupto de la democracia española. Ahora entendemos lo del plasma. Pero eso fue lo único que hizo Pedro Sánchez, abatir a Rajoy, lo que casi hubiera hecho cualquier persona con dos dedos de frente.

Más allá de eso nada. El PSOE hizo lo que hace siempre, prometer lo mismo que prometía en la anterior campaña electoral. (¿Cuántas veces ha prometido el PSOE, por ejemplo, sacar la religión del horario escolar?) Alcanzamos el paroxismo cuando el PSOE acusó al PP de impedir que los emigrantes puedan votar mediante el voto rogado.

Momento fantástico, ya que el voto rogado, que priva del sufragio a más del 90% de los residentes en el extranjero, fue pactado entre ambos partidos PP y PSOE. Todo daba igual, el asunto era confrontar, aunque para ello hubiera que desdecir las propias políticas. Eran los viejos protagonistas de decenas de campañas electorales, todas iguales. Eran los representantes de una política que nos vamos a sacudir de encima.
Un día antes del debate tuvimos una edición del programa Salvados mucho más interesante. El programa trataba de la pobreza energética, de la gente que no puede encender la calefacción en invierno porque no puede pagarla. En este programa también vimos al PP y al PSOE, y además a Ada Colau. Por parte del PP tuvo una aparición estelar el ministro Soria. Quedó patente lo que es, lo que son los políticos de los recortes: psicópatas. Si los psicópatas son personas incapaces de sentir la más mínima empatía ante el sufrimiento ajeno, estos políticos del PP lo son. Incapaces, también Rajoy lo demostró en el debate, de sentir nada ante seres humanos dolientes; sólo saben hablar de cifras y empresas: la gente pasa frío, las empresas van bien; la gente no tiene trabajo, el PIB crece; los preferentistas se han quedado sin ahorros, lo importante es que se han salvado los bancos. Cualquier otra consideración ni siquiera la entienden y no hay más que ver sus caras de perplejidad inmensa cuando se les obliga a escuchar a ese otro lado del mundo, el que está más allá de las cifras. Otra característica de estos políticos es su absoluta falta de decencia política; sí, son unos indecentes que no tienen el más mínimo problema en mentir lo que haga falta. Si Evole le demuestra al ministro que el número de personas en situación de pobreza energética ha crecido un 69%, el ministro dice que no es verdad. Si Evole le demuestra que eso son datos del INE, el Ministro dice que no es verdad. Si Evole le dice que el IVA de la luz ha subido del 18 al 21% el Ministro dice que no, que no ha subido, que no es verdad.

El Ministro Soria, obviamente no quiso acercarse a la casa de Elisa Pizarro, la mujer que no puede encender la luz. Pero la otra cara del bipartidismo, Miguel Sebastián, sí que lo hizo. Y allí se sentó a intentar un acercamiento a la vida real que parecía no entender muy bien. Se pasó todo el programa con una expresión que era mezcla de asombro y de lástima. No sabía el hombre qué decir, de nada. Sólo se le vio un poco más cómodo cuando pudo dar alguna expresión técnica, aunque nadie se la hubiera pedido. El resto del tiempo se le vio compungido y callado, incómodo, como un pulpo en un garage.

Finalmente, ante las incisivas preguntas de Evole sobe la privatización de la luz, balbuceó algo así como...que quizá no debieron hacerlo. Su expresión de pena y sus explicaciones a medias recordaban mucho a las explicaciones de aquel Borbón: "Me he equivocado, lo siento, no volverá a ocurrir" Vaya, no debieron privatizar la luz. Lo malo es que el PSOE hace siempre eso: no debieron privatizar la luz, ni abrir paso a la privatización sanitaria, ni debieron modificar el artículo 135 de la Constitución, ni debieron darle a la iglesia todo lo que ésta pedía... etc. Ahora lo sienten y, por enésima vez nos dicen que no volverá a ocurrir.

Y luego estaba Ada Colau y la diferencia entre ella y los otros dos políticos del bipartidismo era estratosférica. Colau no parecía fuera de lugar, como Sebastián. Ada Colau ha estado hasta ayer mismo en la calle exigiendo a gente como Miguel Sebastián, como José Manuel Soria otras políticas que tengan en cuenta a la gente. Colau no sobraba en ese piso, porque ha debido ver muchos pisos así cuando era una activista de la PAH, porque ha debido empaparse de vidas como la de Elisa cuando aún no había entrado en la política institucional. Y obviamente, sabe de lo que habla. La diferencia entre un político como Miguel Sebastián y Ada Colau, quedó de manifiesto cuando Colau explicó que tienen intención de crear un operador municipal paraq poder ofrecer la luz como un servicio público. Esto Miguel Sebastián sólo era capaz de entenderlo en clave de dinero. Por tres veces le repitió a Ada Colau que con esa empresa no iban a ahorrarse dinero y por tres veces Colau le tuvo que explicar que su interés no era ahorrar dinero, sino proporcionar un servicio público básico a la gente que no puede pagarlo. Sebastián no pareció capaz de entenderlo en ningún momento. Esa es la diferencia.

Pocos minutos después, es cuando nos desveló que "quizá" se equivocaron al privatizar la luz, que "quizá" no debieron vender la luz para que se comercie con ella como cualquier otro producto. Es la historia del PSOE. Neoliberales cuando gobiernan, y arrepentidos y cabizbajos cuando están en la oposición. Es la historia del PSOE y de sus sufridos votantes. Sólo que en esta ocasión, la gente que estaba en la calle ha sido capaz de abrir una grieta en el sistema y colarse por ella. Y ahora esta gente, la gente de las mareas, de la PAH, de las Marchas de la Dignidad...puede ganar las elecciones. Pase lo que pase, la irrupción de la gente que lucha en la política institucional es un hecho, y eso va a cambiarlo todo.

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