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La mitificación de la lucha obrera. Apuntes sobre la movilización anti-TTIP

Coral Martínez Erades
Economista y miembro de econoNuestra

"El TTIP ha descarrilado por las protestas" titula un reciente artículo de Owen Jones, autor del libro Chavs: la demonización de la clase obrera. En primer lugar, que el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión haya descarrilado está aún por ver. La globalización de políticas neoliberales no tiene por qué ser debatida y aprobada para que se implemente. En segundo lugar, si el TTIP tiene pocos visos de ser firmado y ratificado es debido al rechazo que genera entre las élites económicas y políticas a ambos lados del Atlántico, cuyos intereses no siempre coinciden.

Respecto a estos intereses irreconciliables planteo la siguiente hipótesis: los principales escollos para la firma del Tratado nacen de las disputas por el poder, no por el dinero. Los compartimentos de poder y dinero rara vez son estancos pero existen diferencias importantes. Como afirma Frank Underwood, el protagonista de House of Cards: "Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a caerse a pedazos pasados diez años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste por siglos". Es decir, las diferencias en cuanto a denominaciones de origen o industria farmacéutica pueden resolverse o provocar que las cláusulas que les atañen sean excluidas del Acuerdo. Sin embargo, difícilmente las élites europeas estarán dispuestas a ceder a transnacionales estadounidenses el poder que ejercen sobre los grandes medios de comunicación o sobre la industria cultural.

En cualquier caso, si las protestas explican el hipotético descarrilamiento del Tratado, ¿por qué se siguen aplicando recortes sociales en la Europa del sur? Comprendo que la izquierda parlamentaria se base en la correlación de fuerzas existente para renegar de medidas democráticas históricamente postergadas. Sin embargo, no comprendo que al mismo tiempo, esa misma correlación de fuerzas sea ocultada a la hora de presentar el programa electoral. En mi opinión, flaco favor se hace la izquierda cuando antes de entrar a un ring con Goliat, anuncia que la pelea será con David. No nos hagamos trampas al solitario mandando millones de firmas contra el TTIP a las mismas instituciones que recientemente dieron un golpe de estado financiero en Grecia.

No pretendo afirmar que las protestas no sean útiles. Al contrario, son imprescindibles. Sirven para acumular fuerzas, informar, visibilizar, establecer lazos de colaboración entre movimientos sociales, aprender a organizarnos y a reaccionar de forma coordinada y también, a menudo, como catarsis colectiva.

Por ejemplo, la primera reunión entre negociadores del TTIP tuvo lugar en junio de 2013 y, gracias a las primeras filtraciones sobre las negociaciones, a finales de 2014 la mayoría de la clase obrera movilizada ya estaba enterada de los entresijos del tratado y organizándose para comenzar la lucha. Esto es, un año de delantera respecto a los grandes medios de comunicación que solo a comienzos de este 2016 han empezado a hacerse eco de la oscuridad informativa entorno a las negociaciones. Esto es: acumular fuerzas.

No obstante, si no sólo queremos reaccionar ante la realidad, si lo que queremos es transformarla, necesitaremos mucho más que las protestas. Será vital sacar el debate sobre el TTIP de la marginalidad de la izquierda movilizada; sin hacernos trampas al solitario, deshaciéndonos de esa superioridad moral que a menudo llevamos por mochila y asumiendo que el aprendizaje será mutuo. Nuestro reto no es convencer a las mayorías de que el TTIP es el mal personificado, nuestro reto es explicar de forma clara y sencilla cómo este Tratado les afectará y cómo, si nos unimos y movilizamos; podremos tumbarlo.

Vayamos a los pueblos, reunámonos con los agricultores y ganaderos, debatamos con ellos sobre cómo tendrán que competir en condiciones desfavorables con las transnacionales estadounidenses. Hablemos con ellos sobre cómo sus tierras podrán ser expropiadas por estas mismas corporaciones. Reunámonos con los micro, pequeños y medianos empresarios para debatir sobre cómo tendrán que cumplir unas leyes a las que no estarán sujetas las trasnacionales. Expliquemos a los más vulnerables por qué no podrán acceder a medicamentos genéricos. Aprendamos de ellos, de las dificultades que ya enfrentan, de lo que tengan que enseñarnos sobre sus respectivos sectores e intereses.

Un último apunte. La lucha contra el TTIP se puede ganar o no pero no olvidemos que este Tratado nace del capitalismo, sistema que no da indicios de dejar de procrear. En esta línea, el autor alemán Bertolt Brecht escribía: "Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo". Hemos dedicado muchas palabras a las consecuencias del TTIP, hablemos también de las causas. Porque si olvidamos las causas, si no tratamos de ganar a las mayorías, si subestimamos al adversario; estaremos celebrando haber ganado la batalla de una guerra perdida.

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