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O referéndum o más derecha

Alberto Rosado del Nogal
Humanista y politólogo, colaborador del Cículo 3E de Podemos.@AlbertoRNogal

La situación se atasca a pasos agigantados. Incluso pudiendo usar el partido comodín (Ciudadanos), ninguno de los del bipartidismo logra los apoyos suficientes para investir presidente a su líder y, ni mucho menos, se atisba la posibilidad de formar un gobierno sólido con margen suficiente para sobrevivir a medio plazo. Hay dos salidas posibles (y decenas improbables) a este bloqueo institucional: o el progresismo entiende que los referendos son parte de la democracia o la derecha (PP y Ciudadanos) conquistará de nuevo la Moncloa.

El 27 de septiembre de 2015 en Cataluña se vivió un presunto referéndum disfrazado de elecciones en el que por votos ganó la permanencia en España y por escaños iniciar el proceso independentista. Sea como fuere la forma y contenido de aquellos comicios, la realidad es que la mayoría del parlamento catalán comenzó una hoja de ruta para la desconexión de España. Casi un año después, y con sentencias firmes del Tribunal Constitucional, el Parlament continúa el mandato de las urnas deslegitimando al poder judicial estatal en pos de obedecer lo que su pueblo dictó. Poco importan las razones culturales y políticas últimas de este proceso independentista sino que, más bien, debemos analizar más pragmáticamente este enroque desde una perspectiva electoral estatal.

La primera cuestión a tener en cuenta es el crecimiento del movimiento independentista en Cataluña bajo el gobierno del PP. Ha sido con Rajoy en Moncloa cuando se ha producido esta intención nítida de llevar a cabo una declaración unilateral de independencia. Es más: el camino ha sido ya trazado y los primeros pasos dados. Es cuestión de tiempo, por tanto, que el choque de trenes se produzca. ¿Qué hacer mientras tanto? Si esta primera afirmación se da bajo el poco entendimiento del PP con sus territorios, es lógico concluir que aplicando el mismo comportamiento se agravará la situación y, por ende, la independencia unilateral llegará tarde o temprano. Se ha de recordar en este punto que lo que buscan los partidos independentistas no es otra cosa que la convocatoria de un referéndum que determinará —por número de votos y no de escaños— la flecha de la senda a seguir. En las elecciones del 27 de septiembre los votos por la permanencia en España ganaron a la desconexión, asumiendo que Cataluya Sí que es Pot sí llevaba el referéndum en su planteamiento pero no se decantaba por el lado independentista. Dos conclusiones hasta aquí: 1) el número de personas catalanas que no quieren desconectar con España es superior y 2) el referéndum es la única manera para evitar la independencia unilateral aunque pueda permitir la improbable desconexión pactada.

En segundo lugar y partiendo de las conclusiones anteriores: si la hoja de ruta ya está en marcha y lo que se pretende es evitar la independencia catalana, debemos atender al resultado de un posible referéndum que, según todas las encuestas y elecciones, preferirá mantener a Cataluña dentro de España aunque posiblemente con encajes constituciones diferentes. Si no se permite ese referéndum, además de no ser fieles a un espíritu democrático supuestamente inherente en nuestra sociedad, el fin será el peor para ambas partes: una independencia no pactada con las autoridades internacionales ejerciendo de jueces o un sometimiento autoritario por parte del Estado español a la comunidad autónoma catalana. Como cualquiera de los dos escenarios no es deseable: ¿por qué no nos ponemos el traje demócrata y damos la llave de la solución al pueblo catalán? Lo que no pueden arreglar los políticos, que lo hagan los pueblos.

Ahora llega la actualidad institucional: o PSOE junto a Podemos negocian con PNV, DiL y ERC referéndums y encajes constitucionales diferentes para quedarse en España o, elección tras elección, la sociedad española —por inercia— se inclinará hacia la derecha. La abstención y el cansancio provocará que el PP se vea reforzado, además de seguir reconquistando los votos que se desviaron a Ciudadanos. Es por ello que Sánchez debe dejar de vetar la consulta catalana para empezar a construir un proyecto de España que seduzca no solo a una mayoría en Cataluña y País Vasco (algo que Podemos ya ha conseguido) sino a todo un país ansioso por ver la vida pública europeizada y regenerada. Sobran los agujeros por zurcir y falta una verdadera voluntad progresista que no tema a sus ciudadanos y solo se enfrente a los poderes que ignoran a la mayoría social.

O referéndums y más voz para los pueblos, o más imposiciones y derechas en España. El PSOE continúa teniendo una oportunidad histórica que se diluirá más con nuevos comicios. Seguimos esperando, siendo conscientes de que el silencio ya es una respuesta.

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