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El elefante de MIlanovic y la desigualdad mundial

 

Pedro Fresco
Colaborador de econoNuestra

Probablemente habréis leído estos días que la "gráfica del elefante" del economista serbo-estadounidense Branko Milanovic es la gráfica del año de 2016. Milanovic es un economista que ha centrado su carrera en el estudio de la pobreza y la desigualdad, siendo junto al francés Piketty uno de los investigadores más nombrados estos estos asuntos.

La gráfica del elefante, llamada así por su forma de paquidermo con la trompa alzada, representa el aumento de ingreso de las personas del mundo ordenadas por percentiles entre los años 1988 y 2008. En el eje X tenemos  a toda la humanidad ordenada por nivel de renta, de menor a mayor. En el eje Y vemos el incremento del ingreso per cápita de cada subgrupo, en dólares de valor de 2005 a paridad de poder adquisitivo.

Según muestra la gráfica ha habido un gran aumento de los ingresos sobre todo en la parte central de la distribución mundial (percentil 30 hasta el 70) y, a partir de ahí, se observa un hundimiento muy acusado a partir del percentil 75, para volver a repuntar y entrar en crecimientos medios ya casi en el percentil 97. Hay un consenso bastante claro sobre que este gran "lomo" central se debe básicamente al enorme crecimiento de China en los últimos años, sin embargo hay dos visiones sobre el hundimiento en forma de valle alrededor del percentil 75.

La visión original, defendida por el propio Milanovic, es que ese valle representa en parte importante a las clases populares o más pobres de los países ricos, que habrían visto cómo sus ingresos reales estuvieron casi estancados durante ese periodo. Estas serían las "perdedoras de la globalización" y muchos han querido ver ahí el caldo de cultivo del ascenso de populismos identitarios y proteccionistas de derecha. Sin embargo hay otra versión, apoyada en un estudio del Think tank Resolution foundation, que focaliza ese valle en los países exsoviéticos y en Japón, dejando generalmente fuera del valle a las clases trabajadoras occidentales.

Por supuesto y como pasa siempre en estos casos, todo el mundo ha arrimado el ascua a su sardina y ha decidido que versión correcta es la que cuadra con sus intereses. Quienes defienden las bondades de la globalización y el libre comercio dicen que ese hundimiento corresponde a la ExURSS y Japón, y que en occidente estamos la mar de bien. Quienes buscan una explicación sociológica a los populismos o son conscientes y sensibles ante la desigualdad creciente, suelen defender la interpretación original de Milanovic.

Qué nos indica realmente el elefante

El problema básico con que nos encontramos es que pretendemos encontrar "la verdad" en un gráfico, queremos entender el mundo de un vistazo y eso lamentablemente no puede ser. El gráfico del elefante se ha construido mezclando a personas de países muy diferentes y comparando años con dos décadas de distancia donde además la población mundial ha cambiado, y eso nos la hace mucho más difícil de interpretar. Quien estaba en el percentil 50 en 1988 no tiene por qué estar en el mismo percentil en el 2008, así pues no se estarán comparando consigo mismos sino con quienes estaban en ese grupo dos décadas antes, lo que dificulta el análisis.

Por otro lado hay que tener mucho cuidado con los datos. Éstos salen de encuestas sobre ingresos en los distintos países y no todas son igual de fiables, y luego hay que transformar esto a una moneda común y convertirlo a paridad poder adquisitivo, que es un método muchas veces cuestionable. Además es conocido que este tipo de encuestas tienden a subestimar los ingresos más altos por varias razones (que no se declaren, pequeños tamaños muestrales, eliminación de datos atípicos, etc). Recopilar y mezclar los datos adecuadamente es una labor titánica y es prácticamente imposible hacerlo sin muchas dudas sobre la metodología.

En mi opinión el elefante no nos dice demasiadas cosas y creo que intentar analizar cómo ha evolucionado la desigualdad en el mundo en base a esta gráfica es un ejercicio demasiado osado. Parece fuera de duda que China es la fuerza emergente que genera el pico de mayor crecimiento y que la caída de la URSS fue un desastre económico para casi todos los países que salieron de ella. También parece claro que las clases medias y populares de muchos países occidentales han tenido un crecimiento ínfimo o al menos mucho más pequeño que el de países emergentes como China. Pero para más conclusiones habrá que mirar otros datos, porque el elefante por sí solo no nos dice mucho más.

Y no hay que perder la perspectiva de las cosas. Estos elevados crecimientos en la parte media de la distribución global que están cercanos al 80% al final pueden representar pasar de un ingreso de 800$/año a 1.400$/año 20 años después, mientras el crecimiento del 60% del Top1% representa pasar de casi 40.000$ a 65.000$. Los aumentos son porcentuales respecto al punto de partida en 1988, y recordemos que la China de 1988 tenía un PIB nominal per cápita de 381$. Quizá lo veáis más claro en este gráfico:

Como veis eso de que el mundo cada vez es menos desigual es un ejercicio de radiante optimismo por no decir de ilusionismo argumental. Las ganancias siguen yendo muy mayoritariamente al 1% de la población más rica, que acumula el 27% del ingreso. Y cuidado, creo que habría que analizar muy bien este 1%, porque me temo que dentro de este 1% hay unos mucho más ricos que otros.

Hagamos un ejemplo comparativo sobre ese 1% usando el caso de un país con estadísticas relativamente fiables: En EEUU el 1% de la población retiene el 21% del ingreso, pero si descomponemos esa élite veremos que el 0,1% retiene el 10,3% del ingreso, y el 0,01% el 5% del ingreso (lo podéis ver aquí). Como veis esto es un crecimiento directamente exponencial. El 1% de la población mundial en 2008 lo formaban 67,5 millones de personas y su media de ingresos era de 64.213$/persona. Sería extraordinariamente interesante poder descomponer este Top1% mundial en subunidades y quizá veríamos algo terrorífico, pues extrapolando el ejemplo estadounidense (y probablemente en el caso mundial sea más acusado) nos encontraríamos con decenas de millones de personas de ese grupo estarían ingresando 45 o 50 mil $ anuales y por otro lado alrededor de medio millón de personas que podrían controlar sobre el 7% del ingreso mundial, esto es, lo mismo que el 40% de la población de la tierra (casi 3.000 millones de personas).

Quiero recordar dos detalles importantes, que todavía hacen más terrorífica la extrapolación anterior. El primero es que detectar estos altos ingresos es complicado como han dicho los propios autores del estudio, así que probablemente estemos incluso infravalorando el ingreso de los más ricos. El segundo es que las personas muy ricas tienen versatilidad a la hora de intercambiar ingreso por capital, ya que por la naturaleza de sus ingresos pueden perfectamente reducirlos o anularlos mientras acumulan capital (acciones que no dan dividendos pero se revalorizan, activos que no se liquidan, beneficios o variables que son coyunturales, etc.), algo que no puede hacer más del 99% de la población del mundo. Quizá por eso cuando vemos la gráfica extendida hasta 2011 el Top1% disminuye mucho su ingreso (del 65% a menos del 40% de incremento), cuando realmente sabemos por muchos otros datos que los más ricos no han perdido sino ganado durante esta crisis.

A pesar de esto, el elefante y otros datos (como el coeficiente Gini mundial) nos indican que la desigualdad mundial se redujo algo durante ese periodo. De nuevo hay que entender el dato para no caer en confusiones inducidas. En esas dos décadas el coeficiente Gini de casi todos los países subió, esto es, se hicieron más desiguales. Sin embargo los países emergentes crecieron a tasas mayores que los países "ricos" y por tanto la desigualdad entre países se redujo. El efecto neto entre una y otra cosa parece que da una reducción "numérica" de la desigualdad a nivel mundial.

Cuidado, aunque el Gini nos diga que la desigualdad mundial disminuyó hay que entender que los ciudadanos viven en entornos de estados-nación y dentro de ellos las desigualdades aumentaron. Este Gini mundial es una abstracción poco realista porque compara a ciudadanos que viven en economías y entornos absolutamente distintos. Además, la metodología para calcular un coeficiente Gini se torna un poco absurda cuando comparas realidades tan dispares. Por ejemplo, usualmente se calcula el Gini agrupando los ingresos en quintiles (grupos del 20% de población), pero si vemos el elefante de Milanovic veremos como en el quintil más rico del mundo no solo tenemos a los "ricos", sino también tenemos a otros grupos como por ejemplo los ciudadanos empobrecidos de la ex-URSS. Ese quintil será una media entre todas esas situaciones, y aunque los más ricos se hayan hecho más ricos todavía resulta que los ciudadanos de las repúblicas exsoviéticas se han empobrecido, y esas desigualdades "internas" del quintil no se verán el número final, podrían incluso compensarse entre ellas. De hecho nos podríamos encontrar con la paradoja de que el Gini mundial haya disminuido precisamente por el colapso de la URSS...

Lamentablemente todo esto que estamos contando ya tiene pocas aplicaciones prácticas, porque es historia. Ha pasado casi una década desde la caída de Lehman Brothers y nuestro mundo ha cambiado mucho desde entonces. Estamos discutiendo sobre el elefante de Milanovic y los efectos de la globalización sobre las clases populares occidentales con datos de 2008, cuando nuestros países estaban en plenas burbujas especulativas y estos efectos estaban mitigados. El declive de las clases populares occidentales en muchos países comenzó a verse claramente más tarde, probablemente por lo hecho esos años donde los efectos todavía no se notaban mucho. Necesitaríamos un "elefante de Milanovic" del periodo 2009-2016, pero no tenemos los datos.

El elefante nos muestra el crecimiento de China y otros emergentes, producto de la deslocalización de muchas actividades que antes se hacían en occidente, el daño que hizo la caída de la URSS para sus habitantes y poco más. Es una buena base para trabajar, pero los datos que necesitaríamos ver ahora no los tendremos en años y ese me parece que es uno de los grandes dramas de la economía: Para cuando se alcanza un nivel de evidencia suficientemente fiable, hemos perdido una o dos décadas y la realidad probablemente ya ha cambiado. Por eso la política no se puede basar simplemente en la evidencia económica, si quiere satisfacer a sus ciudadanos debe basarse también en la sensibilidad ante los síntomas tempranos que nos muestra la realidad, en las demandas sociales, las lecciones de la historia, en los valores sociales, etc.

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