EconoNuestra

Desmontando dos índices económicos más

Pedro Fresco
Colaborador de econoNuestra

No sé si es una cuestión educacional pero nos encanta hacer índices. Estamos siempre ordenando, intentando listar de mejor a peor, en una pura competición que pretende mostrar una verdad incuestionable con un solo número. Es la dictadura de los números, presentados como hecho incontrovertible para engatusar a personas de buena Fe que no imaginan los sesgos, intereses o convicciones que hay detrás de los listados.

Nunca hay un índice que sea irrebatible, todos tienen importantes dosis subjetividad en el cálculo, en la elección de parámetros y en los pesos estadísticos. Aun así los hay mejores y peores. Los "mejores" deben tomarse como una valoración, una aproximación personal de los creadores de los índices, sin darle ni de lejos una validez absoluta. Los "peores" directamente hay que ignorarlos y denunciarlos, sobre todo cuando se esconden oscuras motivaciones detrás de ellos.

Después de haber desmitificado el famoso índice de libertad económica y haber desarticulado varios índices más, hoy os quiero hablar de dos índices populares que me parecen bastante inconsistentes y que además se mal usan para los más variados objetivos: El índice Big Mac y el índice Bloomberg de eficiencia sanitaria.

Índice Big Mac

El índice Big Mac es un índice creado por la revista The Economist en 1986 como guía para comparar el poder adquisitivo de las distintas monedas y si éstas tienen tipos de cambio adecuados. Es una especie de variable de la paridad del poder adquisitivo (PPA) oficial, metodología que "adapta" los tipos de cambio oficiales al poder adquisitivo real de la moneda dentro del país, creando unos dólares PPA homogéneos para todos los países. En el caso de este índice se usa el Big Mac, que es un tipo de hamburguesa que se vende en todos los Mc Donalds del mundo casi con los mismos ingredientes, y se compara cuánto vale en cada país (en dólares en tasa de cambio oficial). En los países en que la hamburguesa vale menos que en EEUU se supone que la moneda está sobre devaluada, y en los casos donde vale más al revés.

Este índice sale continuamente a la palestra, sobre todo para destacar casos donde las monedas locales están artificialmente altas o bajas, pero la verdad es que el índice me parece que sirve para poco. Mirando el índice, la única información que nos da es que los países pobres tienen precios del Big Mac más bajos que los EEUU, mientras que los más ricos que la potencia americana (Suiza, Noruega, etc.) tienen precios mayores, algo que es lógico porque es un bien no transable, depende del coste de la mano de obra del país y está compuesto por productos perecederos.

La propia página web de The Economist indica que no es un índice pensado para la el análisis de "desajustes monetarios", aunque muchos lo usan como tal. Y la verdad es que comparar el tipo de cambio de las monedas con este índice no tiene sentido y el ejemplo más caro es que dentro de la propia zona euro tenemos precios del Big Mac muy diferentes. Por ejemplo, en junio de 2016 el precio de un Big Mac en Grecia era de 3,6$, mientras que en Finlandia valía 4,41$, un 23% más caro. Y no hace falta ni siquiera irse a países distintos: En Arkansas un Big Mac cuesta 3,95$, mientras que en Washington DC cuesta 5,35 $, un 35% más.

Y aunque sea el poder adquisitivo de cada sitio lo que más influye en el precio no solo cuenta eso, hay cuestiones también internas de cada país que no se pueden obviar. Por ejemplo, en Japón el Big Mac es muy barato para el coste medio de la comida allí, lo que seguramente es producto de tener poca demanda. En Hong Kong el precio también es baratísimo para el poder adquisitivo del país mientras en Brasil pasa lo contrario, el Big Mac es más caro que en EEUU mientras el precio en otro restaurante puede ser la mitad. A lo mejor en Argentina el Big Mac es más barato porque allí la ternera tiene el mismo precio que el pollo o quizá es por las devaluaciones, o a lo mejor es por esta leyenda urbana que dice que el gobierno "obligó" a la cadena a vender más barato el Big Mac que otras hamburguesas para salir bien en el índice. Y ni hablemos de la India, donde las hamburguesas directamente no son de ternera. Hay muchas variables que inciden en el precio de una hamburguesa, pretender que refleje solo del valor de la moneda sencillamente no tiene sentido.

No entiendo el amor que profesan muchos a este índice, cuando realmente el índice Big Mac comenzó siendo una idea graciosa y casi una broma de su creador y no un índice científico o económico. Si se quiere comparar países, más vale coger los datos del Banco Mundial sobre la PPA o hacer el cálculo con una cesta de productos relativamente pequeña. No será una metodología exenta de crítica, pero al menos será científica y no un folclorismo comercial.

Ranking Bloomberg de eficiencia de los sistemas sanitarios

Seguro que habréis leído esta noticia que dice que los recortes en sanidad hicieron aumentar la eficiencia del sistema sanitario español, subiendo del 8º puesto en 2009 al 3º puesto en 2015. Obviamente la interpretación es una patraña ideológica que se basa en una pequeña base de verdad (que la calidad de algo no depende solo del gasto) para, índice absurdo mediante, colocar una ideologización infame.

El índice de eficiencia de Bloomberg se calcula con tres parámetros: La esperanza de vida, que representa el 60% de la puntuación, el gasto sanitario per cápita (el 30%) y el gasto total en sanidad (10%); y con estos pesos estadísticos crea una puntuación final de alguna manera que no explica y que no parece nada clara ¿Cómo se compara un año de vida, con un dólar de coste y un 1% del PIB? No lo sabemos, y depende cómo se haga al final podrías violar absolutamente los pesos estadísticos teóricos. Aquí tenéis un ejemplo de alguien que intenta suponer una metodología con esos pesos estadísticos y, al final, obtiene un ranking absolutamente distinto.

El mayor problema de este índice es que mide la eficiencia en base a la esperanza de vida, y eso es un disparate. La esperanza de vida de un país está condicionada por muchas cosas más allá del sistema sanitario, como la tasa de homicidios, la alimentación, las condiciones de salubridad, que se conviva con animales, etc. etc. De hecho probablemente las tres cosas que más han influido en el aumento de la esperanza de vida de los seres humanos han sido la higiene, los sistemas de alcantarillado y potabilización del agua (fijaos que estos dos no tienen nada tiene que ver con el sistema sanitario) y la vacunación masiva. La esperanza de vida, más que la eficiencia o calidad de un sistema sanitario, lo que mide es el grado de desarrollo de un país.

Pero los problemas no acaban ahí ni mucho menos. Obviamente un buen sistema sanitario ayuda a aumentar la esperanza de vida, la cuestión es que excepto en algunas cosas este aumento no se ve a corto plazo, sino a medio y largo plazo. Es absurdo relacionar el coste de un sistema sanitario un año determinado con la esperanza de vida ese año, la esperanza de vida tiene unos tiempos distintos. Si redujésemos un sistema sanitario a la mitad de su coste y tamaño y mantuviésemos solo las urgencias, probablemente no veríamos cambios destacables en la esperanza de vida en varios años, pero a largo plazo la esperanza de vida se reduciría o evolucionaría más lentamente que el resto de países. Pensad, por ejemplo, que se eliminasen mamografías, programas para dejar de fumar o cualquier medicina preventiva: No notaríamos prácticamente nada a corto plazo, pero sí a largo plazo. Por eso defender que los recortes en sanidad no afectan porque la esperanza de vida no se ve afectada a corto plazo es un insulto a la inteligencia.

Más allá de esto plantear la eficiencia sin contemplar los servicios que se proveen es un sinsentido ¿Es que, por ejemplo, no importa la calidad de vida? Para el índice parece que no. Una operación de cataratas, terapias de rehabilitación, atención psicológica, prótesis o cosas así no deben tener la más mínima relevancia para los autores. Otro de los enormes errores del índice es que contabiliza el gasto sanitario sin tener en cuenta cuan envejecida está una población, pues el gasto sanitario por niño o un adulto es muy inferior al gasto por anciano. Una población más envejecida tiene más gasto sanitario por persona. De hecho los dos primeros países del índice, Singapur y Hong Kong, tienen porcentajes de población anciana relativamente bajos, del 12 y 15% respectivamente, mientras España tiene el 19%, Italia el 22% o Japón el 26%. Compararlos sin tener en cuenta esto es desnaturalizar la comparativa.

Podríamos seguir destacando errores e inconsistencias de este índice y no acabaríamos nunca, así que mejor lo dejamos aquí. Hacer un ranking de calidad o eficiencia de un sistema sanitario es algo muy complicado y altamente subjetivo, pero éste índice de Bloomberg es el peor de todos los que he visto con diferencia. Si de verdad queréis tener datos creo que lo mejor son las estadísticas sanitarias de la OCDE, aunque ahí no hay rankings, lo siento. El de Bloomberg podéis dejarlo para consultar los datos brutos de esperanza de vida y gasto sanitario obviando el ranking, que no sirve para nada.

Cuando os encontréis ante un índice económico analizadlo siempre desde la máxima cautela y desde un punto de vista absolutamente crítico. Y con las interpretaciones de los mismos más aún. No hay nada más atractivo para un trilero de la economía que un índice como estos, que usará convenencieramente para vender sus dogmas y prejuicios, sobre todo cuando están creados por personas o grupos tan interesados como ellos en distorsionar la realidad.

Más Noticias