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Imagina que las mujeres no son propiedades, y los Estados tampoco

Andrea Batista
Lic. Tecnología de los Alimentos, profesional en Mercadotecnia, inmigrante serial, feminista, blogger

En el artículo Neoliberalismo y polarización expliqué cómo el neoliberalismo sigue el modelo patriarcal de polarización de roles femenino-masculino, el cual no sólo aplica a personas sino que los traslada a diferentes entidades (ej. el Estado y el sector privado, naturaleza y civilización).  Describí que el patriarcado se apropia del poder creador femenino desde el mito de la creación (donde el creador es el padre y lo materno es representado como tierra, algo pasivo e inerte, apenas el lugar donde el hecho ocurre). Al trasladar este rol femenino al Estado, niega e invisibiliza su contribución a la innovación tecnológica y al progreso económico que su discurso atribuye exclusivamente al sector privado. Incluí ejemplos de cómo esta invisibilización del poder creador femenino no es algo que sólo existe en mitos sino que sigue ocurriendo hasta el día de hoy. Tal es así que hace pocos días, trascendió un caso que da cuenta de este principio perfectamente: la noticia que Yoko Ono va a ser formalmente reconocida como co-autora de la canción Imagine junto a John Lennon. Esta decisión se basó en los dichos de Lennon en una entrevista radial que hizo junto a Ono para la BBC en 1980:

"De hecho, [Imagine] debería estar acreditada como una canción Lennon-Ono, porque mucho de la letra y el concepto vino de Yoko. Pero en esos días era un poco más egoísta, un poco más macho y de alguna manera ‘omití mencionar su contribución’. Pero salió de su libro, que tiene toda una pila de textos con ‘imagina esto, imagina aquello’ y debo darle el crédito que le debo hace mucho tiempo"; Yoko excusa "Todo lo que hicimos en esos días, nos inspirábamos mutuamente" a lo que Lennon contesta "Sí, pero si hubiese sido Bowie, habría puesto Lennon-Bowie." Yoko agrega "Eso fue antes que Woman is the nigger of the world (la mujer es el negro del mundo), supongo" (min 45:30).

En el caso de "Imagine"  no sólo se advierte la invisibilización del poder creativo de Yoko, sino también su apropiación y privatización. Con este puntapié podemos examinar cómo se evidencian los paralelismos entre este principio patriarcal y el neoliberalismo.

"Los Estados deben privatizar todo" = "Las mujeres no pueden tener propiedades o dirigir empresas –la mujer como propiedad"

La historia de los derechos de las mujeres no es lineal ni tiene un desarrollo universal. En el Egipto antiguo las mujeres podían heredar propiedades, lo cual no era posible en Grecia o en la Inglaterra del 1700. Igualmente en términos generales podemos decir que a lo largo de la historia:

Hubo muchas limitaciones para que las mujeres pudieran heredar, generar y gerenciar dinero o empresas (aún hoy seguimos discutiendo el "techo de cristal" que impone límites invisibles al acceso a cargos jerárquicos).

La mujer no-propietaria, sin acceso a recursos, fue tratada como propiedad. De este modo también hubo una equivalencia entre el cuerpo de la mujer y la tierra.

Bajo esta lógica, que la mujer sea propietaria de tierra (con el subsecuente acceso al alimento y a otros recursos) equivaldría a ser "propietaria" de su cuerpo. Esta soberanía implicaba relaciones más igualitarias y por eso este derecho fue negado en repetidas ocasiones. Sacarle acceso a la propiedad, a los recursos y al dinero es el primer paso para que las mujeres (y los niños y los esclavos) se vuelvan un ser apropiable.

Así como la tierra fue dividida en propiedad privada y pública, las mujeres también fueron divididas en propiedad privadala esposa, de uso exclusivo de un hombre- y propiedad públicala prostituta, para uso de todos los hombres-. Los espacios públicos eran para las mujeres un lugar lleno de peligros, y se transformaron en dominio de los hombres.

Imagina que las mujeres no son propiedades, y los Estados tampoco Imagina que las mujeres no son propiedades, y los Estados tampoco

El hecho de que la mujer sea tratada como propiedad se configuró en dos espacios: en el público y el privado. En el público su comportamiento fue altamente regulado. Es el día de hoy que se critican manifestaciones como las de Ni una menos por su tono, su formato o por estar "muy politizadas". En el ámbito privado, por un lado, se la confinó al hogar, todos los trabajos de cuidado pasaron a ser femeninos, se invisibilizaron, se desvalorizaron, y -en compensación- fueron mistificados otorgándole al ‘sacrificio y la abnegación’ un carácter moral (la madre santa); por otro, se ignoró la violencia dentro de la familia ya que era prerrogativa del señor de la casa qué se hace con la propiedad (recordermos que a principios de año Rusia despenalizó la violencia doméstica: retroceder es posible). Pero incluso en los casos sin violencia, la mujer alienada e invisibilizada con acceso al dinero sólo a través del hombre, no solo limita su libertad individual sino que debilita el ejercicio de la ciudadanía en su conjunto, ya que una parte importante de la población no puede hacer respetar o ejercer derechos, para lo que en muchos casos se requiere dinero. La vía de escape fue el trabajo fuera del hogar, pero esta vía puede ser inaccesible, insuficiente (salarios de pobreza) o en otros casos insatisfactoria  con las tensiones que el trabajo genera con la maternidad, particularmente en el período de lactancia. Esto hace que exista aún un vacío que sólo puede llenar el Estado  a través de sus políticas, instituciones y presupuestos que a su vez requieren un mayor grado de consciencia en los votantes.

El Estado con el rol patriarcal femenino

Sacarle a los Estados acceso a la propiedad, a los recursos y al dinero equivale a una pérdida de soberanía y el primer paso para que se vuelvan apropiables.

La contra-revolución que empezó en los 70s (descripta por el prof. Ha-Joon Chang en el video) hizo exactamente eso en los países denominados periféricos, a través de condiciones para acceder a créditos del Banco Mundial o con golpes militares imponiendo el plan económico neoliberal que consistió en privatizar, bajar la recaudación de impuestos, fuga de capitales, "abrirse" a las inversiones extranjeras, etc. Si bien la profesión económica hizo mucho para que estas ideas sean consideradas como las únicas verdaderas, las voces críticas cobraron más fuerza desde la crisis financiera mundial del 2008.

En Malos Samaritanos, Chang cita los argumentos clásicos contra las empresas estatales, entre ellos la posibilidad de conseguir financiamiento demasiado fácilmente, la poca claridad en la responsabilidad sobre el monitoreo, etc. Pero luego señala que:

Estos inconvenientes son comunes en grandes empresas del sector privado (con muchos pequeños accionistas), o que son de relativa importancia para el país y así acceden a financiamiento público cuando entran en problemas (pensemos en todos los rescates durante la crisis del 2008).

Hay muchas empresas estatales exitosas.

Tener como prioridad las ganancias puede afectar la calidad de la prestación del servicio (por ejemplo una oficina de correo en un pueblo lejano no es rentable).

Hay privatizaciones que se justifican con los prejuicios contra las empresas estatales que luego son vendidas a otros Estados.

En este artículo, el Prof. Ioannis Theodossiou rescata la visión clásica del Estado:

"Los pensadores clásicos como Adam Smith y John Stuart Mill veían a los bienes del Estado tales como puertos, agua, electricidad, compañías ferroviarias, hospitales y universidades, como entidades que no deberían operar para obtener ganancias sino más bien para establecer en el país una infraestructura que provea un ambiente estable y de bajo costo para todos los ciudadanos y el mundo de los negocios, dentro del cual puedan perseguir sus intereses. La inversión y la propiedad pública son vistas por los pensadores clásicos como minimizadores de la estructura de costos de la economía y como protecciones de los ciudadanos y las empresas contra los monopolios privados extractores de renta, la cual se añade al precio de servicios públicos".

Luego agrega: "Contrario al dogma neoclásico, la privatización es contraproducente a cualquier esfuerzo hacia una recuperación económica ya que decrece la competitividad de la economía y priva al gobierno de ingresos vitales que potencialmente pueden ser usados para activar la actividad económica".

Fuera de la esfera de bienes y servicios, incluso la producción del dinero se privatiza en el neoliberalismo. La emisión pública es demonizada y se favorece la creación de dinero por parte de los bancos a través de la creación de crédito. Ann Petifor en su libro "La producción del dinero" dice:

"...los economistas neoliberales en su mayoría pasan por alto la ‘impresión’ privada del dinero y en cambio atacan a los gobiernos y bancos centrales respaldados por el Estado, a los que acusan constantemente de avivar la inflación. El nexo entre la creación de dinero por parte de los bancos privados y la inflación explica en cierto modo por qué los asesores económicos de la señora Thatcher no lograron controlar la inflación" (Pettifor, 2017).

Pettifor no aboga por la estatización de la producción, sino por que toda herramienta que se utilice para producir dinero sea gestionada activa y democráticamente y que tenga un fin positivo para la sociedad, en lugar de dejar que los bancos simplemente creen dinero con el solo fin de financiar burbujas especulativas.

Si bien el cambio de marea aún no ha ocurrido, las tensiones y conflictos evidenciados desde el feminismo y experiencias como la de Bolivia, nos muestran que a pesar de toda la violencia y la injusticia que ocurre durante la lucha de poder, la apropiación del poder creador femenino o de los Estados nunca es completa. Por ende, siempre es posible reclamar los cuerpos, los espacios, las herramientas, la imaginación y reconstruir instituciones con las cuales crear algo nuevo y mejor para todos.

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