El azar y la necesidad

Twin Peaks Oil en el Jardín del Edén

En pleno siglo XXI  subyacen en nuestra sociedad y en sus dirigentes algunos mitos propios de la infancia de la humanidad, como el hecho de creer que los recursos del planeta son inagotables. El Génesis nos habla de nuestra infancia como especie, cuando la Tierra era un paraíso, un Edén  donde Jehová Dios plantó un huerto y puso allí al hombre que había formado.   El paraíso de los humanos fue durante miles de años ese Edén  en el que se podía cazar y recolectar, en el que los recursos eran aparentemente infinitos. Todo eso acabó con la expulsión del jardín edénico, con el descubrimiento de la agricultura, por haber  probado el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal,  por el ansia de disponer de más recursos y de adquirir conocimiento.  Fuera del Edén los recursos son limitados, pero esa realidad incuestionable no penetra en la mente de los humanos del siglo XXI ni en la de sus dirigentes. La economía mundial se sustenta en la creencia contraria des de hace dos siglos, con un crecimiento que parecía ilimitado gracias a la que ha estado hasta la fecha una energía abundante y barata, la que proporcionaban los combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo.

A principios de la década de los setenta, el geofísico estadounidense Marion King Hubbert estableció una teoría que predecía la cantidad de petróleo extraíble a lo largo del tiempo. Esa teoría estima que la tasa de extracción de un pozo cualquiera llega a un cénit, a partir del cual la producción baja ostensiblemente siguiendo una campana de Gauss.  Hubbert predijo erróneamente que ese cenit,  el llamado Peak oil, se produciría a finales de los 90, cosa que no sucedió por varias razones, entre ellas las caídas de consumo y producción derivadas de la guerra del Yom Kippur y posteriormente la primera del Golfo. Hay dos factores más que dificultan los cálculos para conocer cuando se producirá el pico de producción, de un lado establecer cuáles son las reservas reales de petróleo de los distintos países productores por la falta de auditorías rigurosas,  y por el otro saber cómo evolucionará el consumo de crudo. A pesar de estos inconvenientes, la teoría de Hubber es totalmente válida,  y son muchos los expertos que creen que la producción de petróleo llegó ya a su cénit en el año 2006, con una producción de 76 millones de barriles diarios. Ese es el punto de vista que expusieron  James Murray y David King en un artículo publicado en la revista Nature en enero del año pasado.  En la mayoría de pozos de petróleo ya se ha llegado a  ese pico máximo y su producción cae alrededor de un 5 % anual, una caída que se ve momentáneamente compensada por la explotación de nuevos pozos y por el empleo de otros combustibles fósiles como el carbón en la China y en la India o el shale oil en EUA. El carbón superará al consumo de petróleo en el año 2017, siguiendo la progresión actual. Por otro lado, el aumento sostenido de los precios del petróleo  facilita la explotación de nuevos recursos que eran inviable años atrás, por el bajo coste del crudo. Así, los EUA son los primeros productores mundiales del llamado shale oil, gas de esquisto, un combustible que conlleva una extracción muy agresiva con el medio ambiente, las consecuencias de la cual aun no se han evaluado correctamente.

La aparición y explotación de nuevas fuentes de combustibles fósiles, compensa de momento la caída de producción de petróleo, pero tiene un efecto pernicioso en las mentes de nuestros responsables políticos, que se aferran a la idea de que los recursos energéticos son inagotables. Eso es lo que opina Michael Kumhof, economista alemán corresponsable de modelización en el seno del Fondo Monetario Internacional, en una entrevista concedida al periodista francés Matthieu Auzanneau.  Kumhof ha estudiado los efectos que tendrá en la economía mundial la caída progresiva de la producción de petróleo y el aumento consiguiente de los precios del crudo. Con una caída anual de la producción del 2%, y un precio del barril por encima de los 200 dólares, la economía entrará en una grave recesión.

Un estudio publicado por el Ministerio de la Energía Americana en 2005 y dirigido por el prestigioso Robert Hirsch , demostraba que  hacer frente al peak oil requeriría un esfuerzo de inversión gigantesca, para adaptar la infraestructura de la industria y de la locomoción y que ese proceso no se podría realizar en menos de diez años. El tiempo corre y las inversiones están aún por hacer.

El informe de Kumhof no ha sido tenido en cuenta por el FMI, que es el organismo que lo encargó,  a pesar de los datos objetivos que aporta y del riesgo cierto de recesión mundial que apunta: los dirigentes políticos y económicos no creen que el petróleo se vaya a acabar porque aun viven en la ilusión primitiva del huerto del Edén, de un mundo ficticio con recursos inagotables. Pero la realidad es persistente y tozuda, y dada la falta de previsión de nuestros dirigentes, podemos entrever en nuestro Paraíso terrenal la aparición de un par de picos gemelos, el de la producción de petróleo que ya hemos escalado  y el de la recesión que le seguirá, una ascensión que se intuye dura y crítica. El mundo puede estar objetivamente en crisis durante un largo periodo de tiempo, y esa predicción oscura no es con el ánimo de ser agorero, si no con la previsión de quién no quiere pasar por cándido o infantil.

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