El azar y la necesidad

El caso Pujol, un affare de famiglia

En Europa, y durante muchos siglos, la política no ha sido una cuestión de estado como la entendemos ahora, si no de familias. Los conflictos se dirimían entre familias poderosas, para perpetuar su linaje y poder,  otros conceptos como nación y patria fueron marginales hasta el siglo XIX y la revolución liberal. El cónclave que eligió a Alejandro VI como Papa, se dirimió entre los partidarios de los Borja y los de della Rovere de Savona, y con las otras familias de Italia, -los Sforzas de Milán, los Orsinis de Roma o los Medicis de Florencia-, alineándose con unos o con los otros para defender sus propios intereses de saga. Las guerras de los reyes hispánicos contra Francia y en Flandes durante los siglos XVI y XVII fueron para mantener el legado familiar, la herencia de los abuelos de Carlos I, Maximiliano de Habsburgo y Maria de Borgoña. Napoleón, en el momento de repartir favores, reinos y patrimonio  tuvo que hacer más equilibrios con su familia corsa que con sus ambiciosos generales. Esta situación de intereses familiares ha quedado camuflada por las advocaciones a la patria, o a la revolución, o a ambas. Pero sólo camuflada, porqué los conflictos actuales, en gran medida, se gestan en inicio como asuntos de familia. El caso más flagrante fue el de los Bush contra los Laden, antaño amigos y socios, al fin enfrentados a muerte en una guerra global.

La familia es muy importante, algo que hay que proteger de los envites de la historia, algo que está más allá de la propia supervivencia individual. La familia es una estructura animal, más que social, de la que responde el instinto más que la razón. En algún momento, Jordi Pujol quiso hacer extensiva esa noción de familia a todo un país, actuando como un patriarca que extendía su brazo protector a toda la ciudadanía. Y muchos, aunque no le votáramos nunca, así lo sentíamos. Algunos de los que sentimos esa presencia paternal,  ahora nos preguntamos en qué grado interfirieron los intereses particulares y la seguridad jurídica de los hijos naturales con los de los demás, los ciudadanos aparentemente adoptados por el molt honorable. Y esa duda cae como una losa sobre la gestión de los últimos treinta años, sobre el global de su biografía, y expande una mancha imborrable sobre un hombre que en su momento si fue honorable, cuando sufrió tortura y presidio en las cárceles franquistas.

Decía Francesc Pujols, el filósofo catalán más original y mordaz del siglo XX, que la familia es una unidad de generación y que por ella un hombre puede llegar a jugárselo todo, hasta la vida, por la familia. Pujol parece que ha seguido al pie de la letra ese principio enunciado por Pujols.

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