El azar y la necesidad

"Vaig amb un colló defora"

Un apreciado amigo mallorquín me dio la dimensión de su estado de ánimo en relación a los resultados electorales en Baleares,  con un dicho muy local: "Vaig amb un colló defora".  El dicho expresa un estado máximo de orgullo y felicidad. Y no hay para menos. Porqué se trata de orgullo, orgullo de pertenecer a una ciudadanía capaz de decir basta a una forma de gobierno arrogante, soberbia, chulesca y prepotente. En Baleares, los resultados del Partido Popular han sido los más bajos desde que se tienen registros y están en condiciones de perder todos los órganos de poder en las cuatro islas. Este resultado no se explica únicamente por la gestión de la crisis, ni por la corrupción (durante la actual legislatura no ha habido casos destacados de corrupción en el ámbito  del PP Balear). Con una economía mucho más saneada que la valenciana y unas cifras macroeconómicas ligeramente positivas,  los populares esperaban aguantar el chaparrón de estas elecciones, una estrategia muy parecida a la de Mariano Rajoy con las generales que se avecinan. Pero en Baleares, un territorio históricamente conservador y poco amante de los cambios, esta estrategia no les ha funcionado y es muy posible que en Génova, se pregunten  en este momento qué ha pasado, como es posible que un candidato tan serio, guapo, joven  y sin salpicaduras de corrupción se haya pegado semejante batacazo.

Para entender la dimensión de lo ocurrido, hay que fijarse  en los resultados de los municipios medios y pequeños, en las diferencias entre el voto municipal y el autonómico e insular. La diferencia entre el soporte recibido por los candidatos a alcaldes populares  y el de la candidatura autonómica del PP, alcanza los cinco mil votos en la llamada "part forana".  Los ciudadanos conservadores de Mallorca  han querido castigar una acción de gobierno que ha sido agresiva contra cualquier forma de oposición, interna y externa. Bauzá ha arremetido a diestro y a siniestro y , en especial, contra  sus propios correligionarios y compañeros. Una de sus víctimas más destacadas  ha sido el hasta ahora alcalde popular de Palma, Mateu Isern. Isern partía  muy bien colocado en las encuestas, pero no se pudo presentar  por la arbitrariedad de Bauzá.  Bauzá,  al modo de los Kapos  en los campos de exterminio, es cruel con sus gobernados y  extremadamente solicito con sus superiores en Madrid. ¿Quién podía pensar en Génova  que ese joven amable y educado, que siempre decía que sí, fuera un pequeño tirano en su feudo?

El gran caballo de batalla del gobierno de Bauzá en esta legislatura, su obsesión personal apoyada con firmeza desde Madrid,  fue su famoso decreto de lenguas, el TIL. El TIL concentró el rechazo de los docentes, de las asociaciones de padres y de los  sindicatos. Los tribunales tuvieron que advertir en dos ocasiones al gobierno que el decreto no se ajustaba a la legalidad. A pesar de eso, Bauzá, el farmacéutico de Marratxí, no cedió. Los mallorquines, poco dados a las movilizaciones, se congregaron en la calles de Palma, en la manifestación más grande de la historia de la isla. Bauzá no se dio por aludido y en Génova aceptaron creer que todo era obra de elementos radicales catalanistas. Todo eso a pesar de que un gran número de alcaldías del PP aprobaron mociones contra la aplicación del decreto.

La política de Bauzá ha conseguido, al fin de su mandato,  algo inaudito: que por primera vez en la historia de las  Baleares  gane la izquierda por mayoría absoluta y que surja con fuerza un nuevo partido regionalista. La  irrupción del PI, un partido formado por antiguos miembros del PP i de Unió Mallorquina,   ha  conseguido tres diputados y diversas alcaldías, algunas con mayoría absoluta. La gran suerte de este nuevo partido emergente es que sus votos no serán necesarios  en el nuevo Parlament para conformar una mayoría estable. El PI estará en la oposición, en competencia con el PP y Ciudadanos, y no sufrirá el desgaste de tener que gobernar con la izquierda. Si el PI crece en aceptación, tendrá un competidor serio que le disputará firmemente el voto conservador, algo que nunca llegó a conseguir Unió Mallorquina.

En Génova no entienden lo que ha ocurrido en Baleares, con ese presidente tan amable llamado Bauzá. El hasta ahora presidente,  está intentando condicionar su relevo al frente del partido, retrasando su dimisión hasta después del verano. Si alcanza su propósito, y coloca a alguien de sus allegados al frente del PP, habrá hecho un último servicio a la causa de las izquierdas en las Islas.

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