El cambio en Madrid

Derechos para todos

"Que tiempos serán los que vivimos que hay que defender lo obvio", se lamentaba Bertolt Brecht. Desgraciadamente, a día de hoy seguimos en la misma tesitura: se convierte en revolucionario algo tan obvio como defender los derechos humanos de los inmigrantes. Darles rostro, darles identidad, permitirles el acceso a los servicios básicos, al margen de sus cuitas administrativas, debería ser un imperativo moral de todo gobernante digno de tal nombre.
Pero no es así. El gobierno de la derecha en nuestro país, el que padecemos en Madrid desde hace 26 años, actúa justo en el sentido contrario. Les arrebata el acceso a la salud, el acceso a la educación, el acceso a servicios sociales básicos, por el simple mecanismo de hacerles invisibles. Armados con un papel, o mejor dicho, con la carencia de él, pretenden desterrar de la sociedad a los más débiles, los más necesitados. Y, si persisten en su molesta presencia, se les insulta y se les humilla, como ha hecho en esta campaña Esperanza Aguirre con las personas sin techo, a las que pretende expulsar, después de sus casas, también de las calles.
Por eso, los socialistas hemos propuesto, y llevaremos a la práctica si los ciudadanos progresistas nos dan su confianza, dotar a todas las personas en situación irregular administrativa, una identificación municipal, expedida por el Ayuntamiento, que les garantice el acceso a los servicios más elementales para un ser humano: la salud, una vivienda social, unos servicios sociales que les atiendan y protejan en su difícil situación.

Con este ‘DNI local’ la población inmigrante podrá solicitar atención sanitaria en los centros municipales de Madrid Salud, podrá acceder a la bolsa de pisos sociales que pretendemos articular a partir de las 40.000 viviendas vacías que los bancos tienen en la capital. También podrán garantizar, por medio de los servicios sociales municipales y el Fondo de Emergencia contra la pobreza energética y la malnutrición, que pensamos dotar al menos con 6 millones de euros, que tanto sus hijos como ellos mismos podrán alimentarse y protegerse del frío.
Todo es obvio. De ahí, desgraciadamente, su carácter revolucionario en los tiempos que corren. Se trata de defender los derechos humanos de este colectivo más allá de las palabras vacías, de las promesas huecas. Con hechos. Con programas. Con ideas. Con coraje político.
No es una promesa electoral. De hecho, la inmensa mayoría de los beneficiarios de esta iniciativa no pueden votar en nuestro país. Pero a los socialistas no nos mueve el cálculo electoral, el tacticismo oportunista. Nos mueven unos valores que pensamos hacer visibles en el próximo ayuntamiento de Madrid. Y a los que no renunciaremos bajo ningún concepto. No es una promesa. Es un compromiso.

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