El 4º Poder en Red

Duelo periodístico en la cumbre

Víctor Sampedro Blanco
Catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la URJC

El Pullitzer concedido a G. Greenwald, de cuya biografía ya informamos, plantea con urgencia el papel del periodismo frente al poder. En concreto, si la posición es de enfrentamiento —contrapoder— o cooperación. Traducimos ahora y extractamos los pasajes más interesantes de la correspondencia pública que mantuvieron G. Greenwald y Bill Keller (ex-director del The New York Times). La extensa conversación publicada en el NYT expone dos posturas enfrentadas, pero también un reconocimiento de un territorio común. Debiera ser lectura obligatoria en las Facultades de Periodismo. Publicamos aquí algunos extractos. Disponen de la traducción completa aquí.

Querido Glenn,

Llegamos al periodismo desde diferentes tradiciones. He pasado toda la vida trabajando en periódicos que  dan un valor preponderante al periodismo agresivo pero imparcial. Se espera de los reporteros y directores que se guarden sus opiniones, a menos que las trasladen (como yo he hecho) a las páginas claramente identificadas como de opinión. Tú vienes de una tradición más activista: primero como abogado, luego como bloguero y columnista, y pronto como parte de una nueva e independiente aventura periodística financiada por el fundador de eBay Pierre Omidyar. Tu forma de escribir procede de un punto de vista claramente expuesto.

Los periodistas, por tradición, tienen abundantes opiniones, pero dejándolas a un lado para centrarse en los hechos –como un juez en el tribunal se supone que debe dejar de lado los prejuicios para seguir la ley y las evidencias– pueden a menudo producir resultados que son más sustanciales y creíbles. El periodismo de los grandes medios  ha tenido sus fallos –episodios de credulidsaad, falsas comparaciones, sencionalismo y falta de atención– por los que hemos sido azotados merecidamente. Espero que vayas a decir que no  lo suficientemente azotados. Así  te paso el látigo.

Querido Bill,

Nadie sostiene que el modelo que se ha convertido (más recientemente) en estándar para un periodista – ocultar las perspectivas subjetivas o lo que parecen ser "opiniones"– impida un buen periodismo.

Pero este modelo también ha producido un montón de periodismo atroz y algunos hábitos tóxicos que están debilitando la profesión. Un periodista que se queda petrificado por una cobarde e inútil fórmula de "esto-es-lo-que-ambos-lados-dicen-y-yo-no-voy-a-resolver-los-conflictos".  Esto premia la deshonestidad de los funcionarios políticos y empresariales que saben que pueden confiar en periodistas "objetivos" para amplificar sus  falsedades sin impugnación. Es decir, el periodismo queda reducido a "X dice Y" en lugar de "X dice Y y eso es falso".

Esta restricción asfixiante produce una forma de periodismo de auto-castración, que se convierte en ineficaz y aburrida. El hecho de no llamar "tortura" a la tortura porque los responsables del gobierno exijan que se use un eufemismo más agradable, o equiparar perezosamente una afirmación que se demuestra cierta con una demostrablemente falsa, vacía al periodismo de su pasión, pulso, vitalidad y alma.

La distinción relevante no está entre los periodistas que tienen una opinión y los que no, porque la última categoría es un mito. Todo periodismo es una forma de activismo. Cada decisión periodística abraza necesariamente suposiciones altamente subjetivas –culturales, políticas o nacionalistas– y sirve a los intereses de una facción u otra

Pero no hay periodismo – desde el más estilísticamente objetivo al más descaradamente opinativo– que tenga valor alguno a menos que se base en hechos, evidencias y datos verificables.

Querido Glenn,

No pretendo sostener que los periodistas no tengan opiniones. Pienso en periodistas profesionales, con una disciplina de trabajo, suspendiendo sus opiniones y permitiendo a las evidencias hablar por sí mismas.

La cosa es que una vez que has declarado públicamente tus "suposiciones subjetivas y valores políticos", es de naturaleza humana querer defenderlos, y se convierte en tentador omitir o minimizar hechos, o enmarcar el argumento, en sentidos que apoyan tu punto de vista declarado. A veces el juego limpio se convierte en falsa comparación, o parece  un eufemismo. Pero es simplista decir, por ejemplo, que a menos que uses la palabra "tortura" estás suspendiendo en coraje, o colaborando con el mal.

The New York Times y otros medios principales de noticias consideran seriamente  los argumentos de la publicación de algo que va a poner en peligro la seguridad nacional – lo que significa que alguien pueda resultar asesinado. Eso es verdad. Escuchamos respetuosamente esa clase de consideraciones y, entonces, tomamos nuestras propias decisiones. Si no estamos convencidos, esperamos, o retenemos detalles. Así que, ¿cuál sería tu política sobre publicar una información que algunos argumentarían que pone en peligro la seguridad nacional?

Querido Bill,

¿Por qué serían los periodistas que esconden sus opiniones menos proclives a manipular sus noticias que aquellos que son honestos sobre sus opiniones? Si acaso, esconder su punto de vista le concede al reportero más libertad para manipular su trabajo, porque el lector es inconsciente de esos enfoques ocultos y, por lo tanto, no puede tenerlos en cuenta.

Resulta, creo, muy difícil sostener que el tono "objetivo", aparentemente requerido por la mayoría de los medios masivos, crea confianza en el público, dada la muy baja estima con que el público se refiere a esas instituciones mediáticas. El colapso de la credibilidad de los medios tiene su raíz en hechos como ayudar al gobierno de EEUU a diseminar las falsedades que condujeron a la guerra de Irak y, más en general, a una sumisión flagrante al poder político. Patologías agravadas por la prohibición periodística de hacer cualquier aclaración crítica y por afirmaciones que avalan las palabras y las acciones de los responsables políticos, por miedo a ser acusado de parcialidad.

En cuanto a tener en cuenta los peligros planteados sobre vidas inocentes antes de publicar: nadie discute que los periodistas deberían hacerlo. Pero no le doy peso adicional a la vida de norteamericanos inocentes comparados con las vidas de inocentes no norteamericanos, ni tampoco sentiría ninguna lealtad especial hacia el gobierno de EEUU en relación a otros gobiernos al decidir qué publicar.

Los principales medios de EEUU dan especial lealtad a los puntos de vista e intereses del gobierno. Supongo que se puede argumentar que así debería ser. Pero cualquiera que sea esa forma de pensar, sin duda no es "objetiva". Es nacionalista, subjetiva y activista. Lo cual es mi primer punto: todo periodismo es subjetivo y una forma de activismo incluso si se hace un intento de fingir que no es así.

No tengo objeción al protocolo por el cual se le permite a la Casa Blanca dar su opinión antes de la publicación de secretos sensibles. Para todos los reportajes de la NSA que he hecho – no solo en The Guardian, sino con grandes medios alrededor del mundo –, he hecho que la Casa Blanca sea notificada por los editores antes de la publicación (aunque en la gran, gran mayoría de los casos, sus exigencias de que cierta información fuera suprimida no se tuvieron en cuenta, debido a la falta de razones específicas para la supresión).

En esencia, veo el valor del periodismo como descansando en una doble misión: informar al público con información precisa y vital, y su capacidad única para proporcionar un control realmente adversario con aquellos en el poder.

Querido Glenn,

Críticos de la izquierda, incluyéndote a ti, estaban indignados al conocer que mantuvimos guardada la historia de las escuchas ilegales de la NSA por más de un año, hasta que yo estuve convencido de que el interés público compensaba cualquier daño potencial a la seguridad nacional. Los críticos conservadores estaban más furiosos aún cuando, en 2005, lo publicamos. La gente honrada puede no estar de acuerdo con tales decisiones, publicar o no publicar. Pero esos juicios fueron el resultado de un cálculo largo, duro e independiente, un balance de riesgos y responsabilidades, no "lealtad al gobierno de EEUU".

En varias ocasiones he dicho que Julian Assange y WikiLeaks deberían tener derecho a las mismas libertades de prensa que The New York Times. Pero no vamos a pretender que tengan el mismo sentido de la responsabilidad.

¿Nuevo tema?

Pierre Omidyar, tu nuevo jefe, está construyendo una constelación de estrellas, solistas "llenos de pasión", investigadores empecinados.

Se ha convertido en un cliché en nuestro negocio/profesión/oficio que los periodistas deben construirse a sí mismos como "marcas" individuales. Pero el periodismo –especialmente el más duro, como el periodismo de investigación– se beneficia inmensamente del apoyo institucional. En la cobertura de Snowden, trabajaste en la estructura institucional de The Guardian y, por un tiempo, de The Times. Así que, ¿qué es tan diferente en el nuevo proyecto? ¿Es tan solo una institución periodística con otro nombre?

Todo lo que se necesita, dijiste, es acceso y una conciencia preocupada para crear un Edward Snowden o un Bradley Manning. Pero la abrumadora preponderancia del periodismo de investigación sigue procediendo de reporteros que cultivan fuentes de confianza durante meses o años, no de gente de dentro que de repente decide confiar a alguien a quien nunca han conocido un pendrive lleno de secretos. ¿Realmente crees que Snowden y Manning representan el futuro del periodismo de investigación?

Y, por último, ¿será "la Nueva Cosa" de Pierre Omidyar un monocultivo político, o esperas que haya Glenn Greenwalds de derechas a bordo?

Vuelve a ti.

Querido Bill,

Por todo lo que he visto, ni Assange ni WikiLeaks tienen el más mínimo deseo de poner en peligro a personas inocentes. Todo lo contrario: han intentado con diligencia que se corrijan los nombres de inocentes, y solicitaron la contribución de la Casa Blanca antes de publicar (que fue denegada inexcusablemente). Además, la única vez que una gran cantidad de documentos sin editar fueron liberados fue, irónicamente, cuando el periodista que has mencionado (no asociado con WikiLeaks) publicó la contraseña del archivo en su libro.

Los editores deben empoderar y fortalecer un periodismo cargado de hechos, acusatorio y agresivo, no servir como obstáculos para castrarlo o suprimirlo.

Tenemos la intención de sopesar las exigencias de las facciones más poderosas con escepticismo, no reverencia. Las declaraciones oficiales nos indican qué investigar ("el funcionario A dijo X, Y y Z hoy: ahora vamos a ver si eso es verdad"), no el evangelio alrededor del que construir nuestras narrativas ("X, Y y Z, dice el funcionario A").

Con respecto a las fuentes, realmente no entiendo la distinción que crees que estás trazando entre Snowden y las fuentes más tradicionales.

No es sólo la gente como Manning y Snowden la que se enfrenta a la persecución y largas penas de prisión. Denunciantes estadounidenses que acudieron a los medios de comunicación más tradicionales -como Tom Drake y Jeffery Sterling- también se enfrentan a cargos por delitos graves a causa de una administración que, como el ex consejero general de su periódico, James Goodale, ha dicho, ha sido más vengativa en el ataque del proceso de recopilación de noticias que cualquier otra desde Richard Nixon. Incluso periodistas en este proceso, como el ganador del Premio Pulitzer de tu periódico Jim Risen, se enfrentan a una amenaza muy real de cárcel.

Las fuentes ahora tienen miedo de recurrir a los modos tradicionales de trabajo con los periodistas a causa de la agresión de la administración Obama. La vigilancia ubicua obviamente agrava mucho este problema, ya que la colección de todos los metadatos hace que sea casi imposible para una fuente y un periodista comunicarse sin el conocimiento del gobierno.

Así que sí: junto con las nuevas tecnologías de protección de la intimidad, creo que valientes e innovadores denunciantes como Manning y Snowden son cruciales para despejar algunas tinieblas y darnos un poco de luz solar. Denunciar las malas actuaciones que un gobierno comete en secreto no debe implicar un coraje extremo y una inclinación a ir a la cárcel durante décadas o incluso toda la vida. Pero es lo que pasa. Y supone un problema enorme para la democracia, donde todos los periodistas deben estar unidos en la lucha. La recuperación de las libertades de prensa básicas en los EE.UU. son un importante impulso para nuestra nueva empresa.

Querido Glenn,

Creo que la imparcialidad en el periodismo es una una aspiración que vale la pena, incluso si no se alcanza con perfección. Creo que en la mayoría de los casos te acerca a la verdad, porque impone la disciplina de probar todos los argumentos, incluyendo en gran medida el tuyo propio. Esa disciplina no viene de forma natural. Creo que el periodismo que comienza desde una predisposición declarada públicamente tiene menos probabilidades de llegar a la verdad, y es menos probable que sea convincente para aquellos que no están convencidos ya. (Prueba A: las noticias de la Fox). Y sí, los escritores son más propensos a manipular la evidencia para apoyar un punto de vista declarado que uno que se mantiene en privado, porque el orgullo está en juego.

La clase de periodismo abiertamente opinativo que tú respaldas.  Tiene el "alma" que tú ansías. Pero para un oído moderno a menudo suena sermoneador y sospechoso.

Creo  que la necesidad de un periodismo imparcial es mayor que nunca, porque ahora vivimos en un mundo de medios de comunicación basados en la afinidad, donde los ciudadanos pueden construir y construyen espacios de sus propias creencias. En conjunto, es muy sencillo sentirse "informado" sin tener que encontrar información que desafíe nuestros prejuicios.

Me parece más plausible que la erosión del respeto a los medios estadounidenses pueda ser explicada por el hecho de que gran parte de ellos son triviales, superficiales, sensacionalistas, redundantes y, sí, ideológicos y polémicos.

Te ofrezco la última palabra, y entonces podemos dejarle el espacio a los comentaristas, si alguno ha llegado hasta aquí.

Glenn, te deseo suerte en tu nueva aventura, y espero que inspire a más multimillonarios a poner  dinero en el periodismo. Voy a ofrecer un consejo no solicitado. La autocrítica y la corrección. Y he tenido una experiencia considerable de ambas. No son divertidas, pero son tan sanas para el periodismo como la independencia y la reverencia a la verdad. La humildad es tan querida como la pasión. Así que mi consejo es: aprende a decir, "estábamos equivocados".

Querido Bill,

Mi punto de vista sobre el periodismo exige tanto la imparcialidad como la fidelidad a los hechos. Pero creo que esos valores son defendidos siendo honestos sobre las propias perspectivas y supuestos subjetivos, en lugar de hacer de voz-de-Dios, el tono de punto-de-vista-imparcial que falsamente implica que los periodistas viven por encima de los puntos de vista comunes y las divisiones-lealtades que afectan a los no periodistas y los temidos "activistas".

Con algunas nobles excepciones, la información de The New York Times no es menos "activista", subjetiva o sesgada ideológicamente que las voces de los nuevos medios a los que a veces desprecian condescendientemente

Gracias por desearme lo mejor e invitarme a la reflexión, lo aprecio.

 

Y ahora algunas preguntas, para buscar las respuestas en el diálogo anterior:

- ¿Qué director de un gran diario español habría convertido en su columna de opinión un duelo semejante? ¿Se imaginan algo semejante referido a los periodistas inmundos de los que hablamos hace poco?

- ¿Qué territorio común comparten los duelistas, a pesar de sus diferencias? ¿No apelan ambos al periodismo como fundamento de la democracia? ¿Basado en hechos irrefutables y distintos grados de contrapoder?

- ¿Por qué ambos renuncian al término objetividad? ¿Y qué considera cada uno como imparcialidad?

- ¿Qué hay de antiguo y de moderno en sus posicionamientos? ¿Cuál de ellos apunta al futuro y cuál al pasado?

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