El 4º Poder en Red

Diálogos sobre calidad y democracia

Felipe Gómez-Pallete
Presidente de Calidad y Cultura Democráticas

Hemos elegido el diálogo como forma de expresión de nuestro pensamiento sobre calidad y democracia. Imaginemos, pues, dos personas en disposición de escucharse y de aprender el uno del otro. Para ello, una y otra pactan de antemano cerrar a cal y canto sus respectivas zonas de confort intelectual, esa región del entendimiento en la que habitan las categorías que nos resultan familiares, lugares a través de los que tendemos a filtrar cómodamente todo cuanto nos dicen. Sobre todo, si lo que uno escucha son palabras (calidad, democracia) que cree dominar en todas sus acepciones. Nada de hacerse trampas; nuestros dos personajes están dispuesto a escucharse, no sólo a oírse.

El diálogo (imaginario) que se ‘reproduce’ a continuación está inspirado en diversas reuniones que (en verdad) se mantuvieron, a lo largo de los últimos 18 meses, con líderes y colaboradores de las siguientes organizaciones: Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español, EQUO, Vecinos por Torrelodones, VOX, Casa Real, Congreso de los Diputados e Izquierda Unida.

Esto es lo que se dirán, sentados uno frente al otro, el miembro de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas (ACCD) y el de una organización cualquiera (ORG) del tipo de las mencionadas, por ejemplo, un partido político:

ORG: Sí, ya había oído hablar de vuestra iniciativa. La idea que tengo es que actuáis como auditores autorizados para expedir certificados de calidad, tipo ISO. ¿Es correcto? No estoy seguro de haberlo entendido bien.

ACCD: No eres el único. Es habitual que nos veáis así, como auditores, como expertos que otorgamos sellos de calidad tras haber comprobado que todo funciona correctamente en una organización.

ORG: ¿Y no es así?

ACCD: Esto es lo que quería decirte. Nuestra labor parte de esta creencia básica: Nadie externo a una organización  puede sugerir mejores ideas para perfeccionar una actividad que quien la está realizando.

ORG: Perdona, no entiendo nada... pero entonces, si somos nosotros los que sabemos cómo mejorar, ¿cuál es vuestra aportación?, ¿qué tipo de auditoría realizáis?

ACCD: Si nos ponemos de acuerdo en lo que diferencia a un auditor de un asesor, podemos empezar a entendernos.

ORG: Te escucho.

ACCD: De un auditor se espera que sepa pronunciarse porque tiene conocimientos probados sobre cómo deben realizarse las actividades que audita. Y así, si juzga que todo se está haciendo bien, lo certificará mediante el correspondiente sello de calidad. Pero si no es así...

ORG: ¿Y un asesor?

ACCD: Un asesor te ayuda a que busques por un territorio (vuestra organización), que conoces mejor que nadie, qué aspectos podrías mejorar de tu trabajo. Él te dirige en tu búsqueda, pero el que busca eres tú. Por eso somos imprescindibles ambos: los que conocéis el terreno (vosotros) y los que sabemos cómo buscar, nosotros, los asesores.

ORG: Con un ejemplo lo entendería mejor...

ACCD: Imagina que decidís aumentar el voto femenino, o mejorar la estructura de fuentes de financiación, o reformar la práctica democrática en determinados procesos internos, u optimizar la gestión de la agenda institucional, etc. Un asesor os ayuda a identificar en qué pasos no podéis fallar hasta lograr esos objetivos. Parece sencillo, pero la experiencia demuestra lo contrario. Nuestra labor tiene sentido porque para la identificación de objetivos; para no confundir éstos con las actividades que es preciso realizar; para seleccionar los indicadores que te van diciendo como te estás acercando a tu objetivo o cuánto te estás alejando de él, para todo esto, te digo, se requiere método; no es suficiente con el sentido común, por muy fácil y llano que parezca el camino.

ORG: O sea, que vuestra labor consiste en...guiarnos, en...

ACCD: Bueno, sí, eso es. Nada más. Pero nada menos. Nuestro trabajo consiste en ayudaros a buscar pequeños incrementos de mejora en cada asunto que elijáis perfeccionar. Porque no se trata de introducir cambios bruscos, sino de mejorar poco a poco.

ORG: Vale, pero... ¿por qué nos iba a interesar hacer algo así cuando, en realidad, nadie nos lo está pidiendo?  Ya que lo que nos pide la sociedad –lo escuchamos todos los días– es otra cosa: es acabar con la corrupción y que imaginemos mejores propuestas para salir de la crisis.

ACCD: Sí, eso lo que os exigimos los ciudadanos: contra la corrupción, transparencia; contra la falta de propuestas, o propuestas equivocadas, ideas nuevas. De acuerdo...pero no sólo eso, créeme, no sólo eso.

ORG: ¿Tú crees? Dime, pues, qué más.

ACCD: Que demostréis que os importa la calidad organizativa de vuestras organizaciones. Que demostréis que habéis empezado a marcar objetivos de mejora en tal o cual parcela de vuestros partidos, sindicatos, casas, parlamentos, etc. Porque, de no hacerlo, os vamos a sacar tarjeta roja. Pero ¡ojo!, estas tarjetas no serán rojas porque incumpláis exigencias impuestas por la sociedad. No, ni mucho menos. Lo que indicará el color rojo de estas tarjetas es que aún no habéis decidido ser exigentes con vosotros mismos;  tarjetas, o semáforos, o banderines, o el símbolo que aconsejen los expertos en semiótica visual. En cualquier caso, esto es lo que sabrá el ciudadano, de un vistazo, nada más descubrir, junto a vuestro logo, un indicativo rojo que denuncia vuestra falta de solidaridad, como se dice ahora, al no contribuir por iniciativa propia a la mejora de la calidad institucional del sistema democrático.

ccd

ORG: Creo que empiezo a entenderlo. Sí, en esta hoja que me entregas, está muy bien resumido. No sé... ¿qué más podrías adelantarme?

ACCD: Creo que te interesará conocer algo sobre nuestra forma de operar y los beneficios que pueden esperarse de este tipo de actuaciones.

ORG: Sí, por favor, sin entrar en detalles, ¿podrías adelantarme algunas ideas clave sobre vuestro método?

ACCD: El método de trabajo que utilizamos se compone de técnicas muy conocidas. Hablamos, por ejemplo, del análisis de influencias dominantes, de las fortalezas y amenazas, los puntos débiles y fuertes, que pueden poner en peligro o, por el contrario, favorecer la consecución de una determinada meta. Y, a partir de aquí, hablamos de la identificación de los factores críticos de éxito, es decir, de aquellos objetivos particulares en los que no caben los fallos pues, de incurrir en ellos, tu partido político no llegaría a la meta que se había propuesto alcanzar. Todo esto es necesario para poder determinar el sistema de indicadores de calidad (SIC), es decir, los valores relevantes, concretos, medibles y alcanzables por etapas en períodos de tiempo precisos y consensuados, lo que os permitirá saber cómo os estáis acercando o separando de los objetivos propuestos. En fin, todo ello acaba recogido en los planes operativos, en la estrategia de comunicación (interna y externa), y en el calendario de sesiones de seguimiento y control, sin olvidar las técnicas de semiótica visual que...

ORG: No sigas, por favor, que mi organización no es ninguna empresa; esta institución es algo mucho más complejo. Emplear esos términos aquí...no sé...Dudo tanto de la viabilidad como de la utilidad que pueda tener este discurso para nosotros. ‘Todo esto, aquí, ¿para qué; cómo; por qué?’. Te lo confieso: no he podido evitar hacerme estas preguntas mientras te escuchaba...

ACCD: ¿Para qué? En pocas palabras: para que funcionéis mejor, para que trabajéis mejor, para que tengáis unas instituciones que sean creíbles y merezcan el nombre de organizaciones humanas reunidas en torno a objetivos compartidos. Porque la ideología marca el rumbo, pero sin organización no llegas a ninguna parte. Los gestos de desapego de una ciudadanía cada día más crispada no sólo están motivados por la opacidad encubridora de la corrupción y por los ideales de izquierdas, si es que gobierna la derecha, o viceversa.

ORG: Pues fíjate, yo diría que los ciudadanos votan más con ‘las tripas’, o por ideología, que con la cabeza.

ACCD: Puede que tengas razón. Nosotros opinamos de otro modo. Creemos que el hartazgo ciudadano no está sólo motivado por tal o cual política, sino por la forma de trabajar en política, en los partidos, en las altas instancias del Estado, en el parlamento, en lo sindicatos...

ORG: Bueno, es discutible. Pero incluso en el caso de que así fuera... ¿sabes?... el mundo político es muy especial, y quienes lo habitamos... no sé, los egos personales lo invaden todo...te imaginas... Además, qué quieres que te diga, los partidos políticos actúan, en la práctica, ...como oficinas de colocación. Ya sabes: las cloacas. Sí, temo que propuestas del estilo de la vuestra crearían situaciones incómodas, explosivas incluso, de todo tipo.

ACCD: Sí, claro, como en cualquier otro lugar. Pero en vuestro caso tendréis que acabar eligiendo entre ese tipo de incomodidades y la explosión que producirá una ciudadanía cada día más harta y, por tanto, más y más exigente.

ORG: No sé... Como te decía, dudo de la viabilidad de esta propuesta de calidad democrática, o de mejora continua, o como quiera que la llaméis.

ACCD: Lo comprendo. Porque de lo que estamos hablando es de provocar gradualmente una nueva cultura organizativa que, además, no se quede en los cajones; antes al contrario, que se haga pública, visible, e indivisiblemente unida al logo y la imagen de cada institución, de cada partido, de cada organismo. Y ello, por exigencia y para conocimiento de los ciudadanos; exigencia que, como te decía antes, espolearemos desde nuestra Asociación hasta no dejar margen para las operaciones cosméticas, de cara a la galería, o de mero lavado de imagen.

ORG: Uf... lo que me dices me produce cierta sofocación... No sé..

ACCD: Mira, en nuestro manual de  trabajo (cara visible del corpus de conocimiento que elaboramos previamente) hablamos de los beneficios más inmediatos que una actuación como esta os reporta a vosotros, en este caso, a un partido político. Dicho en pocas palabras, os ofrecemos una vía, no la única, ni suficiente por supuesto, pero sí eficaz y necesaria para que podáis recuperar la credibilidad y la confianza de los ciudadanos, con el consiguiente reflejo en las urnas. Aunque solo sea por instinto de supervivencia, creo firmemente que os interesa. Porque los ciudadanos somos, no lo olvidéis, vuestra razón de existir...

ORG: Dicho así...

ACCD: Es más, nosotros opinamos que esta forma de satisfacer vuestros legítimos intereses representa, a su vez, una significativa contribución a la regeneración de la acción política y, por tanto, al perfeccionamiento de la democracia.

ORG: Puede. Sí..., en fin, no sé... Pero la distinción que haces entre ‘regenerar’ la política y ‘perfeccionar’ la democracia me parece importante. ¿Qué te parece si continuamos dialogando otro día?

ACCD: Estaré encantado. Muchas gracias.

 

Y, a todo esto, ¿qué opinan nuestros lectores?  ¿Os parece que la propuesta de actuación que ofrecemos ayudará a regenerar la actividad política y, por consiguiente, a consolidar la democracia? O por el contrario, ¿creéis que esto de la calidad de las organizaciones políticas es una cuestión sin ninguna trascendencia?

Diálogos sobre calidad y democracia

Más Noticias