El 4º Poder en Red

Podemos: de “nuevos príncipes”, amores y pedagogías

Germán Cano
Profesor de filosofía en la Universidad de Alcalá

"El 19 de febrero pedimos a Germán Cano, miembro de Podemos, una pieza. Era parte de una serie de textos semejantes que pretendíamos recabar de todos los partidos concurrentes el 25M. No fue posible entonces, pero hoy, a una semana de los resultados electorales se demuestra la pertinencia de las tesis expuestas por el filósofo".

 

Es signo de que las cosas andan rematadamente mal el que las reivindicaciones simples y obvias se conviertan en una provocación. Se nos dice que es imaginable que de la noche a la mañana, superando todos los límites sociales, económicos y de clase, nos transformemos, como si saliéramos del escenario de "Lluvia de Estrellas" de Bertín Osborne, en empresarios gestores de nuestro capital humano. Sin embargo, se responde que es intransigente reivindicar cosas tan modestas como el derecho al agua o una mamografía que prevenga del cáncer de mama. Otro nombre que utilizan los técnicos que aparecen en la tele para criticar estas demandas tan ofensivas es: "populistas" o "demagógicas". En Román Paladino: que no tenemos ni idea de lo complejo que es el mundo.

Sin embargo, lo simple y obvio, el sentido común, no es como un bloque monolítico y compacto a la espera: es contradictorio y fragmentario; se asemeja más a un campo de lucha, donde es importante no dar nada por hecho, tomar partido, intervenir con urgencia y marcar los tiempos. Uno de los rasgos interesantes de la figura mediática en la que se ha convertido Pablo Iglesias es que no ha caído nunca en la trampa elitista del "no es necesario crear marcos" ni el de asumir el guión abstracto de "profesor" al que continuamente se invita desde los medios. Mucha gente tradicional de Izquierda o incluso libertaria sostiene a menudo que "los hechos hablan por sí solos". No es cierto. Continuamente utilizamos marcos, gramáticas o estructuras mentales arraigadas en nuestro sentido común que configuran nuestra comprensión del mundo para entender la realidad. De ahí la importancia de enmarcar políticamente los hechos en los medios o de recusar el marco del adversario político. Es más, lejos de dar por hecho de que hay verdades de Perogrullo, la política tiene que ver con el trabajo incómodo de enmarcar ciertas "verdades" para que se vean precisamente como verdades de sentido común. El sentido común no es un don caído del cielo, sino un trabajo con impurezas. No requiere sacerdotes, sino artesan@s o boxeador@s.

En un momento en el que los Economistas de turno entran en los platós televisivos dotados de un aura sagrada casi de inefabilidad, tachar la sencillez argumentativa de Iglesias de "demagógica" es no esforzarse en entender. Su gesto político no es el de alguien que pretende reducir de forma oportunista la complejidad de la realidad -para estos críticos, se deduce, solo accesible a los "técnicos"- a lo vulgar-, sino el de quien se empeña en traducir lo supuestamente complejo a un lenguaje más accesible, para todos. El desplazamiento es interesante porque este movimiento provoca una alteración de las fronteras entre estos dos falsos extremos. En pocas palabras: si el lenguaje complejo de la tecnocracia política puede enmarcarse en términos simples, entonces no era tan complejo como parecía, y si lo simple puede servir como traducción adecuada de esa presunta complejidad accesible a unos pocos, entonces tampoco era tan simple como nos decían para hablar por nosotros.

Puede entenderse por qué explorar esta gramática plebeya desde Podemos se antoja pedagógicamente determinante para generar musculatura democrática y catalizar interés por la política. En el marco de atonía generado por el discurso tecnocrático de la llamada "posdemocracia" resulta interesante analizar cómo uno de los efectos de la aparición de Pablo Iglesias en algunos medios de comunicación ha sido el de despertar un nuevo interés por la política, sacudiendo cierta resignación y cinismo imperantes, sobre todo en nuevas clases medias desclasadas y jóvenes. Quién sabe si incluso este mensaje puede politizar a los "cuñaos". Sea como fuere, no puede dejarse de agradecer a La Tuerka su estrategia político-pedagógica en esta dirección.

Si Podemos ha entrado en la escena política de las mayorías sociales como un actor ha sido, entre otras razones, por "envenenar" con su gramática plebeya esta falsa polaridad entre lo popular y lo técnico sin adoptar el típico tono idealizante de la Izquierda. A la luz de esta intervención en el espacio público entendemos también mejor los bloqueos eróticos de sus "príncipes azules" a la hora de conquistar a la "princesa del pueblo". Seducidos ellos mismos por esta metáfora, de corte machoálfico, han mitificado y, lo que es sutilmente lo mismo, despreciado al mismo tiempo, al "pueblo" que buscaban cortejar en vano, nunca por definición a la altura de su amor idealizado. Como escribe Terry Eagleton, la actitud de los grupúsculos de la Izquierda hacia las clases populares ha sido un poco como la de la Virgen María hacia el Niño Jesús: aceptación reverente de su divinidad, pero ligera desilusión después de haberle limpiado el culete.

No es preciso insistir en el lenguaje platónico típico del militante amoroso. Nunca se viaja suficientemente a la Izquierda para el radical-cansinismo, que desea resguardarse al margen del lenguaje de lo posible.  Esperar pacientemente al Godot de LA Revolución, EL gran Movimiento del Poder Constituyente, LAS Condiciones objetivas maduras, LA Rebelión, EL Acto perfecto, LA Regeneración de la socialdemocracia... no es solo como condenar los amores concretos, imperfectos y sucios que se cruzan en tu vida por aguardar a tu "media naranja"; es sencillamente renunciar a contaminar la tramposa división entre la jerga de los expertos y la falsa simpleza de los dominados. Si ha de estar esperando el amor cursi de su engalanado Príncipe Azul y su vieja retórica sexista, la Princesa del Pueblo, en el caso de que exista, hará bien en irse con otro.

O se quede con el sapo.

Podemos: de “nuevos príncipes”, amores y pedagogías

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