El Imaginario Salvaje

¿De qué es culpable Tania Sánchez Melero?

Resulta escandaloso el oprobio al que está siendo sometida la diputada madrileña de Izquierda Unida. La causa se encuentra en su inquietante brillantez, que no es más que una aleación de argumentos, pasiones y coherencias que arrinconan a castas y a descastados. Cualidades, todas ellas, difíciles de asentar en el lamentable metabolismo de la política madrileña.

Un metabolismo donde la mayúscula corrupción, con casos tan gigantes como presentes (Púnica, Gürtel, Bankia...), con nombres perfilados ya en el diccionario de la vergüenza, como Bárcenas, Díaz Ferrán, Granados, etc., y cantidades superlativas que cifran en más de 40.000 millones de euros el coste social de esa corrupción, intenta equiparar lo que no hay con lo que ya es insoslayable.

No le perdonarán a Sánchez el arrojo, que hasta la fecha ha sido inquebrantable, que la ha catapultado a un espacio de popularidad, forjándose así como un nuevo agente de cambio y esperanza para importantes sectores de la sociedad madrileña. Los enemigos del cambio y del futuro, feudales controladores del tempo político, son los que se han conjurado en esta trama para intentar liquidar el prestigio y la legitimidad de esta ciudadana metida en política.

El epicentro del linchamiento, como es evidente, no se produce fuera de su formación, por otra parte muy penetrada en su oficialidad por el pensamiento más rancio, ladrillero y conservador. Se trata de una caterva de vividores de loncha blanca, codo vertical y cóncavos intereses. Sincamiles que se han ido desclasando a golpe de promoción hasta llegar a creerse milquinientos. En ellos las verdades se tuercen en consignas vacías, la política en un arremolinamiento de familias y la ética en la opción de los tontos.

Tania Sánchez Melero es culpable de no ser una mediocre. Es culpable de defender la renovación de la política desde el sentido común. Es culpable de la honestidad de quien está en lo público con auténtica vocación de servicio. Además es fría, le cuesta sonreír y le gusta el fútbol.

De nada han servido las explicaciones de Tania Sánchez que justifican lo evidente: que la honradez es un valor revolucionario cuando la corrupción llega a ser algo menos que una norma. Terribles ilusionantes momentos de transición, donde los francotiradores de la política disparan mentiras y temores. ¡Y disparan a matar! Terribles ilusionantes momentos de transición en los que el pasado intenta aniquilar el futuro con zarpazos de confusión. Ojalá no lo consigan. Ojalá no se agoten las esperanzas.

No hace falta ser un militante o miembro de un partido político, ni siquiera coincidir ideológicamente para denunciar la injusticia y la calumnia. Si lo permitimos, si permitimos que rompan a las personas que intentan abrir un nuevo tiempo, no nos habremos ganado un futuro diferente. Hace algunos meses cuando le hice una entrevista a esta diputada, le pregunté qué futuro quería ella. Sonrió, ensanchó los ojos y dijo: "Mi futuro es un futuro de mirada colectiva y de salidas colectivas".

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