El dedo en la llaga

La pinza que nunca existió

Julio Anguita, ex coordinador general de Izquierda Unida, se ha sumado a una querella presentada por diversas asociaciones contra José María Aznar por su papel en la invasión de Irak. Conocido el hecho, ha habido comentarios, algunos irónicos, sobre el actual enfrentamiento entre dos políticos a los que en su día se les atribuyó haber acordado formar una "pinza" contra Felipe González, el uno por la derecha, el otro por la izquierda.

Escribió el asturiano Ángel González en su redonda Alocución a las veintitrés que "las mentiras viejas se convierten en materia de fe y, de esa forma, quien ose discutirnos debe afrontar la acusación de impío".

Esta de "la pinza" es una de esas mentiras viejas. La tal "pinza" no existió nunca. Durante la legislatura en la que se acuñó tan interesado término, hubo muchos más acuerdos entre el PSOE y el PP, bastantes de ellos concretados en leyes y votados por sus grupos parlamentarios al alimón, que coincidencias entre el PP e IU, que fueron pocas, circunstanciales, nunca pactadas y razonadas de modo muy distante. De poder hablarse de alguna "pinza", habría que referirse a la que hicieron el PSOE y el PP en defensa cerrada del Estado, del capitalismo, del centralismo y de la OTAN.

Si alguien hace algo que disgusta a varios –así sea por motivos contradictorios–, resulta de lo más lógico que se encuentre con un fuego cruzado de críticas. Pero por pura ley de vida, sin necesidad de que los agraviados se reúnan para conspirar taimadamente contra él.
No tiene nada de chocante que Anguita suscriba una querella contra Aznar. Me consta que nunca ha sentido la menor simpatía por el personaje en cuestión. Ni antes, ni durante, ni después.

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