El detonador

¿Quieres escuchar lo que hay debajo de lo que ves?

En estos tiempos de patinadores musicales cuyas canciones llenas de ingenio e inteligencia rozan, dan 'regustín', pero no penetran, se agradecen discos como ‘Las próximas cosechas’. Un esfuerzo por bajar a la mina de la realidad y contar lo que allí se cuece. Yo me quedo con esto. Lo otro está bien, pero esto, queridos amigos, es otra cosa.

El asturiano Fran Gayo, su autor, no es ningún recién llegado. Con Mus, su anterior proyecto junto a Mónica Vacas, publicó varios discos de altura interpretados en bable (la lengua que todavía se habla en determinadas zonas de Asturias y León). Con el emocionante ‘Divina lluz' hicieron cumbre. Una joya.

Sus canciones de pop húmedo y frágil, a media luz, con ligeros toques electrónicos y, como elemento a valorar especialmente, unos textos enfocados hacia los contenidos sociales, les convirtieron en una singular rareza en la escena independiente nacional.

Ahora, el debut de Gayo en solitario cambia determinadas coordenadas (del bable a español, la electrónica casi desaparece, las crónicas sociales se transforman en una sola crónica, sentimental), pero mantiene lo esencial: la hondura, la densidad.

Como un cuidadoso cartógrafo, el músico establece unas coordenadas sonoras y líricas y, con escuadra y cartabón, comienza a dibujar desde diversos ángulos los contornos y entresijos de algo tan misterioso y desconcertante como enamorarse. "Porque desde nuestro encuentro cada noche me pierdo en el camino a casa", canta en 'Romanza'. Qué necesario es perderse, a veces.

fran-gayo-21-10-091.jpgTodo en el disco, en sus once canciones, está orientado hacia ese instante en que el mundo desaparece y sólo hay una cosa importante. Algo así requiere un disco (o dos). Y en el trance, el huracán: el desierto de la distancia, el miedo al qué dirán, el temblor de la despedida, la sensación de fortaleza ante la avalancha de contratiempos, la indestructible intimidad, el dolor de estar vivo...

Musicalmente gana la sencillez: piano, guitarras, autoarpa, alguna mínima programación... Con la voz se atreve, valiente, pero todavía está por hacerse más propia, menos preocupada.

Es canción de autor clásica sólo hasta cierto punto. Las melodías de las canciones y su estructura tienen un sello personal intransferible.

Puede que a las letras les sobre un poco de peso poético, que el lenguaje peque, a veces, de decimonónico. Son pequeños flecos sueltos, quizás pecados veniales a causa de la magnitud de los sentimientos.

Me hace gracia quién critica un disco así tildándolo de muermo. Imagino que tampoco le gustará Tarkovsky, ni el 'Berlin' de Lou Reed. ¿Perezosos? Por supuesto.

A mí me gusta, principalmente, porque si logro meterme dentro, cuando salgo siento que me han dado algo.

Como muestra, dos botones:

'Economía de guerra'
07-pista-7.mp3

'El invierno será bueno (o no será)'
04-pista-4.mp3

Yo ya he dicho bastante. Ahora Fran Gayo es todo vuestro.

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