El detonador

Lori Meyers son bastante malos, pero bien

Lori Meyers os gustarán todo lo que queráis, pero no me negaréis que son cutres titulando discos. 'Cronolánea'... ¿Pero qué es eso? 'Hostal Pimodán', 'Viaje de estudios'... Y ahora 'Cuando el destino nos alcance': parece más de OBK, ¿no?

Pues no andan muy lejos de OBK en algunas canciones del disco, en el que el grupo da un giro de 180 grados metiendo sintetizadores, poniendo la voz en un primerísimo plano y optando por una producción de manual 'mainstream'.

Hace varias semanas escuché en la radio el primer single, 'Mi realidad', sin saber que eran ellos y pensé: "¿Pero qué es esta cosa tan horrorosa?". Y que no me digan que tengo prejuicios con Lori Meyers porque ni sus madres los hubieran reconocido.

Yo, ante todo, lo que quiero decir antes de hablar de Lori Meyers es que soy inocente.

Nunca me gustaron. Empezaron emulando a Los Planetas quizás por proximidad geográfica (son de Granada) y poco a poco fueron virando hacia un revival 'sixtie' descafeinado y sin mucha chicha. En las letras andaban (y siguen andando) por 4º de EGB (Primaria ahora, ¿no?). No es que fuera ese tipo de letras que no dicen nada y ni te fijas; era ese tipo de letras que no dicen nada y al mismo tiempo no te dejan escuchar la música (recuerdo una que contaba que acompañaba a su novia a comprar unos zapatos que ya les vale...).

Lori Meyers parecían abocados a la segunda división B del 'indie'. Les di dos discos más. No más.

Sin embargo, les vi en un concierto de su gira de 'Cronolánea' en la sala Heineken de Madrid y aquello estaba bastante lleno y en directo no sonaban nada mal. Y entre el público ganaban por goleada las chicas, sobre todo entre las primeras filas. Y las chicas de veintipocos o diecimuchos.

No entendía nada, pero al instante lo entendí todo, como una iluminación: pop accesible, un grupo de jovencitos, un cantante guapete... ¡Lori Meyers tendrían que sonar en Los 40! Creo que hasta lo escribí.

Por eso lo que han hecho en 'Cuando el destino nos alcance', amigos, es lo mejor que podían haber hecho. ¿Malvivir en la cueva del indie semi-profesional y mal pagado cuando uno puede vivir holgadamente de la música? Pereza saben de lo que estoy hablando.

El disco, no voy a negarlo, es bastante malillo, pero suficientemente resultón para colar tres o cuatro singles en la radiofórmula y atraer a públicos amplios.

A mí, lo que es a mí, no me gusta: parece que lo ha producido un robot, lo sintético ahoga las canciones en probetas de laboratorio, recuerda demasiado a discos de éxito reciente (The Strokes, The Killers...), la voz del cantante me chirría bastante (tiene una voz fea, para qué engañarnos, y parece como enfadado) y las letras, que zozobran entre la crisis de identidad y una pueril crítica social (la de 'Religión' contra la televisión es paupérrima), hacen que quiera salir corriendo en no sé qué dirección.

En su favor, diré que hay canciones que se contagian fácilmente y con algún que otro estribillo adictivo: la épica 'Nuevos tiempos' o la saltarina 'Corazón elocuente'. La balada melódica 'Castillos de naipes', digna de la mejor Jeanette, sonroja en una primera escucha, pero es bonita y emotiva (eso sí, los violines del final sólo se comprenden como parodia).

Y eso sí: les felicito por su giro comercial. Mucho han tardado. Larga vida y llena de éxitos para los Lori. En serio.

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