El detonador

Dame ruido que quiero vivir

No sólo de Obama viven los Estados Unidos. América (como les gusta decir a ellos) también vive de Deerhunter. Son cuatro y vienen de Athens (Georgia), la capital del indie mundial (recuerden a R.E.M., Cat Power, Neutral Milk Hotel...). Meten ruido y te hipnotizan (como la televisión, pero de otra forma). Sus barullos están ordenados (más o menos) y quieren liberarte, no alienarte. Son dos cosas muy distinas. Ellos mismos se etiquetan: dicen que hacen ‘punk ambiental’. Nos lo ponen fácil.

El capitán del grupo se llama Bradford Cox, el frontman más enclenque del rock mundial, pero un huracán cuando su cerebro se pone a maquinar canciones. Formó el grupo con otros tres amigos a principios de siglo. Desde entonces sólo quedan él y el batería. Uno de los fundadores murió en accidente de skateboard, suceso que marcó el primer disco del grupo, ‘Turn it up, faggot’ (2005).

La última en llegar al grupo, curioso, es la guitarrista Whitney Petty, antigua cheerleader en el instituto de Bradford Cox (para los más impulsivos/as: ha perdido bastante).

Cox es un científico perverso que se hace fuerte cuando llega la noche (mirad el segundo vídeo para ser testigos de sus experimentos en directo). En su laboratorio hay tres probetas: una pone ruido, otra eco y la tercera oscuridad. En ellas, las tres, van introduciendo guitarras, voces, baterías y teclados para ir creando un magma sonoro tan oscuro, tenso, hipnótico y denso como el futuro de Bernie Madoff.

Meten miedo. Te sumergen en la misma fosa de la Marianas o te sacan a deambular por el espacio, pero en ningún caso te quedas donde estás (ni cerca de dónde estás). Por algo Nine Inch Nails se los llevó de teloneros en su última gira.

No inventan nada. Van por surcos ya trillados por My Bloody Valentine (mucho), Brian Eno (bastante), Pixies (un poco) o Cocteau Twins (sí, sí, también ellos), pero hay buenas razones para dejarse atrapar por su propuesta, y una de ellas es su último álbum doble, titulado ‘Microcastle / Weird Era Continued’. Dos discos en uno.

Los dos sirven raciones de rock cósmico y experimentos sonoros a partes iguales. Digamos que el ‘Kid A’ al lado de esto es pura radiofórmula. Pero ojo, que entre el conglomerado de atmósferas oníricas y acoples siderales (sí, hay varios temas tostón que, bueno, se dejan escuchar si uno es lo suficientemente generoso) hay pequeñas catedrales como ‘Agoraphobia’ (pura sensualidad), ‘Nothing ever happened’ (un latigazo sutilmente bello y anguloso) o ‘Twilight at carbon lake’ (fluye con un gusto exquisito, para paladares exigentes).

Yo creo que si Radiohead firmaran la canción que hay colgada al principio de este post sería un éxito instantáneo. Su resurrección.

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