El detonador

La Bien Querida lo cuenta todo

El pop se tuvo que inventar para que se hicieran discos como este: 'Fiesta', de La Bien Querida, pop con galones, pop de quilates.

Qué bueno es el pop, que le permite a La Bien Querida empaquetar en píldoras de tres minutos los terremotos cotidianos que disparan sus pulsaciones Richter sin que ningún sismógrafo le avise. Después de la conmoción, sólo queda una confusión que ella moldea lírica y melódicamente con maneras de alfarera.

Solo hay que abrir los oídos. La Bien Querida es sincera. ¡Fans! Si lo cuenta todo... Pero sabe cómo hacerlo.

La 'Fiesta' de La Bien Querida se termina en el título. A los que compréis el formato físico os dará alguna pista más, con ese diseño lleno de rayos y tormentas que reflejan con mucha mayor precisión lo que hay dentro. No es nada bonito, tampoco es feo, en realidad solo es real.

La 'Fiesta' para La Bien Querida comienza en ese momento en que el vuelo del enamoramiento toma tierra, la efervescencia se densifica, las pulsaciones se detienen, el tiempo fulgurante se ralentiza... La realidad impone su ley, inquebrantable, y hay que refundar la relación, revisar los tratados, firmar nuevos acuerdos y establecer cláusulas diferentes.

La Bien Querida documenta con vocación de cartógrafa ángulos, aristas y proporciones geométricas de ese momento sentimental. Precisa y valiente, sin resquicio para la afectación barata, muy honesta, canta sobre las contradicciones de querer a alguien ('Hoy'), las revanchas de dormitorio ('Queridos Tamarindos'), los peligrosos límites a los que empuja el amor ('Sentido común'), la agresividad irracional que genera la desorientación cuando ya no eres sólo tú el que maneja la brújula ('Piensa como yo') y, en general, ese momento en que el tiempo de la pareja se desunifica y hay que volver a ajustar los relojes.

En realidad, nada que no haya vivido cualquiera que haya estado enamorado.

Todos los dardos apuntan a ese mismo objetivo y casi siempre aciertan. Al final, el disco se deshilacha un poco ('Monumentos en la luna', en acústico en el vídeo aquí arriba, es de lo más flojito del álbum), pero el efecto ya se ha conseguido. Vale, su voz tiene un tono algo cansino y algún verso encaja a la fuerza: pecados veniales que rebajan la calificación a un notable (pero alto).

La producción vuelve a ser brillante, con momentos especialmente chulos: escucha cómo en 'Sentido común' (la mejor canción del disco) deja la voz acompañada solo por el rasgueo rítmico de la guitarra durante lo que parece el estribillo, para acto seguido entrar en el verdadero estribillo, ese que dice "a veces me lleno de rabia, a veces no quiero ni verte, a veces solo me tranquilizaría pegarte muy fuerte". Inevitable imaginarse al público cantándolo en los conciertos...

Más detalles importantes en el sonido son los violines árabes, las intensas secciones de vientos y el barniz de psicodelia casera que recorre todo el álbum.

Hay, por si fuera poco, varios hits incontestables con su buena ración de melodías adictivas. Yo me quedo con 'Queridos Tamarindos', 'Piensa como yo', 'La Muralla China' y la expansiva 'Me quedo por aquí'.

También, bellos hallazgos en las letras. En 'Noviembre' te deja de piedra con estas imágenes: "Noviembre sopla revuelto, los barcos salen del puerto, las bóvedas del cielo y en todo el firmamento millones de moléculas de fuego".

Y en 'Sentido común': "Pero como te estoy queriendo, no tiene medida ni tiene tiempo".

Cuánta razón, ¿no?

La Bien Querida viene cargada de razones y es difícil llevarle la contraria. Yo ya me rindo.

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