Elisa Serna

GRANDES ALMAS HUMILDES

 

Uno de los lemas mas conocidos de la Dictadura Franquísta fue Una, Grande y Libre. En su bandera, un aguilucho sujetaba una tira de lienzo al viento, con esas palabras. Aclaro a los mas jóvenes que no se trata de la publicidad de alguna crema afrodisíaca. Fue durante cuarenta años el modo de definir las cualidades de la España con que sueñan los fascistas españoles desde 1936 hasta nuestros días. Viene a ser en realidad el Mapa Diocesano, su modelo de Estado.

Sin embargo es evidente que hoy España es un país Libre gracias a la Constitución de 1978. Del mismo modo es Una y además compuesta, como todo vacío, pues alberga diecisiete autonomías, por voluntad de la ciudadanía que vota cada vez que los diferentes gobiernos democráticos someten sus propuestas al soberano: el pueblo español.

Sin embargo, pasados treinta u un años, hemos crecido, ya no nos sirve el traje autonómico, y el republicanismo pide abrirle jaretas, sin diócesis.

Nos queda saber, por tanto, si somos ya también Grandes o si esa cualidad de España, que motivara a una parte de la casta militar en 1936 hasta un exterminio general de sus adversarios políticos, continua teniendo alguna virtualidad oculta entre los valores éticos que sustentan nuestra democracia o los usos y costumbres de este siglo XXI, en los países de nuestro entorno.

Descartamos en primer lugar que Grande se refiera al tamaño de nuestra tierra, pues una vez desgajado Portugal, aunque algunos proponen federarse otra vez, siempre ha medido lo mismo. En su comparación con la Grandeur, de Francia por ejemplo, a la que tanto recurre Sarkozy, en la Asamblea Francesa, es claro que Segollene Royale, por ejemplo, se refiere a los saberes acumulados y la filantropía sin límites de los ilustrados franceses, con intelectuales como Voltaire o Moliere, que se fueron de este mundo, como su vecino el austriaco Mozart, en la mayor de las ruinas.

Unos ilustrados que perdieron de golpe sus refinadísimas costumbres galas, cuando se sumaron a aquella masa humana de París, que se encaramaba a las verjas de Versailles, en 1789, gritando Liberté, Egalité, Franternité!

Con la furia de los desesperados, hartos de su propia miseria y de la sanguinaria represión de los Luises, Dantón, el espadón de la época, fue situando todas aquellas cabezas , con tantos bucles rubio-ceniza y polvos de arroz, en la cesta de la guillotina. Eran otros tiempos, pero Francia es por eso grande y democrática hace ya doscientos veinte años.

Quien los pillara!...la Grandeza de España a la que se refería Franco, en aquellos días que-no-volverán, quizá pudiera estar sustentada en frases de dudosa moral para una católica, como la expresión de una Duquesa sumida en la modorra nacional, como todos sus congéneres de entonces, que se ufanaba en recorrer España de Norte a Sur, sin salirse de sus tierras. Mientras, las familias de peones y braceros que atendían sus fincas, trabajaban de sol a sol a cambio de mantener, al menos, sus constantes vitales, como en los Santos Inocentes. Por tanto descartamos esa Grandeza, también.

Existe otra acepción de la palabra Grandeza que es aquella que irradian las personas aunque sean de origen humilde, que están dispuestas a darse todos, por la vía pacífica, cuando junto con otros muchos, realizan alguna tarea por su tierra, que justamente viene a solucionar algún problema enquistado por el particular desarrollo de la historia de su país.

Pero esa no puede ser la Grandeza que Franco puso en el lema: Una, Grande y Libre, pues con todo esa "escoria" como mayorets, hubiera molestado muchísimo a la Asociación de Militares Monárquicos que, con el General Cabanellas, entre ellos, Jefe de la Primera Región Militar, con sede en Burgos, se sumo como un rayo, al Golpe de Estado contra la II República Española de la que, el 14 de Abril pasado, celebramos su setenta y ocho aniversario.

78 años 78, y a los republicanos nos parece que fue ayer, mientras no se haga Justicia. Años largos, interminables, como la Impunidad en que siguen los fascistas españoles de la época y todos aquellos que les siguen siendo fieles, que les encubren hoy; que sin ningún miramiento, la destrozaron, mostrencos, cleptómanos, al grito de ¡muera la Inteligencia! Y con ello la democracia para todo el siglo XX.

Y mis preguntas hoy son: ¿pueden las almas humildes protagonizar acciones grandes, cuando los grandes no despiertan de la siesta?

Cada país tiene un problema de fondo que resolver y a veces dos.En Francia, quizás es superar su chovinismo. Ellos sabrán. En Italia las Rondas Ciudadanas... Y en España ¿Cuál es la más alta tarea ética que tiene pendiente nuestro país, frente a si mismo y el mundo que nos oye crecer? ¿Es la de acabar pacíficamente con la Impunidad? ¿Podría con ello ser, por fín, Grande, incluso gigantesca?

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