El mapa del mundo

Hablemos de mujeres

"¿Por qué no hablamos de mujeres?", propuso Silvio Berlusconi a sus homólogos para reanimar una cumbre europea algo espesa en Bruselas en 2003. "Empieza tú, Gerd, que eres el que tiene más experiencia". Según testigos de este episodio, al canciller alemán, Gerhard Schröder –cuatro veces casado–, la frivolidad de Il Cavaliere no le hizo mucha gracia.

Fue una rara excepción, porque, en general, a Schröder le encantaba proyectar hacia todos lados esa imagen de exitoso seductor que salía con una joven y rubia periodista. Pero el líder socialdemócrata tenía que compartir el protagonismo en las páginas rosas con su vice, Joschka Fischer, que ya va por el quinto matrimonio.

Ahora, es Nicolas Sarkozy quien intenta fomentar la imagen de seductor irresistible, gracias a su romance con Carla Bruni. Esta manía de exponer las proezas amorosas al público resulta patética.

Pero peor es la hipocresía en este campo. Como primer ministro británico, John Major hizo de la defensa de los valores tradicionales de familia el eje de su política. Años después, una ex ministra reveló en un libro que había tenido un affair de cuatro años con Major antes de que este asumiera el cargo. Edwina Currie destrozó su imagen de marido fiel y defensor de la monogamia. Los ácidos medios británicos hicieron un auténtico festín del comentario que describió a Major como un "atleta sexual".

Entre políticos que alardean de sus conquistas y aquellos que las esconden porque son incompatibles con la agenda política, son preferibles los primeros.

Thilo Schafer

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