El mapa del mundo

El arsenal de las peores dictaduras

Irak, Irán, Líbano, Israel y Palestina. Son algunos de los conflictos bélicos o políticos en los que tanto Washington como Moscú tienen mucho que decir en Oriente Próximo. Envían a sus diplomáticos, promueven conferencias internacionales y se reúnen con los dirigentes de esos países para intentar poner fin a la discordia. Con un poco de suerte, hasta pueden aspirar años después a un Premio Nobel de la Paz. Su dedicación es conmovedora.

Y cómo se celebra ese esfuerzo en los consejos de administración de la industria de armamento. EEUU y Rusia son el arsenal del planeta. Los mismos países que reciben consejos, presiones y, a veces, hasta amenazas, saben que tienen que pasar por el supermercado de armas que les toque. Los tanques y los cazabombarderos son los presentes que sellan la unión.

Ambos países son los mayores suministradores de armamento a los países del Tercer Mundo. En 2006, EEUU les vendió armas por valor de 10.300 millones de dólares. Justo después vino Rusia con 8.100 millones. Cerca del 70% de las necesidades de defensa de las naciones subdesarrolladas o emergentes son satisfechas por Washington o Moscú.

La factura no es barata, pero incluye facilidades de pago y una reconfortante garantía de asistencia. EEUU se compromete a vender 20.000 millones de dólares en armas a Arabia Saudí y otros países del Golfo Pérsico. Moderniza la Fuerza Aérea de Pakistán. Disfruta de la condición de proveedor exclusivo de Israel. El contribuyente norteamericano financia en buena parte las necesidades de defensa del Estado judío.

Toda esta aportación norteamericana a la paz mundial no le impide sermonear a algunos países, enarbolar el concepto de eje del mal y establecer listas de organizaciones terroristas. ¿Terror? No hay muchas iniciativas más terroríficas que armar hasta los dientes a regímenes autoritarios como el saudí, el egipcio o el paquistaní.

Y pensar que hubo un tiempo en que EEUU era el arsenal de las democracias.

Putin es un tipo mucho más práctico. Su objetivo es conseguir que Rusia vuelva a contar en Oriente Próximo. Que no parezca ya el paje de EEUU. Su apoyo a Irán se entiende también por el fabuloso negocio que supondría convertirse en el socio imprescindible del programa nuclear iraní.

Mientras EEUU aún envuelve sus negocios de armas con una mística democratizadora –ya enterrada en algún lugar de Irak–, Rusia parece más inclinada por la lógica más cruel del capitalismo: están en Irán para ganar dinero. Lo demás no cuenta.

Iñigo Sáenz de Ugarte 

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