El mapa del mundo

Querer y poder

La afirmación de que la Presidencia francesa de la UE no podía empezar peor para Sarzoky es parcialmente falsa. Por exagerada, más que nada. Ante todo, Sarzoky se dedicó durante meses a sobredimensionar su programa de acción presidencial comunitaria. No es cierto que la Presidencia rotatoria de la UE sea muy importante, quién la detenta no es el jefe del Ejecutivo de un sistema político presidencialista, ni siquiera parlamentario: es el relaciones públicas de una organización intergubernamental y se rige por reglas de todos conocidas.

Es hipócrita sacar estadísticas sobre si unos pocos irlandeses pueden decidir del destino de 450 millones de europeos. Pueden, y ya lo sabíamos. Pruebas adicionales de que las élites políticas  utilizan el tema de la UE a efectos exclusivamente de política interior tenemos cada día. La penúltima: la República Checa descubre ahora, gracias a Irlanda, que el Tratado de Lisboa está o paralizado o muerto. Simplemente, la población checa, por razones diversas, es euroescéptica y mucho. Y ahora Polonia, su presidente, el gemelo de guardia, dice que no ratificará el tratado, a pesar de que su Gobierno (el actual y el anterior, con su hermano de primer ministro) y su Parlamento lo han aprobado.

¿Por qué? Simplemente, para poner en dificultades al Gobierno ante la opinión pública. La UE, instalada en un Tratado de Niza negociado hace nueve años, se dedicará de momento a capear la crisis internacional. Y Sarkozy hará lo que todos: lo que buenamente pueda.

Pere Vilanova

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