El mapa del mundo

Una recta final tortuosa

PERE VILANOVA *

La verdad es que esta campaña electoral para elegir al próximo Presidente tiene exactamente la misma duración que todas anteriores desde hace algo más de dos siglos, casi un año. Pero parece interminable al decir de algunos. La explicación, probablemente, reside en que lo que más ha cambiado al menos desde 1960 es la compleja relación entre los candidatos, los medios de comunicación y los votantes.

Los candidatos necesitarían tener tres ojos en la cara. Uno pendiente de los medios, otro de las encuestas de opinión, y el tercero atento a los votantes del día y hora concretos. Cinco son las claves para seguir una campaña que, en su recta final, sigue siendo incierta a pesar de que, en general, la mayoría de las encuestas siguen dando una ligera ventaja a Obama.

Los fallos garrafales

No cometer algún error garrafal será fundamental. Esta vez las elecciones primarias han sido interminablemente largas en el campo demócrata, no sólo por lo reñido de la competición entre Obama y Hillary Clinton, sino porque ésta, a pesar de que para abril o mayo ya era evidente que perdía, no lo admitió hasta anteayer (literalmente). Mientras tanto McCain ha navegado tranquilamente desde que en el "supermartes" de febrero resolvió el tema en el campo republicano. Al final sus asesores le han advertido que los medios se estaban olvidando de él. Pero si Obama no ha cometido hasta hoy ese error con la que le ha caído encima desde el campo contrario –y desde sus propias filas– todo parece indicar que la competición se resolverá a nivel más micro.

La contracampaña

Los dos próximos meses serán una mezcla de tedio y de golpes bajos. Los asesores de los candidatos se van a dedicar sobre todo a hacer "campaña contra", y esto ya ha empezado, aprovechando la atención que suscita la convención. Es, sin embargo, un arma de dos filos. Si McCain se concentra en una campaña de este estilo contra un Obama que se ha curtido en ello durante todo lo que llevamos de año, corre los riesgos de no hacer pasar un mensaje propio, de no crecer como candidato, de no hacer olvidar su edad ni sus propios errores (que han sido monumentales). La "campaña contra" tiene límites.

Los electorados diversos

Ambos aspirantes deberán lidiar con micro-electorados diversos, a veces antagónicos. Esto afecta más a Obama que a su contrincante, pues el grueso electoral demócrata sigue siendo muy heterogéneo. Obreros blancos de la zona de los Apalaches dicen que nunca votarán "a uno de esos" (es decir, a un negro).Otro es dar con la fórmula que capitalice el voto femenino, una parte del cual es tan "hillarista" que puede optar por quedarse en casa. Hay más. El voto urbano versus voto rural, las costas (este y oeste) versus medio oeste. Minorías raciales que no simpatizan entre sí en muchas zonas urbanas (hispanos, asiáticos, ec). Son estas unas aguas muy delicadas donde navegar, pero a la vez no es un terreno que McCain tenga ganado de antemano, ni siquiera desde el "voto contra".

Los tabúes

Una de las particularidades de la campaña electoral es que tiene lugar en plena época de lo políticamente correcto. Se pueden decir enormidades del contrincante, que si es negro, pero no lo bastante pero sí lo suficiente para considerarle "poco" americano (pues su padre nació en Kenia), que si ha de confesarse en público (y ante los medios) junto a McCain de algunos pecados juveniles, pues no tener ninguno sería el peor de todos: el de la soberbia. Pero Obama no puede hablar de raza, ni de negros, aunque ha tenido que pasar por la pedagógica experiencia de insistir en lo que no es: es el único candidato (contando todos los que compitieron en primarias) que ha tenido que afirmar: "no, no soy musulmán". Un caso único en la historia de EEUU.

Estados inciertos

Ganar los estados flotantes o inciertos, los "swinging states", será crucial, pues si uno compara las elecciones de 2000 y 2004, más allá del espinoso tema de Florida, el resultado fue bastante equilibrado. En el 2004, Bush ganó sólo un Estado adicional, él y Kerry intercambiaron dos estados, y aunque al final la victoria de Bush fue neta y clara, en términos de votos nacionales fue de aproximadamente del 2,5%. La clave fueron los grandes electores de algunos pocos estados. Y el mensaje en estos Estado deberá focalizarse en sus problemas concretos. Por ello, en realidad, los próximos dos meses verán a los dos candidatos haciendo campaña sobre todo en pocos estados, tratando a la vez de mantener una beligerancia y una visibilidad nacional, usando el terreno de los medios de comunicación.

Por cierto, habrá que esperar a los debates, que tienen su importancia en el voto indeciso, como se comprobó en 1960 con la victoria de Kennedy sobre Nixon por algunas decenas de miles de votos ganados, según dicen, por televisión.

* catedrático de ciencia política de la universidad de barcelona

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