El mapa del mundo

Irán, ¿una huida hacia adelante?

Irán, con 69 millones de habitantes y una extensión, accidentada en extremo, tres veces y pico mayor que España, no es Irak. Si Occidente no quiere reconocer la potencia de esta nación que un día fuese un imperio, tendrá que aceptar su nuclearización o permitirle un papel destacado en Oriente Medio. No es un país árabe pero sí islámico y, en un 93,5%, chií; es decir, correligionario de la mitad sur de Irak, donde el imán Muqtar el Sadr dispone de una milicia bien pertrechada y organizada, actualmente en standby.

Afganistán con Irán y el Irak postBush pueden convertirse en un quebradero de cabeza para Israel y los demás países de la región, incluidos los emiratos del Golfo. Sobrevolé el Pérsico en 1973 y el piloto, nada menos que el hermano del Sha, nos mostró lo fácil que es cerrar el estrecho de Ormuz e impedir la navegación de los petroleros que sacan el crudo de los países que bordean esta importante vía marítima. Utilizar la aviación israelí, respaldada por EEUU, no es ninguna seguridad de éxito como lo ha demostrado el Ejército judío en el Líbano cuando ha querido liberar a sus dos soldados presos de Hizbolá. Para George W. Bush la aventura que acaricia sería una desastrosa huida hacia adelante.

Sentar alrededor de una mesa, cara a cara, a iraníes y estadounidenses, sería la mejor forma de alcanzar la estabilización de la región y llegar a acuerdos sobre armas nucleares como se está intentando con Corea del Norte o con Libia.

Enrique Meneses

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