El mapa del mundo

Atenas y Jerusalén

            Los hombres han observado desde antiguo la diferencia de los valores que representaban Atenas y Jerusalén. La ciudad griega por excelencia estaba interesada en la filosofía, en la razón, en las ciencias y en la ética, mientras que la Jerusalén semítica encarnaba valores como la fe, la revelación o la santidad. Algunas veces hay viajeros que cuando pisan Jerusalén afirman que se sienten en un lugar espiritual, aunque sería más correcto decir que Jerusalén es una ciudad muy religiosa y poco espiritual.

            Siguiendo la tradición de la Ilustración, el siglo XX ha visto en gran parte del mundo occidental del triunfo de la razón. Pero la cultura occidental desde la remota antigüedad también ha sido testigo constante de la lucha entre Atenas y Jerusalén. Cuando Jerusalén ha triunfado en Occidente, como ocurrió en la Edad Media, por ejemplo, la sociedad ha sido más intolerante y coercitiva que cuando ha triunfado Atenas. La libertad que hoy disfrutan los países occidentales se debe al triunfo de Atenas, aunque nadie debería dar por definitiva esa victoria. La historia nos enseña que el mundo es un ser vivo que se mueve como un péndulo y no se puede descartar que el péndulo haya llegado a un extremo y se dirija ahora hacia el otro.

            En Israel se aprecia esta tendencia, mientras que los países musulmanes, que apenas han estado expuestos lo suficiente a la cultura occidental, nunca han abandonado el otro extremo. En Occidente, los neocon estadounidenses han declarado una guerra a Atenas que les ha proporcionado importantes victorias en Estados Unidos y cuentan con el apoyo de muchos sectores conservadores en Europa que sienten miedo a la libertad o que consideran que un exceso de libertad es negativo para la sociedad. El filósofo Leo Strauss, el padre del movimiento neocon, de quien ya hemos hablado, se cuenta entre éstos últimos. En vida defendió que Occidente atraviesa por una grave crisis social y moral causada por su entrega a los valores que representa Atenas, y de sus enseñanzas muchos de sus seguidores, que hoy detentan el poder, han implicado que es necesario regresar a los valores totalitarios que encierra la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, tan distinto del Nuevo Testamento. Strauss culpa principalmente a Nietzsche del supuesto triunfo del relativismo en el siglo XX. También lo señala responsable del ateísmo, del nihilismo y de la ruptura de los valores familiares, es decir de todo aquello que en su conjunto ha permitido a muchos conservadores hablar de una "catástrofe cultural".

            Lo que está en juego es un combate entre la lógica y la razón, por un lado, y la fe, por otro. Ahora mismo estamos asistiendo en Occidente a una lucha entre Atenas y Jerusalén que marcará nuestro destino como sociedad en el futuro próximo, una lucha que será más feroz conforme más se vayan alejando entre sí esas dos percepciones de la existencia humana. Y las conclusiones que se alcanzan de una u otra manera son esencialmente distintas y contradictorias. Atenas, y especialmente Sócrates, concibió al hombre como medida de las cosas, mientras que Jerusalén colocó a Dios como referente, y no a un Dios humano como el del Nuevo Testamento, sino a un Dios absoluto y cruel, acostumbrado a exigir del hombre mucho más de lo que éste puede dar.

Eugenio García Gascón / Jerusalén

Más Noticias