El mapa del mundo

La hipocresía diplomática también es cómplice de crímenes

Carlos Enrique Bayo

Es difícil describir la hipocresía de los embajadores estadounidense y británico ante la ONU, cuando justifican su oposición a una mera declaración –no vinculante– que pedía el fin de la masacre en Gaza, arguyendo que no era "imparcial". ¿De qué imparcialidad hablan, de la de equiparar 500 muertos, entre ellos más de un centenar de mujeres y niños, con las cuatro víctimas de los cohetes Qasam... fallecidas después de la matanza de 200 personas del primer día?

Es mucho peor que vergonzoso que George Bush y Gordon Brown estén bloqueando cualquier tipo de presión a Israel para que detenga la carnicería, alegando que los israelíes no pueden seguir soportando el infierno de los Qasam, que causaron seis muertes en todo el año 2008. ¿Eso justifica provocar una catástrofe humana de dimensiones casi genocidas? ¿Cuántos niños hay que permitir que Israel mate, antes de que nos parezca excesiva la venganza? ¿1.000? ¿10.000? ¿100.000?

En cuanto a Nicolas Sarkozy, ahora va a pasearse por Oriente Próximo para alardear de liderazgo internacional, cuando hace sólo unos días dio luz verde a los dirigentes judíos como representantes de "los valores del mundo libre", en palabras de Tzipi Livni.

Otra difícil ecuación de equidad. ¿Lo que hace hoy el Ejército hebreo en Gaza representa nuestros principios de libertad y justicia? No, en mi nombre no puede ir Sarkozy a mediar en Oriente Próximo.

Aunque por descontado que tampoco podemos considerar ecuánimes ni justos a los gobernantes del mundo árabe, que mostraron hace una semana en El Cairo la falsa indignación inútil de los tiranos que sólo piensan en cómo perpetuarse en el poder.

Así que pocas esperanzas quedan de que algún líder mundial pare estos estragos de motivación electoralista.
Pero que conste que son cómplices de esos crímenes.

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