El mapa del mundo

Un buen tipo y los consejos de Bob

LUIS MATÍAS LÓPEZ

Me subo a la máquina del tiempo y viajo hasta 2100. Emerjo en Washington y empiezo a buscar el monumento a Obama.

Localizo el obelisco de Washington, el ídolo sentado del Lincoln Memorial y me hago un lío. Todo es tan diferente… Pregunto a un quinceañero y no le suena. Me explico: “El primer presidente negro. Hace 92 años. Cambió la historia”. “Ah, ese”, me responde. “Pero pasó sin pena ni gloria. Creo que le dedicaron una placa en el South East”. Contemplo una cúpula de cristal con una corona de estrellas, ante cuya entrada hacen cola centenares de turistas. “¿Y eso?”. “Es el Bush Memorial. Ese sí que fue un gran tipo”.

Me despierto con la frente perlada de sudor y vuelvo a leer lo que Obama ha dicho a John King en la CNN: “Siempre pensé que Bush era un buen tipo (…) que ama a su familia y su país (…) y tomó las mejores decisiones que pudo bajo circunstancias muy difíciles”. Pues estamos listos. Esperemos que él no haga lo mismo y que el resultado no sea un mundo que parezca un campo de minas. Ojo: la línea fronteriza entre la esperanza y la decepción es muy delgada.

Sin su BlackBerry

No tengo el correo electrónico de Obama, el otro día se le cayó la BlackBerry y él mismo no sabe aún si, por motivos de seguridad, mantendrá el canal abierto. Tendrá que enterarse de lo que pienso leyendo Público, si le queda tiempo después de digerir el decálogo de consejos que Bob Woodward le lanza desde el Washington Post: que se asegure de que le cuenten las malas noticias y sea valiente para comunicarlas a sus ciudadanos, que apueste por la transparencia, que sepa discernir entre informaciones contradictorias, que se dé cuenta de que los motivos correctos no siempre conducen a la política más efectiva y que abrace la cultura del escepticismo y la duda.

Woodward, tras cuatro libros sobre Bush, sabe lo que dice, pero destila demasiado pragmatismo. Echo de menos una invocación expresa al compromiso moral, a capitanear un cambio radical en la forma de hacer política y defender el liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Convenciendo, no imponiendo.
Si Obama no da ese salto, que no cuente conmigo para contribuir con medio dólar a sufragarle un monumento.

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