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Un arrepentido que sabe demasiado

La historia de Mohamed Samraoui es la de un arrepentido. Pero no un arrepentido cualquiera, porque este ex coronel, refugiado político en Alemania, no era un simple oficial de los servicios de contraespionaje militar argelinos durante la guerra de los años noventa. Era su número dos. Y para los aún todopoderosos generales de su país es un traidor que sabe demasiado.

Lo que Samraoui ha revelado estos últimos años es muy grave pero no es nuevo. Ya muchos otros –desde periodistas a activistas de derechos humanos– habían denunciado lo que parece casi una evidencia: la implicación de las Fuerzas de Seguridad y del Ejército argelinos en la llamada guerra sucia y su responsabilidad en las matanzas que se atribuyeron sistemáticamente a grupos islamistas. La diferencia estriba en que, en el caso de este antiguo militar, quien denuncia es uno de ellos.

En su libro, el ex coronel no oculta que en enero de 1992 participó en el golpe que enterró el proceso electoral cuya primera vuelta había dado la victoria al Frente Islámico de Salvación (FIS).

Los islamistas daban mucho miedo en Occidente, pero, aun así, los generales argelinos querían salvar la cara. Para ello, se marcaron como objetivo "producir una violencia controlada para justificar a posteriori la anulación de las elecciones y aterrorizar a la población civil para forzarla a ponerse del lado de los militares", explica el ex militar en su libro.

Para debilitar al FIS, cuenta Samraoui, los generales ordenaron a los miembros de sus servicios secretos que se infiltraran en el partido islamista. También que crearan falsos grupos armados con el objetivo de atribuirles acciones violentas. Incluidos los famosos GIA (Grupos Islámicos Armados), a quienes las autoridades argelinas atribuyen la mayor parte de las atrocidades de una guerra en la que murieron casi 200.000 personas.

Samraui no sólo sostiene que este grupo fue creado ad hoc, sino que da detalles: dos de sus primeros jefes, Mohamed Leveilley y Abdelhak Layada, eran agentes del Departamento de Información y Seguridad (DRS en sus siglas en francés). Este servicio secreto militar fue una pieza clave en la lucha antiterrorista que el Ejército argelino puso en marcha con el objetivo oficial de acabar con los GIA.

El ex coronel pone nombres y apellidos a los cerebros de esta estrategia. Ya antes de publicar su libro, en 2001, Samraoui despertó las iras del régimen al contar su historia en un programa de la cadena de televisión árabe Al Yazira, una de las que más se ven en Argelia.

En este programa, que siguieron millones de argelinos, acusó, por ejemplo, al general Larbi Belkheir, ministro de Interior en 1992 y embajador después en Marruecos, de ser el ideólogo del asesinato, en junio de ese año, del presidente Mohamed Budiaf.

Lo que empezó siendo una estrategia para perpetuarse en el poder y demonizar a los islamistas, terminó convirtiéndose, según el ex militar, en un caos en el que los generales perdieron el control de muchos de los grupos armados en los que se habían infiltrado o, incluso, creado directamente. Éste fue el germen de la guerra civil, que acabó, al menos oficialmente, en 2002.

Sus revelaciones le han convertido en la bestia negra del poder en Argelia. Quizá la clave del miedo que causa Mohamed Samraoui sean los muchos detalles que aporta. El ahora refugiado político se ha ofrecido a llevar estos detalles ante los jueces del Tribunal Penal Internacional.

Trinidad Deiros

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