El mundo es un volcán

Lo bueno y lo no tan bueno del resultado electoral en Turquía

Lo bueno:

. Que los votantes turcos han impedido la cuarta mayoría absoluta en 13 años del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del ex primer ministro y ahora presidente Recep Tayyip Erdogan. Se corta así una deriva islamista, totalitaria, intolerante y personalista que amenaza gravemente a una democracia todavía sin asentar. Lo mejor de todo: que al no obtener el AKP los tres quintos de los escaños del Parlamento fracasa el plan de Erdogan de reformar la Constitución para que la balanza del poder se incline hacia una presidencia con atribuciones reforzadas, en detrimento del Parlamento y el Gobierno, y pensando más en Vladímir Putin que en François Hollande.

. Que se abre una ventana a la esperanza de revertir políticas que han recortado derechos ciudadanos, socavado la libertad de prensa, censurado las redes sociales, controlado el poder judicial, multiplicado la corrupción y discriminado a las mujeres.

. Que el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), que representa a una minoría kurda poco definida pero que supone en torno al 20% de la población, ha superado con cerca de un 13% de los sufragios la barrera del 10% necesaria para obtener representación parlamentaria. Sus 80 diputados (de un total de 550) son resultado de una apuesta por la reconciliación y el proceso de paz en el conflicto que se ha cobrado decenas de miles de vidas, el voto de castigo contra Erdogan, un liderazgo inteligente y una estrategia progresista con listas paritarias en las que había candidatos abiertamente gais y feministas, y la asunción del espíritu reivindicativo de las protestas de 2013 en el parque Gezi de Estambul.

. Que por vez primera desde 2002, la prepotencia del AKP tendrá que ceder paso a una política de pactos, lo que romperá en buena medida el designio a largo plazo de Erdogan, que pretendía una radical transformación social sobre bases islamistas que amenazaba con eliminar la posibilidad de alternancia en el poder y con dejar en el limbo a la mitad de la población.

Lo no tan bueno:

. Que corre peligro la estabilidad, un atributo con el aspecto negativo en el caso turco de que llevaba implícito la deriva autoritaria de Erdogan, pero que ha permitido una bonanza económica (últimamente ralentizada) sin precedentes desde que Atatürk implantó la república hace casi un siglo.

. Que tendría que redefinirse –aunque no necesariamente cambiarse-, para adaptarse a los programas de los eventuales socios, una política exterior caracterizada por la ausencia de conflictos con los vecinos, el acercamiento a la Unión Europea, la acción mediadora y blanda en los conflictos de Oriente Próximo y el efecto de seducción del modelo turco, hoy lastrado por el fracaso estrepitoso de la primavera árabe.

. Que se abre un periodo de incertidumbre que incluye desde un Gobierno minoritario del AKP que dependería de acuerdos puntuales hasta la convocatoria de nuevas elecciones que no tendrían por qué resolver el embrollo. El panorama recuerda al de España tras el 24M, que demuestra que nada se puede dar por descontado.

. Que la opción más viable en principio, la alianza entre el AKP y el ultraderechista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), entraña graves riesgos. El mínimo que el líder del partido, Devlet Bahceli, pedirá para empezar sería el Ministerio del Interior. El mayor peligro: que el proceso de paz en el Kurdistán, que ha supuesto un alto el fuego con la guerrilla del PKK y que marcha por buen camino, se tuerza o se derrumbe por la intransigencia del MHP, radicalmente opuesto a tratar con el grupo "terrorista" y a reconocer derechos culturales y educativos que refuercen la singularidad de la minoría kurda. Lo que ilustra una paradoja: que el histórico avance en las urnas del HDP, clave para la pérdida de la mayoría absoluta del AKP, podría volverse en su contra.

. Que se presenta lleno de obstáculos el camino para forjar el resto de pactos que en teoría permite la aritmética parlamentaria, con 258 diputados del AKP, 80 del MHP, otros tantos del HDP y 132 del Partido Republicano del Pueblo (CHP), socialdemócrata y el que de forma más abierta reivindica la herencia laica de Atatürk. Como los otros dos grupos de oposición, sus dirigentes descartan a día de hoy el acuerdo con el de Erdogan, pero eso no hace más probable que se unan todos contra el AKP, que desempeña en este juego un papel que recuerda al del PP en España. Lo cierto es que no se puede excluir cualquier suma que quede por encima de los 275 escaños. Turquía lleva 13 años de mayorías absolutas, pero ahora hay que cambiar el chip, así que será mejor no dar nada por sentado.

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